A la edad de 94 años, falleció esta semana el ex Senador por el Partido Nacional Omar Urioste. Pionero de la forestación en el país, y el gran visionario que abrió el camino a otros cientos de productores rurales que entendieron que es posible la convivencia del ganado y el árbol en el agro, Urioste dejó un gran legado, que fue construyendo en silencio, y que lo sobrevive.
En el primer número de la primera etapa de CONTRAVIENTO (setiembre de 2010) publicamos una nota sobre su aporte al agro y a la economía del Uruguaya, que transcribimos en su totalidad
Corría el año 1905 cuando Elvira Amespil de Urioste adquirió en el departamento de Durazno el paraje Chileno grande para la explotación agropecuaria. Ella no imaginaba que algunas décadas después parte de esas tierras se convertirían en una de las primeras experiencias forestales del país, al transformarse en el germen de lo que hoy es la empresa Centro Forestal Chileno.
Omar Urioste, nieto de Elvira y presidente de esta compañía pionera, relató que Centro Forestal Chileno inició su actividad en 1975 con la instalación de un vivero en el establecimiento. «En los años 50 plantamos cortinas de eucaliptos para abrigo. Pero las primeras plantaciones de montes con fines madereros se realizaron en el marco de la primera ley forestal No. 13.723 de diciembre de 1968», explicó.
La empresa plantó 540 hectáreas en 1976 en la sexta y 13era sección judicial de Durazno, y continuó anualmente ampliado la superficie hasta el año 2000. Las cosechas se iniciaron en 1986 para el mercado interno de papel y combustible. Y en 1990, «en los primeros barcos de exportaciones a Finlandia, ya salieron también nuestros rolos», señaló Urioste. Además exportó a Vietnam para la fabricación de muebles. En 2005 comenzó el abastecimiento a la planta de Botnia, hoy UPM. Consultado sobre por qué incursionó en la década del70 en esta actividad, Urioste explicó que disponía de suelos que habían sido declarados de prioridad forestal.
«Se nos ofrecía una oportunidad de incorporar una actividad alternativa a la producción ganadera maximizando nuestra utilización de los campos con una producción que podría permitirnos acceder a nuevos mercados. Empezamos sin certezas, pero con el entusiasmo siempre necesario para una nueva actividad productiva», indicó. Urioste es un convencido de que forestación y ganadería son rubros complementarios y no opuestos, tal como se sostiene desde distintos ámbitos.
«Lejos están de ser contrapuestos sino que se complementan, se favorecen mutuamente. Es una alternativa a la producción rural tradicional a tener muy en cuenta», subrayó.
Sin embargo, en los 70 lejos se estaba de avizorar el desarrollo que tendría el sector en estas últimas décadas. «El crecimiento que se registró en tan pocos años no tiene antecedentes en la historia de nuestro país. Llegó a niveles de exportación similares a la lechería», aseguró. Sobre los factores que explican este fenómeno, Urioste opinó que «es producto de una constante política de Estado, manteniendo la legislación sin cambios y por tanto creíble. También la ley de 1987 y su reglamentación posterior habilitaron que capitales fueran del sector rural encontraran atractiva la inversión. Las plantaciones que realizamos por la ley de 1967, si bien no fueron muy importantes, sí permitieron comprobar que nuestro suelo y nuestro clima eran extremadamente favorables al crecimiento forestal. Por todo eso Uruguay es atractivo también a los capitales extranjeros».
Para continuar con esta senda de crecimiento, Urioste consideró que a «nivel gubernamental se debe mantener la política estable y sin señales de cambios para no crear incertidumbres», en tanto «los riesgos propios de la actividad serán asumidos por el sector empresarial como hasta ahora».