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Contraviento

Los músculos del ajedrecista

14 septiembre, 2024

Oscar N. Ventura 

Decía Salvador Dalí que no le importaba que hablaran mal o bien de él, sino que hablaran, pero que prefería que hablaran mal, porque entonces quería decir que le estaba yendo bien. Dos episodios de esta semana me recordaron esta boutade del célebre pintor mercantilista –André Breton le había endilgado un anagrama de su nombre, Avida Dollars—si se quiere, por razones diferentes.

La primera fue el ping pong del candidato del Partido Colorado, el Sr. Andrés Ojeda, que hizo exhibición de su trabajo en el gimnasio mientras contestaba un conjunto de preguntas a primera vista superficiales (la futura mascota, el tiempo libre, la familia, el horóscopo). Cosechó sin duda lo que buscaba, por al menos todo un día opacó cualquier otra noticia política, generó memes en cantidad –de los cuales él mismo serió y reposteó—y, por supuesto, recogió insultos y denuestos de comunicadoras escandalosas como la Sra. Patricia Madrid y analistas respetados como el Sr. Adolfo Garcé.

Sería demasiado facilongo señalar que tales denuestos procedieron de dos estamentos destacados: el feminismo contestatario y el intelectualismo blandengue. Incluso con el efecto –quizá no buscado, pero sin duda bienvenido—de la defección de la lista a diputados de la Sra. Desirée Pagliarini, prosecretaria de Género y Diversidad del Partido Colorado por no sentir que sus principios y valores se vean reflejados en los bíceps del Sr. Ojeda.

Muchas personas más sensatas se dieron cuenta de los múltiples mensajes que el spot transmitía. Sin duda que fue una provocación a todo el movimiento woke. Que hoy en día alguien se atreva a mostrar sus protuberancias pectorales obtenidas a base de naturaleza, ejercicio, hormonas o cirugía es escandaloso para quienes propugnan que la política debe ser lucha de ideas, que debemos abandonar los instintos primarios animales de la atracción física por el otro sexo, y que es moralmente superior discutir a Sartre y Gide con un buen porrito y un fernet que castigarse con fierros menos mortíferos que la 45 de la que se vanagloriaba el Sr. Mujica.

Más desapercibidos pasaron otros mensajes. En un país donde hasta los físicos teóricos leen el horóscopo en el diario antes que los deportes, uno de los pocos mensajes que pasa es el de su signo astrológico. En un momento histórico donde la gente apuesta más a tener un gato o perro con dieta balanceada, visita periódica al veterinario, y tratamiento con sicólogos animales, a tener hijos que no los dejen dormir y les compliquen la vida con sus personalidades independientes, confiesa que piensa adoptar –adoptar, no comprar—una mascota. Y así otros mensajes segmentados, pensados, dirigidos a quienes quiere atraer y no a los que los analistas piensan que hay que atraer.

Porque, reconozcámoslo de una buena vez, la democracia con voto universal implica que la mayoría no se logra con los que piensan, razonan y sopesan su voto, sino con gente que nos movemos a impulsos de intereses mucho
más pedestres.

El segundo caso que viene a cuento es el del exfiscal el Sr. Jorge Díaz. En una movida ajedrecística bien pensada, publicó el siguiente posteo en X:
«Soy partidario de la más absoluta libertad de expresión. Ahora, siendo X propiedad del señor Musk, que defiende aquellas ideas que aborrezco y utiliza con malas artes su red para difundirlas y mentir me pregunto:
¿debemos seguir usándola?
¿debemos seguir contribuyendo a sus arcas?»

Al igual que el Sr. Ojeda, aquí el Sr. Díaz manda mensajes y metamensajes provocativos. Si ese mensaje hubiera sido escrito por una persona cualquiera que, al igual que el Sr. Díaz, pagara para tener el simbolito azul junto a su nombre, la lectura lineal del texto podría tomarse como una reflexión acerca de si quienes pudieran pensar de la misma forma que el Sr. Díaz debieran seguir usando la red X e incluso pagando por mantenerla. Viniendo de alguien cuya notoria filiación política y acciones pasadas, aunadas a su postulación para Ministro de Justicia en un eventual gobierno del Frente Amplio, lo transforman en alguien cuyas decisiones pueden afectar la vida de un país hizo inmediatamente saltar las alarmas de quienes entendieron que el metamensaje era que el Sr. Díaz quería cancelar al Sr. Elon Musk y a la red X.

Algo no demasiado traído de los pelos, habida cuenta de las prohibiciones de la red en Venezuela y Brasil, y el parloteo del Sr. Petro, presidente de Colombia, apuntando hacia el mismo fin. Pero algo que el Sr. Díaz no dijo realmente, alentando entonces sus triunfales y sarcásticas respuestas, un ejemplo de las cuales es:

«hablé de prohibir y no hablé de limitar ninguna red social. Me pregunté si valía la pena seguir usando X o no y eso bastó para salieran todos los cuzcos rabones a ladrar contra el viento. El diario El País, mi hater favorito no podía faltar. Sigan participando. Díaz, “X” y la libertad https://elpais.com.uy/opinion/la-clave/diaz-x-y-la-libertad

En suma, ambos, el Sr. Ojeda y el Sr. Díaz, nos proporcionaron en esta semana dos ejemplos, similares y opuestos, de cómo manipular a la opinión pública, a propios y ajenos, atraer votos e irritar oponentes, lo que es parte legítima del juego político.

A los que estamos en la tribuna, viendo el intercambio de tiros dialécticos, nos conviene separar el trigo de la paja y no pensar que todos los votantes se mueven por los mismos incentivos positivos o negativos.

Y que cada vez que comentamos, a favor o en contra, les estamos haciendo el juego.