
Silvio Moreira
Conversaciones en el jardín del Templo, a la hora en que la clepsidra deja escapar las últimas gotas de agua.
–Maestro Pep-San, ¿cómo puedo mejorar mi Kung-fu?
-Difícil respuesta es, Orsi-San. Pero existe. En tu caso particular, y ya visto el tiempo que llevas practicando tu kung-fu en el ruedo político, me temo que solo podrás mejorarlo si realizas los tres viajes fundamentales, que serán verificadores de tu capacidad, idoneidad y templanza.
–Ardo en fervor por realizarlos, venerado Maestro Pep-San.
-Debo advertirte que los tres son verdaderas epopeyas, y que una vez realizados, si es que lo logras, su resultado será absolutamente inapelable. El primer trabajo consiste en subir al Monte Zeng, y del otro lado, en su penillanura, cazar al bisonte más grande que puedas, con tus propias manos, para luego despellejarlo completamente y traer aquí a nuestro templo su cuero, intacto.
(veinte días más tarde)
-¡Maestro Pep-San, aquí está el cuero del bisonte más grande que había en la penillanura del Monte Zeng!
-Perfecto, pequeño Orsi-San. Ahora, utilizando las técnicas milenarias que se guardan en este santuario, cúrtelo completamente, con cuidado y delicadeza, y cuando termines, forra con ese cuero curtido la estatua del dragón que se encuentra en la esquina noreste de nuestro templo.
(veinticinco días más tarde)
-¡Maestro Pep-San, he intentado a cabalidad dar cumplimento a su pedido, pero por más que he intentado estirar el cuero, éste no me ha alcanzado para cubrir por completo la estatua del dragón!
-Tomo nota del resultado, pequeño Orsi-San. Sin embargo, aún es posible que mejores tu kung-fu tal como lo has solicitado. Deberás ahora recortar de ese mismo cuero una circunferencia de 70 centímetros de diámetro, y elaborar para ti, con ese trozo, un gorro ritual Zhujn-Zhé, que debe incluir complicadísimos pliegues y costuras. Encontrarás las instrucciones para confeccionarlo en la biblioteca del templo. ¡Corre!
(quince días después)
-¡Maestro Pep-San, aquí está el complicado trabajo de talabartería que me ha encomendado! ¡Ciertamente es un proceso largo que exige un pasmoso cuidado! Pero aquí está.
-¿Puedes colocártelo en tu cabeza?
-¡Sí, puedo, venerado Maestro Pep-San! No obstante, noto que me queda sumamente holgado pese a haber seguido las complicadas instrucciones que me fueron proporcionadas al pie de la letra.
-Anoto también el resultado. Pero te ayudaré a seguir intentado mejorar tu kung-fu para el ruedo político: como prueba final deberás llevar ese gorro para que te lo adapten a tu cabeza en el templo vecino de los Monjes Shaolín, ubicado a 280 kilómetros de distancia. Para ello, utilizarás nuestra pequeña moto Honda, de 50 centímetros cúbicos, y cargarás en su tanque 3 litros de combustible. Para llegar a tu destino, deberás hacer un muy inteligente aprovechamiento de la energía. ¡Vete ya!
(una semana después)
–Venerable Maestro Pep-San, no he podido cumplir tu pedido porque el combustible se acabó y quedé a medio camino entre nuestro templo y el templo Shaolín. ¡Estoy desesperado, tengo miedo de no poder mejorar mi kung-fu!
-No lo podrás mejorar, mi querido pequeño Orsi San. Hemos verificado que:
En el primer viaje no te dio el cuero.
En el segundo viaje no te dio la cabeza.
Y en tercer viaje no te dio la nafta.
-¡Qué terrible, Maestro Pep-San! ¿Cómo puedo purgar mi alma de esta falla fundamental en mi ser?
-No te compliques para nada, pequeño Orsi-San, porque en este caso la culpa es total y completamente mía…