Argentina se enfrenta a un problema mucho más grave que cualquier drama económico: los llamados berrinches presidenciales
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Hasta ahora, siempre se supuso que el problema de fondo de Argentina era el económico. Sobraban y sobran razones para sostener esa idea: un país con una concepción mussoliniana estatista desde hace más de 80 años, tal vez un siglo, con un sistema de prebendas empresarias y sindicales, una creciente corrupción multipartidaria que inundó buena parte del sistema político, hasta la justicia. Con ladrones públicos transformados en referentes y líderes de opinión, cuando no disfrazados de salvadores de la patria.
La resultante fue, tras muchos años de peronismo y de otros gobiernos que fueron condicionados o inspirados por el peronismo, la postración y la pobreza. Ciclos repetidos de dispendio, ajustes salvajes, hiperinflación, devaluación, defaults, deterioro sistemático y sistémico, repetición de recetas y procesos que siempre comenzaron esperanzadamente y concluyeron en desilusión.
La llegada de Javier Milei significó para muchos una alternativa de votar algo distinto, una bofetada a la casta, como él la definió, como un simbólico fantasma, un “cuco” culpable de todos los males, que se suponía abarcaba a la clase política y, por extensión, a sus cómplices empresariales, sindicales y judiciales.
La esperanza liberal
También era una esperanza de un enfoque de libre comercio, respeto por la propiedad y las libertades, que el entonces candidato reforzaba con la idea de su conversión salvífica a la escuela económica austríaca, simbolizada por el libertarismo, una suerte de rabieta dentro del concepto liberal, una exageración conceptual y técnica no respaldada por la frondosa teoría de los austríacos. Un berrinche económico.
Esa posición intelectual en realidad era un síntoma de una permanente actitud del primer mandatario, que para muchos fue una gran herramienta para luchar casi solo frente a una maquinaria del “no” que se iba a dedicar, se dedicó y se dedica a impedir cualquier cambio relevante en el estado de cosas delictual que impera en Argentina.
Por eso fueron aplaudidas sus “guapeadas” contra el kirchnerismos y socios y hasta sus prácticas menemistas para conseguir votos legislativos para aprobar algún puñado de leyes, aun cuando algunas de sus prácticas se apartaran de la supuesta fe liberal que jurara profesar.
Y por eso se disimularon otras actitudes y decisiones que se atribuyeron a los otros dos catetos de su “triángulo de hierro”, su precaria hermana y su rasputiniano asesor Santiago Caputo, como la postulación del Juez Lijo para la Corte, lejos el más repudiado miembro del poder judicial, despreciado inclusive por sus pares, suponiendo que tenga pares. O la designación de otros miembros de su gabinete y aún de muchos sectores clave de la administración pública, plagados de representantes de la casta en sus peores formatos.
Buenas señales
La economía, luego de un proceso de ajuste sin precedentes y sin piedad sobre la clase media y baja nacional, basado en la licuación inflacionaria y en un corte del gasto casi sin análisis, está dando buenas señales y signos de aumento de la confianza y de repunte del PIB. Logro no menor sin duda.
Sin embargo, esos logros no se han alcanzado aplicando principios liberales, sino que se han logrado, como otros ajustes de la historia, atacando los grupos de gastos más relevantes y reduciéndolos con cualquier mecanismo. Lo mismo ocurrió con el forcejeo para mantener en caja el tipo de cambio, con el objetivo aparente de salir del cepo sin provocar una corrida, pero aplicando la misma fórmula utilizada por todos los demás gobiernos para casos similares: vender dólares a los especuladores a menor valor que lo que el mercado cree para “disuadirlos” de comprar dólares. Un mecanismo que ha hecho muchos millonarios en el país.
La opción de salir del cepo y simultáneamente dejar que se cree un mercado libre de cambios, como implícitamente se sostuvo en la campaña al prometer la dolarización, luego transformada en competencia de monedas, habría evitado el riesgo de una corrida o de una disparada del tipo de cambio, pero evidentemente la fe presidencial en la escuela austríaca no da para tanto. Una fe tomasina.
No se debe quitar méritos al logro de haber estabilizado tantas variables, y haber revertido la inflación en tan poco tiempo. La situación de la economía hace once meses era sencillamente terminal.
Ajustes similiares no se pudieron sostener
Lo que ocurre es que varios de los ajustes anteriores, logrados más o menos del mismo modo, no se pudieron sostener a la hora de aplicar decisiones de fondo, los verdaderos cambios que se requieren. Y por eso la columna sostiene que tras este éxito, la etapa siguiente es la más complicada y la que más intereses prebendarios lastimará, además de depender de los factores externos, no precisamente de un préstamo, que ha sido siempre el recomienzo del camino del fracaso.
Hasta ahí, el panorama económico.
En el resto de la gestión, los berrinches de Milei, si son berrinches y no una excusa, resultan más preocupantes y más peligrosos a veces, si no más sospechosos. A la virtual falta de denuncias y diligencia procesal sobre las irregularidades de la administración kirchner-camporista, y la designación o simple decisión de continuidad en sus cargos de quienes deberían estar procesados, se agrega desde hace tiempo el acercamiento y hasta dependencia afectiva o psicológica de Milei de los peores representantes del prebendarismo y proteccionismo nacional. Aun queriendo pensar bien, se tratan de fenómenos preocupantes.
Como en una sinusoide enloquecida, ese estilo casi adolescente que lo hace oscilar entre la exasperación y la exageración parece estar acelerándose. Y la columna no se refiere aquí a los improperios y groserías vertidos contra la prensa y quienes opinan distinto a él en sus apariciones públicas que el mandatario parece creer que se tratan de charlas en el bar de su club.
Estás despedida, Diana
El reciente caso del despido de la Canciller, Diana Mondino, una persona de bien, supuestamente por no haber respetado el pensamiento presidencial en una votación sin trascendencia ni efecto donde Argentina viene votando en la línea que siguió la Cancillería, la fulminante sanción no puede desconectarse de la pugna permanente de la funcionaria con la secretaria hermana presidencial, que se ha entrometido varias veces en la tarea diplomática y que a todas luces propugnaba su alejamiento del cargo.
La conocida ignorancia de la secretaria presidencial sobre éste y otros temas no influyó con esta contundencia en otros casos de igual o más gravedad acontecidos en ministerios afines. La furia presidencial continuó con la designación para el cargo de su amigo Gerardo Werthein, hasta ahora embajador en Estados Unidos por sus habilidades como influyente, tarea en la que se especializa como “experto en mercados regulados”, tras haber sido vicepresidente de Telecom, hoy el mayor monopolio de la historia argentina, otorgado por el kirchnerismo amigo.
También se recordará cuando el ahora Canciller consiguió convencer a la señora de Kirchner para que aplicara un nuevo impuesto a la telefonía celular y le entregara legalmente la recepción y administración de la recaudación proveniente de ese impuesto para aplicarla a la gestión del centro deportivo del ENARD, donde también lo designó.
Una purga ideológica
No termina el tema ahí. Asesorado por el nuevo Canciller el presidente ha ordenado una purga en la Cancillería, para determinar cuáles son los funcionarios que no piensan como él y proceder a su remoción. Ni el libertario Rothbard, ni su lejano antecesor Guy Fawkes suscribirían semejante idea. Tampoco la suscribe la columna. Como el lector tendrá claro.
En un entorno en que el presidente primero execra a China y luego sostiene todo lo contrario, el mandatario se condena a que cada pequeña decisión le sea consultada previamente, o condena a los funcionarios a adivinar cuál es el pensamiento presidencial en cada momento. Habría que ver qué parte del catecismo libertario convalida cambiar cada cuatro años la política exterior de un país.
Ayer, a último momento, se intentaba convertir la purga ideológica en un ahorro de personal. “El presidente le pedirá al Canciller que reduzca el personal a la mitad, empezando por los que tuvieron que ver con la emisión del voto que causó el despido de Mondino”. ¿Este es el mecanismo eficiente de ahorro? ¿Qué estudios se han hecho para reducir el personal a la mitad? Y si se empezara por no nombrar embajadores que no fueran de carrera?
Ayer, también, el nuevo Canciller pidió la renuncia de todo el cuerpo superior de la Cancillería. Difícil no pensar que es una purga, absurda y conventillesca. ¿Se privilegiará la lealtad al mejor estilo Perón? El berrinche y la reacción exaltada en su máxima expresión.
Los amigos del Canciller
A la jura del Canciller de hierro asistieron los empresarios Mindlin y Bulgheroni, ambos grandes beneficiarios de la casta kirchnerista y de otras castas, ahora dispuestos a salvar al país.
También enojado con el ente recaudatorio, la AFIP, el presidente ha decidido hacerla desaparecer y reemplazarla por la ARCA, una especie de arca de Noé donde sigue reinando lo peor de la casta, con muchos de los responsables de tantas tolerancias aún en su estructura. Si bien se dice que de ese modo se ahorrarán 6 millones de dólares anuales (un vuelto imposible de probar y sostener) los conocedores saben que no se trate de una eficientización, desburocratización ni reorganización funcional, sino que se trata de un ajuste de cuentas interno.
Siguiendo en esa área, súbitamente el mandatario ha declarado que “para evitar persecuciones futuras”, está dispuesto a autorizar que se borren las actas de quienes blanquearon en el presente blanqueo número 54 dicho irónicamente. Un delirio, un disparate y un apresuramiento fruto de algún impromptu, o al menos así se quiere hacer creer.
En primer lugar, destruir un documento público de este tipo es un delito. En segundo lugar, destruir la base de datos es destruir las pruebas del blanqueo, con lo cual los propios interesados carecerían de un respaldo legal. Y en tercer lugar, toda norma de blanqueo excluye expresamente cualquier perdón sobre las investigaciones, resposabilidades y sanciones por el lavado de activos. Simultáneamente, la propia AFIP, ahora ARCA, es legalmente responsable de denunciar los casos sospechosos a la UIF. Y en un blanqueo todos los casos lo son.
¿De nuevo la trágica SIDE?
En un momento en que Argentina está siendo sometida a una inspección por el GAFI para determinar su cumplimiento de esas normas internacionales, destruir las bases de datos del blanqueo es suicida. Para ponerlo más simple: ¿quién blanqueó y necesita que no se sepa? Es conveniente, claro, atribuirlo a un capricho, exageración, sobrerreacción o berrinche presidencial.
Con el servicio de inteligencia ocurre algo similar. El mismo ha sido desmantelado y cancelado, para ser reemplazado por la antigua y desprestigiada SIDE, bajo la admonición de que se buscarán y eliminarán los traidores a la patria, como en la cancillería, un fraseo que recuerda otros lugares, otros momentos, otros horrores.
Para no exagerar, el efecto inmediato es otro. Están retornando viejos espías, viejos socios de la política, del kirchnerismo, de la casta. Que no sólo están jubilados, sino que debieran estar cesados en muchos casos. Los berrinches presidenciales parecen ser riesgosamente selectivos. De nuevo, la sabiduría popular interpreta estos cambios de la única manera en que pueden ser interpretados.
Porque lo que nadie quiere decir pero que todos sospechan, es que detrás de estas reacciones se esconden decisiones precarias y de comadres de barrio, mezcladas con intereses menos sainetescos pero más graves e inconfesables. Y no las toma Milei, sólo se presentan como berrinches de Milei. Esa situación debería ser más preocupante para la sociedad que el riesgo país.