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Contraviento

Domingos Socioliberales – I. El GRAPES

1 diciembre, 2024

A partir de la derrota de la Coalición Republicana (en adelante CORE) en las elecciones del domingo 24 de noviembre, se ha constatado una enorme efervescencia en lo que podríamos llamar el sector liberal de la sociedad. Varios artículos, en este y otros medios, se han dedicado a explorar las razones de la pérdida y, al mismo tiempo, esbozar una revolución cultural deseada que, grosso modo, reúne desde liberales clásicos a mileístas y prototrumpistas.

El movimiento liberal, en una sociedad profundamente batllista, socialdemócrata, como la uruguaya, tiene todas las de perder. No por falta de intentos de crear partidos liberales. Se intentó en 2004, se intentó en 2014, se intentó con un Partido Libertario en 2024 (parece una maldición de 10 años) y en todos los casos fracasaron por falta de carnadura. Es decir, no lograron convencer a un número suficiente de personas para crear un movimiento que creciera mediante la educación y la propagación de ideas, arrimando votos. Eso no quiere decir que no existan sectores liberales. Jorge Batlle era liberal y es de esperar que discípulos de él, hoy dispersos por el continente político, conserven esas ínfulas. Alguna agrupación, como la Agrupación Libertad en el Partido Colorado da la pelea conceptual y no dudo que otros habrán que fluyan por caminos similares. Sin que falten, por supuesto, los chantas y los oportunistas.

Como se muestra en el cuadro, existe una amplia zona a la derecha y abajo donde nos agrupamos todos los liberales, tanto los miniarquistas y libertarios como los que pretendemos retornar al espíritu socioliberal del pimer batllismo, el de José Batlle y Ordóñez, inspirado en el krausismo sin contaminación con ideas socialistas o marxistas. Lamentablemente el «batllismo» es una palabra que se ha bastardeado al punto que tanto sirve para un colorado que convive con un cabildante como para un frenteamplista que convive con un comunista.

Llegados acá yo también, como tantos otros, me he preguntado qué es lo que entiendo yo, hoy, por socioliberalismo, por cómo serían las ideas de JBO si viviera hoy día, tuviera que lidiar con el Islam, la inmigración masiva, el wokismo, la alienación parental, el asistencialismo, los cambios en el mundo del trabajo, la cuasi-desaparición del obrero cuya única fuerza era la física y la habilidad para manipular su cuerpo, los robots, los coches autónomos, la inteligencia artificial, el mundo digital, de redes sociales, de cambalache y de ruido, inmediatez, pantallas y poca concentración, la necia idea de que mi estupidez tiene tanto derecho a ser escuchada como tu profundo conocimiento.

Y mi repuesta es que no me gusta nadie, ni persona ni grupo alguno. Sé, claro, que es una posición arrogante y egoísta, pero el tiempo me ha enseñado que las ideas no nacen de comisiones, que las asambleas sólo aportan confusión (y, si queremos ejemplos, ahí está el Frente Amplio, cuya solución para todo es el «diálogo social»). Mi respuesta es que se necesitan líderes como fue JBO que impulsen e impongan sus ideas por la convicción de sus argumentos. Se necesitan Churchills y Thatchers para la acción, pero se necesitan Mills, Berlins y Rawls para el pensamiento, se necesitan personas que digan no lo que hay que hacer, sino para qué hay que hacer lo que hay que hacer. Y, bueno, dado que no encuentro líderes que me guíen, tendré que transformarme yo mismo en uno, sin ninguna pretensión, por supuesto, de compararme con los antedichos. ¿Líder de quién? se preguntaran Uds. Y la respuesta es sencilla, líder de mi mismo. No aspiro a tener seguidores, aunque quien quiera hacerlo es bienvenido, no aspiro a una posición política, aunque quien quiera arrancar por ese camino es muy libre de hacerlo. No aspiro a tener razón, sólo a mantener mi centro. Entonces, dirán Uds., ¿qué corno quiere este tipo?

Bueno, como dice el amigo Carlos Abel Olivera en este bonito artículo, quiero escribir mi alternativa moral/ideológica, mis diez mandamientos y mi catecismo de lo que pienso, que, sin ninguna duda, va a tener puntos de contacto con lo que piensan otros, pero también sin ninguna duda, les va a rechinar a muchos. Habrá los que se sientan liberales a la hora de pagar pocos impuestos y consevadores a la hora de permitir el poliamor, los que sean liberales con las drogas pero quieran intervencionismo sobre los precios, los que sean empáticos con el que tiene que delinquir, pero pretendan una celda oscura y apiñada, trabajo a destajo y pan y agua para el delincuente. A todos les digo: ¡tienen razón! Mis diez mandamientos y mi catecismo no son guía más que para mi mismo, mi vara moral, mi guía de comportamiento en el plano conceptual que, con suerte, podrá resistir las aplicaciones prácticas.

El Manifiesto Liberal, publicado en Oxford en 1947, y su extensión y modificación en 1997 constituyen la piedra angular para el pensamiento liberal en el mundo. Lo que quiero proponerles en estos Domingos Socioliberales es un conjunto de principios para la constitución del Grupo de Acción y Pensamiento Socioliberal (GRAPES), un grupo que hoy tiene un solo integrante (yo mismo) adaptando los postulados del manifiesto a nuestra realidad de una sociedad muy estable, socialdemócrata (batllista) en sus raíces, pero atrapada por eso mismo en una crisis de crecimiento, amenazada permanentemente a izquierda y derecha por pujos socialistas y populistas (entendido este último término como la preeminencia de la muchedumbre y el irrespeto a las minorías).

De acuerdo con los documentos mencionados, el siguiente es el decálogo de valores centrales del pensamiento socioliberal, lo que prefiero llamar «Los 10 Mandamientos»:

  1.  La libertad y la responsabilidad individual son los fundamentos de la sociedad.
  2. El Estado es únicamente un instrumento de los ciudadanos a quienes sirve.
  3. Las acciones del Estado deben estar sometidas a rendición de cuentas democrática.
  4. La libertad constitucional se basa sobre el principio de separación de poderes.
  5. La justicia en una sociedad liberal requiere que en toda persecución criminal el acusado tenga el derecho a un juicio público rápido, y a un veredicto justo y libre de influencia política.
  6. Tanto el control estatal de la economía como los monopolios privados son amenazas a la libertad política.
  7. Los derechos que el ciudadano disfruta van de la mano de responsabilidades.
  8. Cada ciudadano tiene responsabilidad no sólo por sí mismo, sino por el resto de sus congéneres en la sociedad.
  9. Un mundo en paz sólo se conseguirá por el respeto de estos principios y la cooperación entre sociedades democráticas.
  10. Los valores centrales pueden resumirse en libertad, responsabilidad, tolerancia, justicia social e igualdad de oportunidades

Una de las cosas que no quiero hacer es entrar en profundas disquisiciones teóricas. Sin duda que podemos conversar mil años sobre los autores esenciales del socioliberalismo (y en este sentido me permito sugerirles que sigan a @JuanFriedl en X, una de las personas más formadas y educadas en el pensamiento liberal). La mayoría de los autores que participan en Contraviento, desde el Director Graziano Pascale hasta columnistas como Alfredo Bruno, Carlos Abel Olivera, Dardo Gasparré, Jorge Martínez Jorge, y tantos otros, han escrito magníficos artículos que vale la pena leer. También podríamos discurrir, pero no quiero hacerlo, sobre la diferencia entre el socioliberalismo, la socialdemocracia y el libertarianismo, o las encarnaciones del socioliberalismo, demasiado soft, en Europa y otras regiones (Savater y no Macron, por favor).

Pero no es mi punto. Lo que quiero hacer es conversar conmigo mismo acerca de cómo elaborar un catecismo socioliberal sobre los diez mandamientos liberales (y ¡ojo! porque mucho libertario se va a encrespar con el punto 8 y la justicia social del punto 10). Lo que he hecho es dejar una dirección de mail específica, para que quien quiera unirse a este club, a este grupo de pensadores (me da mucha vergüenza llamarnos «intelectuales», sólo seremos un grupo de discurridores con un objetivo) pueda opinar. La idea es que quien se integre a este grupo inorgánico apoye sin reparos los Diez Mandamientos (nada de soy católico pero no comulgo). El grupo no tiene líderes, ni organización, ni más nombre que ese de fantasía, ni reglamento de funcionamiento. Tan sólo intercambio de ideas que, quizá dentro de algunos años, con las cosas mucho más claras que ahora, puedan dar origen a un sector político dentro de la CORE. Quien quiera integrarse más orgánicamente, debe enviar un e-mail a la dirección

[email protected]

Creo firmemente que los principios delineados arriba deben ser respetados, apoyados y popularizados. Sin embargo, también considero que algunos de esos valores han sido pervertidos en la evolución histórica, habiendo abandonado en ciertos casos las ideas centrales de responsabilidad y contrapeso derecho/obligaciones, que es necesario volver a ideas menos contemporáneas (en particular, Hobbes, Locke, Jefferson, Mill, Rawls, Berlin,Bobbio). Mi esperanza es provocar un espacio de discusión donde podamos testear las ideas, donde se puedan bajar a tierra a problemas del estilo «mi hijo es muy inteligente pero quiere ser narco en lugar de estudiar ingeniería» o «mi hija tiene un gran cerebro, pero no le interesa la biología y quiere abrirse un OnlyFans«. Espero que se capte mi idea.

Y si no hay nadie que quiera recorrer el camino conmigo, no hay problema, lo importante es ser fiel a las propias ideas.