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Contraviento

Hansel, Gretel y el Necrosur

10 diciembre, 2024

Con monótona insistencia la ficción se vuelve una y otra vez realidad, como si las sociedades locales sufriesen y olvidasen al instante la historia de los espejitos de colores

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Los lectores más jóvenes (de 60 para abajo) no conocerán seguramente la trama de Hansel y Gretel, el cuento de los Hermanos Grimm, los gemelos alemanes que supieron aterrorizar a los niños con sus historias infantiles, plagadas de brujas malignas, engaños, muertes y manzanas envenenadas, como corresponde a toda leyenda infantil que se precie.

Para evitarle al lector el trabajo de googlear o de usar algún chat de IA, versaba sobre unos hermanitos que, por temor de ser abandonados por sus padres, salieron a buscar su sustento en el bosque y encontraron a una tierna señora -en realidad una bruja malévola- que los convencía de quedarse a su cuidado.

La cruel verdad era que la bruja quería engordarlos para cocinarlos en su horno y luego cenarlos con fruición. Los niños felizmente fingían creerle a Muriel – así se llamaba la bruja – hasta que los chiquilines la engañaban a su vez, la encerraban en su propio horno y la transformaban simbólicamente en un muñeco de jengibre, para no decir que la asaban.

Inspirada seguramente en ese clásico Úrsula von der Leyen, propietaria de la Unión Europea (la Patria Grande de ese continente) sin voto democrático ni soberanía alguna, vino al cambio de presidente pro-tempore del Mercosur a vender de apuro un TLC que no sirve, que nunca ocurrirá, felizmente, y que sólo podría atar a la subregión al rutilante fracaso del que ya no podrá escapar Europa.

En esa misión utilizó todos los recursos de los Grimm en el siglo XVIII: repartió promesas, espejitos de colores propios de ignorantes al intentar hacer creer que Gas Sayago, los experimentos petroleros-gasíferos ruinosos, el hidrógeno verde y otros sueños húmedos no sólo eran viables sino que eran vendibles. Hasta trató de hacer creer que el tratado era inminente, cuando ni siquiera tiene chances de ser aprobado, por suerte.

La UE trata de exportar su fracaso

Y obvio, omitió que los agricultores europeos están marchando en las rutas del viejo mundo para evitar su muerte por las políticas para salvar a la humanidad del cambio climático, sintetizadas en los famosos acuerdos de París que, de paso, es el catecismo sobre el que se construyó el supuesto futuro TLC y que sirve de base a los condicionamientos que impone el moderno Comecon de von der Leyen y Christine Lagarde.

Sabido es que Europa, Alemania en especial, son los menos indicados para aconsejar políticas energéticas de ningún tipo, luego de haber desmantelado y suprimido su generación atómica (a la que ahora tardíamente quiere retornar) con el asesoramiento infalible de Greenpeace, y que ahora refuerza su incompetencia bajo el liderazgo capacitado de Greta Thunberg.

Esa estrategia germana llevó a la economía motor de la UE a depender energéticamente de Rusia, su enemigo, con lo que su infalibilidad se aplica no sólo a la energía sino a la geopolítica. Ahora intenta, según declara Muriel, perdón, Ursula, reemplazar la existente dependencia rusa por la inexistente energía uruguaya. Magia de cuento.

Rusia seguirá siendo el proveedor principal de la UE, mientras la UE tenga con qué pagarle. Sus facilidades logísticas, su enorme producción, su ubicación y sus precios la hacen irreemplazable.

El Mercosur es la Patria Grande de Puebla

Como daño colateral esta acción de propaganda desesperada beneficia a Lula y también las intenciones de la industria brasileña. El Mercosur es hoy una gran unión aduanera, una prisión de la que Uruguay y Argentina pugnan por escapar, que les encarece todo tipo de importación, el costo de vida, y también les anula toda posibilidad de crecer.

En una actitud diplomática (y tibia, como parece gustarle) el presidente Lacalle Pou hace esfuerzos para mostrar agrado por el supuesto logro, aunque no ignora que no hay ni siquiera una victoria pírrica en estos anuncios, no ya un tratado. También sabe que, al inyectarle un poco más de plasma sintético al Mercosur, extiende el feudo brasileño y la dependencia oriental, cuando su propia propuesta ha sido y es permitir que a sus miembros se les autorice a hacer tratados comerciales individualmente, algo que Brasil jamás aceptará, de todos modos. Trata de convencer a la bruja del cuento de que le cree. Tampoco Francia, entre otros, aceptará ningún acuerdo que implique el menor riesgo para su proteccionismo. 

El Mercosur, ahora con el agregado de la rémora de Bolivia, se parece cada vez más a la Patria Grande del Grupo de Puebla, un renacimiento del UNASUR para borrar la soberanía, los estados-nación y sobre todo las democracias de cada país. O la democracia sin aditamento.

La idea oriental de tomar en serio la discusión

Hay una vertiente de pensamiento en los productores locales que sostiene que la mejor forma de negociar con el modelo socialista europeo que intenta salvar a la humanidad combatiendo la producción de carne vacuna y los fitosanitarios, es convencer a esos posibles futuros supuestos compradores de que Uruguay es distinto y que su producción agropecuaria es al menos neutra en el balance de carbono. Con eso esperan un tratamiento diferencial.

La columna no tiene la capacidad técnica para analizar el concepto desde el rigor profesional que requiere (tampoco la tiene Greta Thunberg). Aunque el tema no se dirimirá en la esfera académica o científica. El argumento de ese sector uruguayo, por valedero que resultara ser, se diluirá en los pasillos de algún ente internacional de burócratas inútiles y subdesarrollados intelectuales. El cambio climático, o mejor la idea de impedirlo, es sólo una excusa para reformular la humanidad, no un planteo serio al que hay que contraponer argumentos serios. La suerte está echada.

Las economías como la uruguaya o la argentina no tendrán facilidades para insertarse en Europa, ni en Estados Unidos. Por eso la dirección apunta hacia los mercados asiáticos, al menos hasta que sean vedados con alguna otra excusa.

Uruguay, el PitCnt y el FA lo rechazarían

No solamente el supuesto TLC con Europa será rechazado por el proteccionismo europeo. También Uruguay lo rechazará, tal como lo advierte el PIT CNT, que se opone por manifiesto fundacional a cualquier competencia laboral. Lo que vale para todo tratado. Imposible comprender de dónde obtendrá el país los recursos para solventar los gastos de felicidad prometidos por el nuevo gobierno.

El Virrey regional de von der Leyen, Lula da Silva, está sin duda feliz con este anuncio, que garantiza políticamente por muchos años la condición de su país (y de su industria) de regente de la subzona. También lo están las grandes industrias prebendarias estatales, paraestatales o que nacieron y crecieron con el sistema de la Cepal de 1950, dorso indivisible del sindicalismo.

Cualquier tratado implica un toma y daca. En todo comercio las concesiones son mutuas. No hay libre comercio en un solo sentido, como parece creer el PIT-CNT. La idea de “no vender los recursos naturales” es simplemente carente de todo sentido. Si todo el mundo siguiera ese principio la humanidad desaparecería en un mes.

El mejor sistema para exportar

 Y el mejor sistema para crecer exportando es dejar que el sector privado se ocupe de ello. Si el estado quisiera colaborar, puede hacerlo reduciendo impuestos, no aumentándolos como es el recargo tarifario en cualquier sentido. Los tratados de libre comercio parecen necesarios porque bajan las tarifas aduaneras que el propio estado se ocupó de aplicar previamente.

 El 15 de junio de 2015 esta columna publicó su primer trabajo para Uruguay. Su contenido era similar al de hoy. Su título era Necrosur. Acaso esa simple palabra hubiera evitado al lector la farragosa tarea de leer el resto de esta nota.

 

“Histórico” se podía leer en varios medios orientales y argentinos luego del discurso de von der Leyen a las puertas de su horno. El comentario se censura por decisión propia.