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Contraviento

El primer error del presidente electo

8 enero, 2025

Graziano Pascale 

Yamandú Orsi, que ha hecho historia por llegar a la Presidencia de la República luego de la larga hegemonía del triunvirato Vázquez -Mujica-Astori en el Frente Amplio, ha perdido la oportunidad de forjar su propio liderazgo con un golpe de timón que, entre otras virtudes, demostraría que no está atado al pasado.

Esa oportunidad está todavía latente, pero se desvanece a medida que van pasando las horas, mientras el pueblo de Venezuela se prepara para escribir -quizás con sangre- una página que hará historia en la vida de su país y de América Latina. Pudo dar una señal cuando, el pasado fin de semana, el presidente Lacalle Pou recibió a Edmundo González, en el marco de su gira por la región, que culminó en Washington con un encuentro con el presidente Biden. Su ausencia todavía puede subsanarse, pero debe actuar rápidamente. Su voz y sus gestos ahora representan al Uruguay, que no puede alinearse con regímenes dictatoriales, que violan los derechos humanos.

En el loteo de ministerios, le correspondió a un ex militante del Partido Comunista, que hizo carrera en el periodismo y en la burocracia internacional, la cartera de Relaciones Exteriores. Esos antecedentes llevan a pensar que Mario Lubetkin es capaz de entender la gravedad de los hechos que están ocurriendo en Venezuela, y el profundo error del gobierno en formación de mantener silencio ante la explosivas situación que aquel país vive en estas horas.

Mientras se discute en el equipo del presidente electo el rumbo a seguir, el Canciller Omar Paganini, junto a otros cancilleres de la región, se encuentra en Panamá acompañando el regreso del presidente electo Edmundo González a su país. Es de imaginar que este tema es un punto prioritario de la agenda de la transición, por lo cual sorprende el silencio que sigue rodeando el asunto, y la falta de trascendidos, filtraciones o el mero interés de la prensa en auscultar qué rumbo piensa tomar el nuevo gobierno.

Algo similar se aprecia en las redes sociales, donde la crisis venezolana es sistemáticamente ignorada tanto por dirigentes del Frente Amplio como por internautas muy activos y que suelen marcar tendencia en diversos temas.

Tan llamativo es el silencio, sobre todo cuando está en juego un tema identitario de la izquierda como es el de los derechos humanos, que alguna explicación debe tener. Y esa explicación conduce inevitablemente a los oscuros antecedentes, tanto políticos como de negocios, que los gobiernos del Frente Amplio, así como los de los partidos que lo integran, han mantenido con las administraciones de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro.

Yamandú Orsi tiene en sus manos la oportunidad de dar vuelta esa página opaca en los gobiernos frentistas, y al mismo tiempo alinear al Uruguay del lado correcto de la historia. Para entendernos mejor: actuar en la misma línea que el ex canciller Luis Almagro, que luego de dirigir la política exterior del Uruguay en el gobierno de José Mujica, en perfecta sintonía con el chavismo, una vez que llegó a la Secretaría General de la OEA tomó distancia de lo que había hecho en el pasado, y se convirtió en una referencia continental en la denuncia de los crímenes del régimen venezolano.

El ex correligionario de Orsi es una fuente de incalculable valor en estas horas de incertidumbre. Bien haría el presidente electo en escuchar al ex Canciller frenteamplista para formar su propio criterio sobre lo que está ocurriendo en Venezuela.

Persistir en el silencio, tratando de ignorar la gravedad de la situación, es un error profundo, que va a dejar descolocado a su gobierno cuando caiga la dictadura, incluso a un costo que es difícil de prever mientras se escriben estas líneas.

De toda la información disponible hasta ahora, el nombre de Yamandú Orsi no está asociado a ningún episodio de los tantos que en estos años han salpicado de suciedad la reputación de dirigentes y operadores cercanos al Frente Amplio.

Los problemas que asoman en el horizonte no hacen presagiar un gobierno llamado a navegar en aguas tranquilas. Razón de más para encarar una política exterior de Estado que cuente con el respaldo de todo el arco democrático del Uruguay, aunque eso le cueste dejar por el camino algunos malos compañeros.

Orsi y el Uruguay saldrían ganando. Y quizás también el propio Frente Amplio.