Por Claudia de Castro
Vivo en un barrio “cheto”: soy casi vecina de una reina de nuevo cuño cuya blonda cabellera contrasta con sus arqueadas cejas negras.
Y en este barrio pasan cosas: cosas raras.
Hace un par de noches (¡bien podían ser las 18:30!) fui al súper y aproveché el flete para llevar los “reciclables” y una insignificante bolsita de basura. ¡Y casi me pierdo!
Para tirar los residuos domiciliarios tienes que prepararte para caminar unos cientos de metros y cruzar una avenida de doble vía (y mucho tránsito) porque los tres contenedores de tu cuadra fueron redistribuidos (o destruidos, no entendí muy bien).
¿Necesitas un ómnibus que vaya por Bvar. Artigas? Prepárate para un boleto de 2 horas que te permite hacer todas las conexiones posibles porque no sabes dónde vas a ir a parar. ¡Ah! Más vale que salgas con tiempo.
Si acostumbrabas tomarte los que van por 21 para hacer conexión en Bulevar: ¡suerte empila! Porque ahora te dejarán en algún punto luego de desviarse por el puente de Sarmiento. Es preferible tomar los de Ellauri hasta avenida Brasil donde sigue pasando el fiel 121 (y después ves cómo llegas a destino). Hay que armarse de paciencia, mucha paciencia (como en la vieja publicidad de acondicionadores de aire) porque las obras en 21 de Setiembre van para largo.
No quiero ser pájaro de mal agujero pero, parece una manera de manifestar la contrariedad por la negativa a cambiar la circulación por esa calle.
Planteemos un ejemplo “hipotético”:
Primer acto: Una noche llegas a tu casa y encuentras que la calle está poblada de balizas (sin pozos, ¡oh, casualidad), carteles de no estacionar y nada que indique obras, por ejemplo: UTE, OSE, ANTEL, AFE, PLUNA, GAS SAYAGO…”Estamos trabajando para usted”. Recuerde el amable lector que esta zona está complicada para estacionar.
Segundo acto: A la mañana siguiente, un camión de ese ente innominado llega y abandona la escena (mutis por el forro) porque las balizas fueron movidas (aunque no había coches estacionados) y no podían hacer su trabajo (que aún desconocemos).
Tercer acto: Ahora las balizas y el cartel de no estacionar están sobre la vereda y hay un montón de coches estacionados. En buen romance: alguien cobra por su alquiler mientras la obra no se realiza (y también durante la obra porque seguramente cortarán la calle).
La mano viene complicada y algunos tratan de complicarla más (si cabe): unos “se sacan el lazo con la pata”, otros cuentan cuentos inclusivos y transversales y no falta quien le encuentra “el pelo al huevo” a cualquier propuesta con otros colores.
Noticia en proceso, continuaremos informando.