¿Quién está enganchado con la última temporada de “Borgen”? ¿Ya vieron “Intimidad” o “Anatomía de un escándalo»?
Hoy consumimos series y son tema de conversación y recomendación. Merecen un repaso y remontarnos a sus orígenes: el Siglo XIX, por aquellos tiempos se llamaban historias por entregas o folletines. La fórmula era acorde a los principios del Romanticismo: evadirse de la realidad, amores imposibles, corregir injusticias, personajes marginales que se convertían en héroes. Es decir: cumplir los sueños. El público quedaba cautivo de una historia cuyos episodios terminaban en un momento de suspenso.
Haremos una breve referencia a que los periódicos buscaban aumentar sus ventas; que los escritores, muchos de ellos con seudónimo porque se consideraba una categoría inferior, cobraban por hoja escrita (y alargaban los diálogos) o que la tipografía usada se adaptaba a un público poco habituado a leer.
Los avances tecnológicos son imparables. Llegó la radio y con ella, la nueva generación: el radioteatro, dirigido a un público mayoritariamente femenino. En los argumentos abundaban los hijos ilegítimos, los despidos inmerecidos y el triunfo final de la heroína.
Con los años, las telenovelas y las seriales policiales. Donde en cada episodio se resolvía un caso y había una historia subyacente que hacía de hilo conductor. Capítulo especial merecen las telenovelas donde podíamos encontrar hijos no reconocidos que se enamoraban de sus medio-hermanas; gemelos idénticos (aunque uno bueno y el otro malo, malísimo) que confundían a todos; testamentos falsificados y un largo etcétera.
Más allá del origen, evolución y avances tecnológicos, la gran pregunta es por qué el público permanece cautivo dos siglos más tarde. Podemos ensayar algunas respuestas: nos identificamos con algunos personajes; sabemos que la evasión de la realidad (sin leer) es histórica; la segmentación de mercado hace que encontremos alguna “a nuestra medida”…
Nada nuevo bajo el sol: el folletín tenía moraleja y la serie, mensaje. Ese mensaje puede permitirnos conocer realidades y muchas veces nos llega como panfleto de propaganda.
Y así, desde “El Conde de Montecristo”, pasando por el “Teatro Palmolive del Aire”, “Madre Coraje”, “Hawaii 5-0”, “Los Intocables de Eliott Ness” y “Dallas”, llegamos al amplio menú de series que disponemos en la actualidad