Saltar al contenido
Contraviento

El modesto “quiebre” de Azucena

16 abril, 2024

Los logros económicos del gobierno son un avance notorio sobre los 15 años previos, pero no representan un cambio fundamental ni duradero

 

El foro organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa obró como una especie de Rendición de cuentas para la gestión económica del gobierno. Fue manejada con sobriedad y autoridad por la ministra de economía, a quien esta columna ha destacado y destaca como la más eficiente jerarca de la Coalición.

Arbeleche calificó de “quiebre” el cambio en los recientes cuatro años, y ciertamente tiene razón. Tanto la utilización del déficit como herramienta de gestión como el manejo alegre de la inflación fueron características principales de los mandatos del Frente Amplio, lo que se notó en los resultados y en la debilidad de las cuentas nacionales.

Una prolija, minuciosa, puntillosa tarea, logró cortar el ascenso deficitario y también morigerar la inflación de modo importante, cosa nada fácil en especial cuando en un país es mandatorio ajustar todos los salarios por la inflación pasada, una garantía de perpetuidad de la desvalorización monetaria.

No olvidar el agujero fiscal global de la pandemia

Habrá que tener en cuenta el efecto negativísimo de la pandemia en todas las economías mundiales que confieren mayor importancia a esos logros. También habrá que recordar la lucha casi heroica de la ministra cuando la oposición y el Pit-Cnt reclamaban más gasto, más encierro de personas y de la economía, una suerte de pago de una Renta Universal y una emisión acorde, todas medidas que habrían sido ruinosas para los orientales.

En ese momento la jerarca resumió en gran estilo la posición opositora: “ustedes no quieren más aislamiento ni mejor salud, ustedes quieren más gasto”. Esa frase podría sintetizar la plataforma del Frente Amplio que acaba de darse a conocer.

La ministra se tomó también una sutil revancha cuando recordó que algunos economistas (que adhieren a los principios clásicos de la disciplina) consideraban que era imprescindible aumentar los impuestos, (cosa que no hizo, afortunadamente).

Dónde es posible discrepar de la ministra

Por último definió su gestión como la lucha indeclinable contra la inflación y quitó trascendencia al tipo de cambio al sostener que la competitividad se alcanzaba con un conjunto de medidas, no solamente con una corrección cambiaria.

Y aquí es donde es posible discrepar de la funcionaria y no exactamente en términos ni en temas menores. El tipo de cambio, como bien sostiene la ministra, es la resultante de un mercado libre, que no admite manoseos. También es habitual sostener en cualquier mesa de café, con o sin título habilitante, que con un dólar barato se ganan elecciones y con un tipo de cambio alto no.

A esa verdad milagrera que ni los sabios se atreven a discutir, porque en definitiva es la voluntad popular, o sea el deseo de la democracia (génesis misma de todo populismo e inflación) se le oponen algunas realidades que no se pueden desestimar. Y aquí la columna va a repetirse, porque se repiten los problemas conceptuales.

El aumento imprescindible y urgente del empleo privado

La primera es la impostergable necesidad de allanar los caminos para el aumento del empleo privado, o sea del único empleo que no termina costando más impuestos, más inflación y más deuda, que finalmente son la misma cosa, lo que omitió la ministra.

Justamente ese tipo de cambio que ha tornado a Uruguay en uno de los países más caros del mundo, tanto en su costo país como en su costo de vida en dólares, se opone diametralmente al crecimiento de la inversión, la competitividad, el bienestar, la exportación de valor agregado, al empleo en definitiva.

Esa situación es pavimentar el camino a quienes están dispuestos a conceder más subsidios, planes, reducción de la jornada laboral, aumento del empleo público y el costo del estado, reparto de jubilaciones generosas y ruinosas, y en consecuencia a aumentar hasta la confiscación impuestos al capital, al patrimonio, al ahorro, la mejor manera de reducir a algo cercano a cero la competitividad y consecuentemente la inversión, la radicación y la creación de puestos de trabajo de calidad y aun precarios.

La Coalición no hizo cambios sostenibles en el tiempo

El gobierno de la Coalición no debe equivocarse: no ha logrado generar ningún cambio que se sostenga en el tiempo y que no pueda borrarse de un plumazo por cualquier mecanismo. El de las jubilaciones es apenas un ejemplo. Estos logros que hoy se muestran son apenas un respiro, un favor que se le hace a la oposición para que pueda repartir más regalos populistas desde una posición financiera más cómoda. Un colchón, un pulmón para usarlo a voluntad.

El tipo de cambio se sube de dos maneras: bajando la toma de deuda o aumentando la importación. Pese a lo que sostiene la ministra, el sistema de importación sigue siendo oligopólico y con un sistema impositivo y reglamentario que lo favorece. El IMESI es,por caso, sin tener el nombre oficial de recargo o derecho aduanero, el mayor proteccionismo que se puede concebir.

El absurdo de que importar un producto sea más caro si lo hace un privado que si lo hace un despachante de aduana o un importador multipropósito, es una pequeña señal de ese mecanismo. Como lo es el haber mantenido la reducción de cuatro a tres veces por año la posibilidad de comprar en el exterior con una franquicia impositiva por un monto de compras ridículo. ¡Una compra online de un auricular de 40 dólares requiere una franquicia!

O la de obligar a utilizar un despachante de aduana para cualquier monto de compra por sobre 200 dólares. Curiosamente, todas las limitaciones a la importación coadyuvan a aumentar la inflación, que justamente se intenta combatir. En ese cuadro, la mejora en el rating crediticio no es una buena noticia. Es una incitación a la toma de deuda, que en rigor, debería evitarse.

El contrasentido de un mercado libre de cambios en una economía mixta y proteccionista

También lo es la decisión de no aumentar las reservas, que deberían seguir una relación constante con el PIB. Elementos que ayudarían a tener un tipo de cambio más competitivo, agregados a la baja de impuestos generales a las empresas y la producción, que no ocurrió, y a un equilibrio en la obra pública, que no debe ser nunca un motor de empleo, porque termina creando un mayor desempleo por el efecto del Dutch Disease.

El proteccionismo es, en todas las circunstancias y en todo lugar, enemigo del crecimiento y del empleo, aun cuando asegure lo contrario; y la fuente más directa de prebendas y delitos con el estado, o contra el estado, o sea contra la sociedad. Los orientales lo saben muy bien, como conocen muy bien quiénes se han beneficiado de ese sistema de «vivir con lo nuestro».

El tipo de cambio, como bien sostiene la ministra, es la resultante de un mercado libre. Aunque resulta muy difícil lograr que mientras el mercado cambiario sea como corresponde totalmente libre, el resto de la economía sea mixta y proteccionista. El resultado no puede ser justo, ni siquiera viable.