Las próximas elecciones no auguran propuestas de fondo para ningún cambio serio, seguramente porque todo está bien. Pero ese vacío tiene un peligro mentiroso
Tanto las internas como las futuras elecciones generales no parecen encaminarse a realizar propuestas de fondo ni valiosas. En el Frente Amplio, ahora abrazado con exclusividad a su estandarte marxista, seguramente fruto de su takeover por parte del PIT-CNT, su precandidato Orsi parece arrepentido de haberse mostrado como moderado, y quizás forzado por sus líderes se siente obligado a aparecer como combativo, distribuidor, repartidor, indignado y justiciero.
Le será difícil volver de ese lugar cuando tenga que convencer a los sectores que supuestamente pertenecen a algún lugar llamado “centro”, “indecisos”, “no ideologizados”, “independientes” o como se les quiera llamar, asumiendo que ello exista y no sea una mera expresión de anhelo.
Su contrincante Cosse debería ser la preferida del oficialismo, porque es muy difícil creer que el frenteamplismo haya tomado en serio o al menos inocentemente sus ideas faraónicas arenistas, mucho menos sus costos. Ni es fácil creer que su ejemplo de una ciudad mugrienta, mal iluminada y mal cuidada o de eliminar las papeleras como una medida para fomentar la limpieza haya apasionado a sus seguidores. No se debería menospreciarlos en su inteligencia.
Tampoco su idea de congestionar insoportable y costosamente el tránsito y destrozar la Avenida 18 de julio y la rambla con caras bicisendas es un gol del triunfo. A menos que los agujeros y derrumbes que llevan varios meses o años sin ser reparados en varias zonas de la rambla indiquen que esas bicisendas serán subterráneas, en un alarde de modernismo.
Orsi es más peligroso
Orsi es más peligroso como candidato para la Coalición justamente por lo opuesto. Por haber mostrado una cara simpática al capital, a la inversión, a la generación auténtica de trabajo privado, el único aumento de empleo posible. (No importa si convencido o no) Habrá que ver lo que ocurre si esas características se inmolan ante la ideología siempre fracasante del gramscismo local.
En cuanto a Cosse, que este año endureció su ataque impositivo sobre los propietarios, enemigos preferidos del neocomunismo, tiene aún la suerte de que no hay lista de precios por metro de ciclovías, lo que torna legalmente impune cualquier irregularidad en ese aspecto.
Dejando de lado los detalles económicos, como diría la Intendente de Montevideo, la ciudad que está colaborando en destruir tiende a semejarse – salvando las distancias – a la concepción aldeana y de democracia a mano alzada de estilo sindical de la ciudad de 15 minutos, la construcción woke dictatorial que está impulsando esa nueva careta de la izquierda en el mundo.
Del lado de la Coalición Multicolor las precandidaturas tampoco muestran un currículo entusiasmante. Tal vez porque el presidente monopolizó su liderazgo y lo fortaleció sobre todo hasta la pandemia incluida, a lo que se agrega su limitado intento con la LUC.
El hecho de que sus candidatos más factibles, al menos hasta ahora, sean de un partido minoritario dentro de la Coalición es una fuerte desventaja, tanto para producir un reagrupamiento imprescindible en una renovada alianza, como para movilizar el voto.
No se advierten aún con claridad sus nuevos líderes en el plano electoral, ni por sus ideas, ni por su gestión ni por su personalidad. La desvaída presencia de Raffo en ese contingente no colabora en superar ese nivel.
Lacalle, un lame duck anticipado
También Lacalle empezó a ser un lame duck (pato rengo) un poco antes de lo que correspondía. Le dio una carta de triunfo al FA cuando aprobó sin consenso y de apuro la reforma previsional, a criterio de esta columna con el objeto de complacer a alguna calificadora de crédito burocrática con economistas a la distancia, que ya se verá en los comentarios que siguen que no es un arma menor, en contra.
Y no acertó con la comunicación al menos pública con el presidente argentino. Esa cuestión era y es fundamental. No ya por la menudencia de un metro más o menos de dragado del puerto que Milei resolvió de un plumazo, sino porque Argentina es el único aliado que tiene Uruguay en la lucha para salir del monopolio del Mercosur, manejado por la industria brasileña, mandante de Lula.
Porque a fin de no caer en engaños, la única opción de crecimiento tanto de Uruguay como de Argentina es exportar, y específicamente a China y su área de influencia. Ni Estados Unidos ni Europa están dispuestos a aumentar significativamente su comercio, empeñados en un proteccionismo suicida con distintas excusas, suicido que se llevará puestas primero a las economías más pequeñas o menos desarrolladas.
En ese sentido el oficialismo no ha hecho demasiado. Al contrario. Al mantener su proteccionismo y sus prebendas importadoras, ha logrado un tipo de cambio que destrozará la exportación y el empleo, en particular a las medianas empresas transformadoras. Esta suerte de falta de ambición en las miras está presente hoy en esta campaña, por encima de lo que se hable, se prometa o se critique.
El tercer «protagonista»
Como un tercer protagonista en eterna discordia debe colocarse a Cabildo Abierto, autocondenado a traicionar a su alianza, porque carece de una ideología de fondo, lo que lo lleva a defender la Caja Militar como si se tratase de una colina clave, o a tratar de rescatar con dinero ajeno a los deudores morosos, una típica política salvífica y populista que es puro estatismo y anticapitalismo y penaliza al cumplidor, lo que transforma cualquier acuerdo con este partido en un peligro y un obstáculo.
Si hubiera un momento donde su voto fuera decisivo y crucial para el futuro, la columna teme que ese voto se inclinaría a favor del Frente Amplio. La sola idea del plebiscito del alivio de deuda, que por sus características demagógicas puede tener mucho apoyo, (porque Dios protege a los malos cuando son muchos) es un quintacolumnismo en las posibilidades de la Coalición.
Lo cual deja casi como tema excluyente en el debate electoral el plebiscito por la reforma de la reforma jubilatoria. La idea de que la cabeza del votante dividirá en un perfecto programa de Inteligencia Artificial el plebiscito de las elecciones generales es simplemente un sueño húmedo.
Tarde o temprano el Frente, como hizo con la LUC, adoptará el plebiscito como propio, cosa que aún no hace con el fin de no espantar a los supuestos moderados que quieren mezclar dos sistemas que no pueden ser mezclados sin explotar. Y tarde o temprano la Coalición tendrá que salir a explicar por qué esa idea es fatal. Y tarde o temprano una parte no menor del electorado lo creerá posible y justo, como siempre o más que siempre.
Nadie se animará a decir cuál es el país que propone
Y no hay mucho más a discutir en estas elecciones. Porque nadie se anima a decir cuál es el país que propone y lo que hará para lograrlo, para no espantar a los moderados o indiferentes. (Que eran los vomitados por Dios, dirían los odiados cristianos ¿verdad?)
Ese plebiscito marca claramente los dos modelos posibles de país futuro. Que no tiene posibilidad alguna de ser cualquier clase de promedio entre ambos. Ni modo, ni tiempo.
Porque la propuesta reforma jubilatoria no está basada en ningún supuesto técnico de nadie, de ninguna orientación. Parte del obsoleto criterio de la plusvalía marxista y supone que “el estado” o sea la sociedad, tiene que mantener al trabajador trabaje éste o no, produzca o no, genere plusvalía o no, y debe mantenerlo sin trabajar media vida útil no importa a qué costo. Es un déficit fiscal deliberado, cruel, cínico, populista, engañoso y ruinoso.
Es algo peor. Es la negación del ahorro, del esfuerzo, de la superación, del mérito de la propiedad privada, y no es en beneficio de los trabajadores, porque este tipo de acciones nunca lo han sido, aunque sus actuales promotores tengan la insistencia y la desvergüenza de sostenerlo con la impunidad del materialismo dialéctico en todo el mundo y desde siempre.
La propuesta electoral del frente es destruir el capitalismo
Porque la propuesta electoral de fondo del frenteamplismo, que tanto esconde y simula negar, es destruir todo vestigio de capitalismo. Desde la confiscación de las AFAP, un robo a mano plebiscitaria, ya que no a mano armada, que derrumbará de un solo golpe la inversión el crédito y la seguridad jurídica, estafará a los aportantes y enriquecerá a los burócratas.Hasta el ataque impositivo desaforado contra el ahorro, los capitales, las tenencias, los bienes, las ganancias, las empresas privadas, el consumidor. Ese ataque que ya no tendrá la contención de los viejos frenteamplistas, sino la voracidad de los nuevos.
Y no habría que engañarse: esa será la propuesta final electoral del Frente Amplio. Y la Coalición tendrá que oponerle sus argumentos y razones. Porque cuando la sociedad advierta la dimensión de la grieta que se está profundizando de este modo si se impusiera el Frente, no la aceptará. Porque el plebiscito es la excusa perfecta para la ansiada y resentida redistribución de la riqueza. (Ajena)Y como toda economía de planificación central la burocracia intentará imponerla por algún formato de fuerza. Una autocracia democrática o no.Y eso es finalmente lo que está en juego. No ya el presupuesto, no ya la inversión, no ya la seriedad fiscal, no ya el bienestar: la libertad. Entonces, en vez de importar de China productos y exportarle los propios, se importará su sistema político.
De eso se tratan las próximas elecciones. Sólo de eso. No se podrá ser «moderado» ni indeciso. ¿Tampoco valiente?