
Arturo De León
Este domingo, Uruguay se encuentra ante una elección histórica. El país está en una
verdadera «cruz en el camino»;, donde los votantes deberán decidir entre dos rutas
diametralmente opuestas: el populismo o la continuidad de un gobierno que avanza hacia una
segunda etapa de reformas. En un contexto regional marcado por crisis económicas y sociales
en países que han incursionado en el populismo, como Venezuela, Argentina, Bolivia y
Ecuador, la decisión que tomen los uruguayos tendrá profundas repercusiones.
El actual gobierno ha liderado una serie de reformas estructurales, como la de la seguridad
social y la reforma educativa, ambas orientadas a modernizar el país y asegurar la
sostenibilidad económica y social a largo plazo. Estas transformaciones, aunque necesarias,
han enfrentado una fuerte resistencia de sectores que buscan preservar el status quo y se
oponen al cambio. Esta negativa a ajustarse a nuevas realidades, ya sea por motivos
ideológicos o electorales, se asemeja a las dinámicas que han sumido a otras naciones en
crisis.
La reforma de la seguridad social, por ejemplo, es crucial para enfrentar el desafío del
envejecimiento poblacional y asegurar que el sistema de pensiones sea sostenible en el
tiempo. Sin embargo, ha sido blanco de críticas por parte de quienes prefieren mantener las
estructuras actuales, a pesar de que éstas se vuelven cada vez más insostenibles. De manera similar, la reforma educativa busca preparar a las nuevas generaciones para un futuro laboral
cada vez más complejo, pero también ha sido resistida por sectores que no quieren abandonar
el modelo tradicional.
Este rechazo al cambio es preocupante, ya que puede poner a Uruguay en el mismo sendero
que otros países latinoamericanos que han experimentado crisis tras adoptar políticas
populistas. En Venezuela, el populismo exacerbado llevó a una catástrofe humanitaria y
económica. Argentina sigue atrapada en ciclos de inflación, pobreza y deuda. En Bolivia, el
modelo extractivista de Evo Morales mostró su fragilidad cuando los precios de las materias
primas cayeron, y en Ecuador, las políticas redistributivas de Rafael Correa dejaron una
deuda insostenible.
Uruguay, hasta ahora, ha logrado evitar caer en estas trampas. Sin embargo, la decisión de
este domingo podría cambiar ese rumbo. La elección entre un gobierno que sigue apostando
por las reformas necesarias, o una opción populista que promete proteger derechos
inmediatos sin resolver los problemas estructurales, será determinante.
Conclusión
Los uruguayos se enfrentan a una disyuntiva clara: continuar por el camino de las reformas
que aseguren un futuro más estable y próspero, o arriesgarse a un modelo populista que,
aunque pueda parecer atractivo en el corto plazo, ha demostrado ser insostenible en el largo
plazo. Este domingo, la «cruz en el camino»; marcará el destino del país por muchos años.