Roque García
Napoleón, indiscutible genio militar, también cometía errores, incluso en el apogeo de su fama. Un ejemplo de ello es la célebre batalla de Marengo, en Italia, en 1800. Tras el audaz cruce de los Alpes, logró sorprender a los austriacos y situarse a su retaguardia, cortando sus líneas logísticas en una maniobra brillante, digna de su reputación. Confiado en su éxito, dispersó sus fuerzas para cerrar la trampa y evitar que el enemigo escapara.
Sin embargo, los austriacos, lejos de desorganizarse, habían concentrado sus tropas y decidieron forzar su escape por un único punto. Allí atacaron con fuerza arrolladora, superando con facilidad la débil línea francesa que les hacía frente.
Para el mediodía, la situación era desesperada: la batalla parecía completamente perdida. Napoleón, en un raro error de cálculo, había subestimado la astucia de sus enemigos, quienes lo habían llevado al borde de la derrota. Ante la crisis, llamó a los refuerzos, y un joven general, al evaluar la situación, le dijo: «Esta batalla está totalmente perdida, pero son las dos de la tarde. Tenemos tiempo de ganar otra». Lo que siguió cambiaría el curso de la historia.
Y así fue. Con un contraataque fulminante, el curso de la batalla cambió. El joven general pagó con su vida la valentía de revertir la derrota, y cuenta la leyenda que esa noche, abatido por la pérdida de su amigo, Napoleón cenó el hoy famoso «Pollo a la Marengo», un plato improvisado por su cocinero con los ingredientes disponibles: pollo, cebollas y un poco de alcohol.
Hoy, en el ámbito político, la sensación es similar. Esta batalla está perdida, pero aún estamos a tiempo de ganar la próxima: las elecciones departamentales, donde se juegan los segundos y terceros niveles de gobierno. No será fácil. La reciente elección demostró algo claro: los votantes no son ovejas. Pedir el voto para uno mismo no es lo mismo que pedirlo para un tercero, por más que sea del mismo bando. Esa diferencia, que parecía menor, se ha convertido en un desafío crucial para la Coalición Republicana.
El desafío de una coalición diversa
Coaligar partidos de amplia base o con estrategias «catch-all» (atrapa-todo) es mucho más complejo de lo que parece. Tanto el Partido Nacional como el Partido Colorado han integrado históricamente sectores de derecha, centro e izquierda moderada, fruto de su estrategia de amplitud ideológica. Sin embargo, cuando esos partidos se suman en una coalición, surgen tensiones, particularmente de cara a las elecciones municipales.
Supongamos que la Coalición Republicana presenta tres candidatos en Montevideo: uno de perfil más a la izquierda, otro más al centro y otro a la derecha. Sobre el papel, esta distribución cubriría todo el espectro ideológico. Pero, ¿qué sucede con los ediles?
El problema radica en que los ediles representan sensibilidades locales y, en muchos casos, sus electores no se sienten cómodos apoyando a un candidato de perfil distinto al de su sector, especialmente en una ciudad como Montevideo, donde la competencia es cuesta arriba para la oposición. ¿Cómo convencer a un edil de militar por un candidato cuya línea ideológica no comparte?
Una solución necesaria
La solución más evidente sería que los ediles representen a la Coalición Republicana en su conjunto, no a un partido específico dentro de ella. Esto permitiría que apoyen o no a los candidatos a intendente según su afinidad ideológica, independientemente del reparto interno. En otras palabras, la coalición debe permitir una dinámica más flexible en las elecciones municipales, abriendo espacio tanto a sensibilidades de izquierda como de derecha liberal.
Sin esta solución, la Coalición corre el riesgo de convertirse en una mera «juntadera», una cooperativa electoral sin mística ni verdadera unidad. Y la consecuencia será la falta de resultados no solo en 2025, sino también en 2030.
La militancia como clave
Sin militancia no hay victoria, pero la militancia necesita espacios: clubes políticos donde se construya identidad y compromiso. Estos clubes, ¿serán de la Coalición Republicana o de cada partido por separado? Además, la militancia necesita un programa de gobierno. El anterior, elaborado por el equipo de Laura Raffo, fue correcto pero excesivamente economicista. El resultado ya lo conocemos. ¿Se pretende repetir el error, o se permitirá a la militancia participar activamente en la elaboración del próximo programa?
El tiempo es oro, y después de una derrota, corre aún más rápido. Es vital actuar ahora.
Volviendo a Marengo
El general que salvó la situación en Marengo tomó la iniciativa al escuchar los cañones, regresando al campo de batalla sin esperar órdenes. Fue esa decisión audaz lo que cambió el destino del día. Napoleón, pese a sus errores, siempre supo elegir a sus subalternos: personas tan capaces como él o incluso más.
Esa es la gran lección de esta historia. Las grandes victorias requieren liderazgos fuertes, estrategias claras y equipos comprometidos. El desafío para la Coalición Republicana es lograrlo. ¿Podrán aprender de Marengo?