
No se trata de contar coliformes, sino de evitar verterlos al Río de la Plata.
Las aguas residuales de Montevideo se vierten al río sin tratamiento ni desinfección. Los principales arroyos desembocan sin contención alguna. En tanto que numerosas bocas de descarga desaguan directamente al río. Si bien el mayor volumen de los efluentes se canaliza a través de la red de saneamiento hasta el emisor submarino de Punta Carretas, este lugar solo aplica tratamiento primario de filtrado antes de derivar los efluentes al río.
Este conjunto de hechos es parte del antiguo sistema que confiaba a la acción del río la efectiva disolución de los contaminantes. Los datos actuales, y los hechos, indican que ya no es un sistema seguro para preservar la salud de la población, las actividades económicas y el sistema ecológico costero. Tampoco es un sistema compatible con los enunciados sobre medio ambiente que suele enarbolar la política. Podría decirse que estamos con el agua al cuello.

Sentados en el muelle de la bahía
Cada día, sin filtrado o tratamiento, los arroyos Pantanoso, Miguelete y Carrasco desaguan en el Río de la Plata. Sus cauces arrastran descargas industriales, domiciliarias e incluso residuos. Se le suman 46 lugares en la bahía y costa de Montevideo con vertedores directos. Parte de ellos estarían descargando aguas pluviales mezcladas con aguas servidas.
La mayor parte de los efluentes de Montevideo (1,3 millones de habitantes) se canalizan por la red de saneamiento hasta la Planta de Pretratamiento en Punta Carretas. No obstante, su sistema de filtrado solo retiene grandes sólidos y parte de los sedimentos. No realiza tratamiento biológico ni de desinfección de las aguas residuales.
Por lo que tal volumen de descargas de aguas residuales sin tratamiento adecuado está ocasionando un significativo y constante nivel de contaminación y deterioro del ecosistema costero, afectando la calidad de vida de los montevideanos y las actividades económicas.
Acariciando lo áspero
El actual sistema de saneamiento y drenaje atiende un área de aproximadamente 15.500 hectáreas, cubriendo las necesidades de algo más del 93% de la población de Montevideo. Los efluentes generados se canalizan por la red de saneamiento hasta el emisario de Punta Carretas. Ya hemos visto que este lugar solo cuenta con filtrado grueso para sólidos y 15 minutos de sedimentación antes de ser derivados al río.
El resto de la población, unas 235 mil personas, no está conectada a saneamiento. Utilizan pozos negros o zanjas de descarga directa a cañadas o arroyos. Estos efluentes no tratados fueron calculados en unos 17 mil metros cúbicos diarios. Los cuales indefectiblemente escurren a las cuencas de los arroyos Pantanoso, Miguelete y Carrasco y de allí al río, o derivan de manera directa al Río de la Plata. Se suman al volumen mayor de efluentes industriales. Conformando un caldo fétido y de alto riesgo que escurre lentamente hasta desembocar en la Bahía de Montevideo. En el caso del Arroyo Carrasco, directo al Río de la Plata.
La cuenca que más aporta a la contaminación es la del Arroyo Pantanoso. Por lo que era esperable que la nueva Planta de Pretratamiento de Punta Yeguas (en construcción) que atenderá sus efluentes y al resto de la zona oeste, considere este detalle. Sin embargo, no incluirá tratamiento biológico y desinfección de efluentes. Aunque sí incorporaría un sistema de tamiz más exigente que en Punta Carretas, que retenga arenas y grasas.
Los datos surgen del Plan Director de Saneamiento y Drenaje Urbano de Montevideo (PDSDUM). Plan que rige las obras pasadas, actuales y futuras para el saneamiento de la ciudad.

Mirando fluir al río
Mucho se habla de «ciudades verdes» o «ecológicas». Sin embargo, ningún funcionario actúa sobre los aspectos que en realidad transforman a una ciudad en «amigable con el ambiente».
Hemos mencionado que el sistema de tratamiento de efluentes que utiliza Montevideo consiste en dispersar las aguas residuales lo más lejos posible de la costa, confiando en la acción de disolución de las aguas del río. Observamos que en el mundo, en la actualidad, tales efluentes se procesan mediante sucesivos filtrados y procesos biológicos, físicos y químicos, para ser reutilizadas en industrias y agropecuarias.
Es que el resultado final de este proceso de filtrado y desinfección deja a las aguas tratadas en condiciones de uso industrial, agropecuario o de mejorar la calidad de ríos o mares donde son vertidas. A modo de ejemplo; Arabia Saudita está construyendo siete plantas de tratamiento de aguas residuales con el objetivo de procesar el 90% de sus efluentes para la producción. Israel ya procesa casi el 90% de sus aguas residuales, destinándolas a la agricultura y otras actividades. Eventualmente, las aguas tratadas con este sistema, pueden reingresar a sistemas de potabilización para consumo humano o animal.
Virtudes públicas y privadas
El Plan Director, que ya hemos citado y es un muy importante y completo documento oficial, expresa con relación al Río de la Plata: «La contaminación microbiológica es también elevada, con concentraciones de coliformes fecales en agua que superan los estándares exigidos en la Normativa Nacional, disminuyen la calidad del hábitat, impiden la persistencia de las especies y sus poblaciones y degradan los ecosistemas fluviales».
En contraposición, el Artículo 47 de la Constitución de la República, referida a Derechos, Deberes y Garantías, expresa: «La protección del medio ambiente es de interés general. Las personas deberán abstenerse de cualquier acto que cause depredación, destrucción o contaminación grave al medio ambiente. La ley reglamentará esta disposición y podrá prever sanciones para los transgresores».
Por lo que resulta evidente que se debería tender a mejorar con urgencia el sistema de saneamiento y disposición final de las aguas residuales de Montevideo. Para cumplir con las obligaciones que emanan de la Constitución de la República, y también, para ser coherentes con los habituales discursos ambientalistas que se suelen enunciar. De lo contrario, el prístino espíritu ecológico que suele embeber a los responsables de gestión, no sería nada más que una postura oportunista.
Nota: La imagen de cabecera corresponde al cruce de Camino de las Tropas sobre el Arroyo Pantanoso.