Escribe Alfredo Bruno
Isabel II, Un Destino Marcado.
Nacida en Londres en 1926, primogénita de los Duques de York, durante los primeros años de quien sería conocida en todo el mundo como Isabel II nada indicaba el papel fundamental que le tocaría, en tanto recién ocupa un sitial de privilegio en la línea de sucesión al trono en 1936, cuando ante la abdicación del Rey Eduardo VIII el hermano de éste, padre de Isabel, debe asumir el inesperado reinado, como Jorge VI.
En efecto, la Reina que hoy despide el mundo entero debe su reinado al sonado caso de «el Rey que abdicó por amor», motivo de toda clase de folletines y producciones románticas, si bien hoy se maneja que sus inclinaciones filo nazis no fueron ajenas al episodio.
Así, la joven Isabel se convierte en la Princesa Heredera, en una época de alta crispación mundial, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, donde daría inicio a sus actuaciones públicas. En 1940, con catorce años, realizó su primera emisión de radio para el programa de la BBC Children’s Hour, con consignas de aliento al esfuerzo bélico. Ello se complementaría más tarde, cuando sirvió como conductora y mecánica en el Servicio Territorial Auxiliar, en un hecho inédito que fuera una de las primeras demostraciones de su carácter, así como cuando en el Día de la Victoria salen junto a su hermana Margarita a celebrar solas la victoria contra el Eje, mezcladas anónimamente entre la muchedumbre.
La juventud de la futura monarca no fue, claro está, ajena a su destino y desde muy joven asumió la representación real, en visitas a los por entonces aún casi interminables dominios ingleses, así como a sus aliados.
En el marco de una de esas extensas giras se produce justamente la muerte de su padre, el Rey Jorge VI, en 1952. Su coronación formal se produce el 6 de febrero de 1953, durante el último periodo como Primer Ministro de Sir Winston Churchill, dando así inicio al reinado más largo en la historia británica.
Reinado con Grandes Cambios
Los cambios fueron, tal vez, lo único constante en la larga vida de la monarca, fruto de las épocas y sus circunstancias. Así, lo que fuera el Imperio Británico fue mutando a la Commonwealth, y la figura real paso de ser la Soberana Absoluta a constituir «símbolo de la libre asociación de sus miembros», en una gigantesca victoria política que aseguró la permanencia de la preeminencia británica en gran parte del orbe.
Ello tuvo como incuestionable protagonista a Isabel II, quien se constituyó como la monarca con más visitas oficiales en la historia, siendo además destacada artífice en lograr la firma de los Tratados de Roma, en 1957, que sentaran las bases para la futura Comunidad Económica Europea.
No en vano Isabel se consideraba como la mejor Embajadora del Reino, y así no dudó en presentarse ante la Asamblea General de la ONU e incluso ante el Congreso de los Estados Unidos, así como en recibir en su doble condición de Reina y Cabeza de la Iglesia Anglicana al Papa Juan Pablo II, en la primera visita de un pontífice católico en casi 500 años a las islas.
Con luces y sombras, es indiscutible que constituyó el símbolo de su nación, y que cumplió cabalmente la promesa que, aún como Princesa Isabel, realizara a los 21 años en una de sus primeras intervenciones radiofónicas: «Declaro ante ustedes que mi vida entera, ya sea larga o corta, será dedicada a vuestro servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial a la que todos pertenecemos»
Una vida iniciada entre fotografías en blanco y negro y transmisiones mono por onda corta, y que llega a su fin en streaming 8K, marcada siempre por una firme convicción de servicio y cumplimiento de sus obligaciones.
No es un mal ejemplo.
God Save The Queen