Humor
Los Politecantropus Correctus
Por Pablo Vierci
Investigadores de la Breakfast University del Reino Unido descifraron recientemente lo que conocen como el Politecantropus Correctus, al que consideran el famoso “eslabón perdido” entre el hombre de Neanderthal y el Homo Sapiens, evolución que dio como resultado al ser humano tal como lo conocemos.
El reciente hallazgo es importante para entender a la sociedad contemporánea, porque el “eslabón perdido” posee características que han permitido que el Politecantropus Correctus se haya conservado, en algunos de sus rasgos más peculiares, por decenas de miles de años.
Los estudiosos de la Breakfast University concluyeron que el Politecantropus Correctus abunda en las estepas latinoamerianas (prácticamente ha desaparecido en los otros continentes) y que eso explicaría por qué en Latinoamérica ocurren hechos que en el resto del mundo occidental no suceden (los de la Breakfast no estudiaron aún otras civilizaciones).
Entre sus cualidades más visibles, el Politecantropus Correctus posee una encomiable percepción de sí mismo (se considera “moralmente superior”, (“morally superior”, en su formulación inglesa) pero al mismo tiempo, en contrapartida, tolera y hasta venera a todos los que cometen las mayores atrocidades (similar al tiempo de las cavernas, hace 200.000 años) de otros semejantes, siempre y cuando los consideren parte de su tribu, la de los “moralmente superiores”.
La “superioridad moral” no tiene por qué justificarse ni explicarse en actos, ni en hechos históricos, ni tampoco en ideas, ni mucho menos en números, sino que es “una convicción interior, lo que hoy se llama una auto percepción”, según el “paper” de la Breakfast.
En su psiquis rescatan, como sus antepasados de las cavernas, la figura del tótem, (objeto sagrado considerado emblema protector de la tribu) y en consecuencia todos los que veneren a los mismos tótems, pasan a ser, para los Politecantropus Correctus, automáticamente “moralmente superiores”. Por eso si los Politecantropus Correctus asesinan a sus conciudadanos, pero lo hacen por causas superiores, es decir vinculadas a esa “superioridad moral” que creen detentar, venerando a los mismos tótems, no solo lo admiten sino que lo aplauden con fervor.
Entre los tótems que veneran los Politecantropus Correctus, aseguran los estudiosos de la Breakfast University, figura en primer lugar el barbado personaje de Fidel Castro y su Revolución Cubana, individuos que para un público no entendido resulta ridículo e intrascendente como Nicolás Maduro, pedófilos tiranos como Daniel Ortega, personajes condenados por corrupción como Cristina Kirchner, líderes insondables como Evo Morales o titubean sin atreverse a emitir opinión ante organizaciones terroristas que atentan contra las democracias, como es el caso de Hamas en Medio Oriente. Los Politecantropus Correctus veneran a todo dictador que surja en el planeta y comparta con ellos una retórica de arengas que contenga algunos de estos patrones: devoción por el experimento fallido de la Unión Soviética, odio a Estados Unidos e Israel, desconfianza con las democracias y la forma republicana de gobierno y amor inconfesado por todo tipo de movimientos violentos de elite, los que se alzan contra gobiernos elegidos por mayorías (“burgueses alienados”, según su nomenclatura).
Inmediatamente que visualizan a un Politecantropus Correctus íntegro como los ejemplos antes mencionados, los convierten en tótems a los que adoran en forma cuasi religiosa, como sus ancestros lo hacían con los gigantescos Bisontes Rabones, que miles de años después sirvieron de aperitivo para los tiranosaurios.
Entre sus peculiaridades psicológicas, los estudiosos de la Breakfast University destacan un “infantilismo que los convierte en eternos liceales aunque gasten barbas blanca”, que luchan por una utopía etérea, que no se ha materializado jamás, pero que puebla sus sueños y sus debates febriles, y les da un sentido de pertenencia, o, en inglés, un “life’s sense”, que de otro modo carecen y los llena de desasosiego.
Acompañan a estas peculiaridades un resentimiento por el mundo adulto, un odio por la meritocracia, porque les priva de sus caprichos para repartirlos con demasiados conciudadanos, una desconfianza ancestral por la monotonía de la vida pacífica de las democracias, porque en sus recursos psíquicos requieren más adrenalina que el común de los mortales.
En el fenotipo, aseguran los estudiosos de la Breakfast, son de ademán agresivo, intolerantes con quienes no comparten su cosmovisión, pero al mismo tiempo muy aficionados al buen pasar, la ropa de marca y la buena mesa. Su convicción de su “superioridad moral” es para ellos tan obvia y manifiesta, tan indubitable, que les permite fácilmente convertirse en líderes de opinión, particularmente en áreas intangibles como la cultura, porque los otros descendientes de otras ramas del Homo Sapiens, de natural más pacíficas, no desean volver a tomar el garrote para defenderse como sus antepasados (“un atávico instinto de supervivencia contra los predadores en la parte exterior de la caverna”, según el “paper” de la Breakfast) ni quedar “cancelados” o excluidos, como los parias que poblaron el planeta en la Edad Media.
El Politecantropus Correctus habita fundamentalmente en ciudades, preferentemente en barrios costeros, y tienen muy aguzado el sentido del olfato, como sus antepasados de las cavernas, por lo que olfatean a la distancia a lo que en el vocabulario moderno se llama el “pobrerío”, del que huyen como el diablo de la cruz. O sea si bien el Politecantropus Correctus basa todo su andamiaje intelectual en torno a la defensa de los más necesitados, por su “supremacía moral”, prefiere estar lo más lejos posible de lo “andrajoso”, por ese desarrollo exorbitante del sentido del olfato.
Desde lo genotípico, poseen más genes dominantes que recesivos, de suerte que si un progenitor es Politecantropus Correctus, y el otro es Homo Sapiens, hay 75 por ciento de posibilidades de que la prole sea Politecantropus Correctus. Al 25 por ciento restante le queda conformarse con una vida azarosa donde deberá esconder o disimular sus convicciones para no ser avasallado por los “moralmente superiores” de la familia.
Tenaces, persistentes, como su vida entera gira en torno a la militancia en pro de esa cosmovisión, con muy poca tolerancia a la frustración, el Politecantropus Correctus arremete con ferocidad, como sus ancestros en las cavernas, con cualquiera que piense diferente, dejándolo extenuado, con la lengua afuera, tachándolo con vocablos del mundo contemporáneo, como “fascistas”, “fachos”, “reaccionarios”, “multifruta”, “capitalistas” o “sionistas”.
El hallazgo de la Breakfast University explica, además, buena parte del atraso de América Latina en relación al llamado Primer Mundo.
La pregunta que surge es si el Politecantropus Correctus puede evolucionar hacia formas más amigables, como lo hizo el Homo Sapiens. Lamentablemente los estudiosos de la Breakfast University no son optimistas, porque entienden que es difícil disuadirlos con argumentos racionales, o con data histórica, o económica, o humanista, pura y dura. En este sentido los estudiosos de la Breakfast aseveran que “esto viene de mucho tiempo atrás, han desaparecido los dinosaurios, los pterodáctilos, pero los Politecantropus Correctus siguen tan campantes”.
Discutir con un Politecantropus Correctus es una experiencia frustrante, aseguran los estudiosos de la Breakfast, porque no manejan argumentos ni emociones sino convicciones irracionales que vienen del fondo de los tiempos, que los enceguece. En los estudios de laboratorio realizados han detectado cómo, en una discusión en relación a algo que les parece indubitable, les surge repentinamente una aureola sanguínea en torno al iris, que rodea a la pupila, lo que revela que el hemisferio izquierdo del cerebro, que se especializa en el procesamiento de la información verbal y numérica, se bloqueó y regresó a la caverna y hasta que no termine el tema, que debe ser de su agrado, el iris no recupera su color natural, perdiendo la aureola sanguínea que en otros tiempos significaba el preámbulo de apelar al garrote como elemento disuasivo.
La única forma de evitar el predominio de los Politecantropus Correctus, aseguran los británicos de la Breakfast, es mediante el voto secreto (una fórmula que los hizo prácticamente desaparecer en el resto del planeta y que se rige por cánones deductivos o lógicos).