El tardío inicio del proceso fundacional de Montevideo

 

Por Fernando Lúquez Cilintano *

(Especial para Contraviento)

    La costa norte del Río de la Plata y toda la región ubicada a la Banda Oriental del río Uruguay se constituyó –recién a partir de los siglos XVII y XVIII- en una región geopolítica de frontera entre los dominios de España y Portugal, respectivamente.

    El siglo XVIII se caracterizó por ser un tiempo de disputas bélicas y transacciones diplomáticas donde las coronas rivalizaban por estas “tierras de ningún provecho”, pues sólo la adventicia riqueza que ofrecerá el ganado cimarrón introducido por Hernandarias cien años antes, estas tierras suscitaron su interés por su desarrollo pecuario. 

   La fundación de la Colonia Do Sacramento en 1680, en frente a Buenos Aires, por parte de Portugal,  constituía un dolor de cabeza para los Reyes de Castilla. 

   Tuvieron que pasar cuarenta años (1720) para que se facultara a “Zabala, Gobernador y Capitán General del Río de la Plata, para poblar los puntos de Montevideo y Maldonado. En esa virtud acordó algunos privilegios y pasajes gratis a los que quisiesen pasar a poblarse. Jorge Burgues fue el primero que resolvió en 1723 venir a efectuarlo en Montevideo, que eran un campo desierto. Construyó una casucha de piedra, y enseguida un rancho, cultivó un pedazo de tierra y plantó algunos árboles. A este primer poblador, le siguieron Pedro Gronardo, Jerónimo Pistolet y Juan Bautista Callo, poblando todos con licencia de Zabala. [1]

   Aunque en materia de concesión de tierras por Merced Real por primera vez dadas “en nuestro territorio a un particular en el siglo XVIII” [2] al maestre de campo Juan Cabral de Melo, “establecido en las tierras conocidas por el Rincón del Espinillo. Le fueron otorgadas hacia 1719 por Bruno Mauricio de Zavala, aunque según lo manifestado por su hijo Cristóbal, ya las ocupaba desde 1714 o antes.”  [3]

Monte sexto

   Mas, los primeros avecindamientos provenientes de Buenos Aires a fin de poseer las tierras en las inmediaciones del Monte VI dEO” (Monte sexto de Este a Oeste), tomando como referencia al Cerro que se alza sobre la otrora Bahía de las Vacas”, fueron –de cierta manera- asediados por los portugueses que entre 1723 y 1724 pretendieron, sin éxito, asentarse en el lugar. El establecimiento del Fuerte de San José (1724) –lamentablemente demolido en 1879, hace 145 años- y la llegada de mil indios tapes de las reducciones para trabajar en las fortificaciones del lugar “después de construido el fuerte con el foso correspondiente, y dado sus órdenes (Zabala) regresa a Buenos Aires, dejando cien hombres de guarnición para custodia del punto, donde se enarbola la bandera española.” [4]

    En consecuencia, y más por reacción que por iniciativa propia, el Gobernador de Buenos Aires procuró –con éxito- frenar el avance portugués en el Río de la Plata con el establecimiento de una fortificación militar junto a una treintena de pobladores y, entre ellos, el primer poblador civil de Montevideo Giorgio Borghesi Ponsansa (Génova 1691, Montevideo 1766) que, junto a su esposa María Martina Carrasco Melo-Coutinho levantaron una precaria casa de piedra en aquel punto (y al referirnos a este matrimonio, no podemos obviar el hecho de que tales vecinos fueron los bisabuelos maternos de Cándido Juanicó). 

La «casa firme» de Burgues 

Debe consignarse que el genovés Jorge Burgues (Giorgio Borghesi) se quejaba ante Zabala, en carta redactada el 9 de noviembre de 1726, despachándose en los siguientes términos: “Jorge Burgues (Giorgio Borghesi), natural de Génova, vecino de la ciudad de Buenos Ayres, quien se halla poblado en la Bahía de Montevideo con licencia, ha tiempo de tres años, regularmente conferida; casa firme edificada en piedra y cubierta de tejas y estancia donde mantiene ganado mayor vacuno y caballar, y es de edad de treinta y cinco años, casado con María Martina de Carrasco, hija legítima del Capitán Salvador Carrasco y doña Leonor de Melo y Cuitiñio, al Excelentísimo señor Gobernador y Capitán General don Bruno Mauricio de Zabala, dice: 

Ante las versiones cada vez más apremiantes sobre la intención de bajar en la bahía de Montevideo el contingente de inmigrantes canarios que transporta la goleta “Nuestra Señora de la Encina”, hacemos un llamado a la reflexión sobre la amenaza que ese hecho representa para el futuro. 

Consecuentemente a tal prevención es que venimos a oponernos al antedicho desembarco, en virtud de nuestros derechos adquiridos y de las alegaciones y demás detalles que expondremos a continuación: 

Considerando 1). Que la presencia y reproducción genética de esa multitud de gentes será un grave obstáculo para la explotación ganadera de esta bahía que es la zona de mayor crecimiento en la Banda Oriental y constituye la base de su desarrollo agrario. Considerando 2). Que si bien no está en discusión la importancia que tiene para el virreinato, la construcción de una ciudad capital en esa región disputada con Portugal, cabe preguntarse por qué se pretende ubicarla en una zona que convoca a un número cada vez mayor de tropas vacunas y caballares atraídas por la tranquilidad y la naturaleza agreste y no contaminada de estas costas. 

«Considerando 3) Que ese desembarco masivo afectará a las seis familias ya instaladas (yo, Jorge Burgues, con mis manos hice una casa de piedra). ¿Qué explicación se les dará a los propietarios de los cinco ranchos que existen en este lugar? ¿Por qué arriesgarse a deteriorar las condiciones que la ganadería local necesita para seguir creciendo, como lo hizo en el 1725 con respecto a 1724? 

«Considerando 4) Que somos más del doble de los pobladores que hubo en 1722. ¿Se ha hecho un estudio de factibilidad para instalar en esta bahía una ciudad amurallada? Se nos dice que una urbe de mil habitantes puede convivir con la ganadería. ¿Y las grúas, las playas de contenedores, el continuo fluir de carretas de carga y de pasajeros, cruzando esta campiña? Las tripulaciones de los barcos requerirán la inevitable instalación de lupanares. Nada más reñido con las características de estos treinta y nueve vecinos actuales, familiares, pacíficos y respetuosos del medioambiente. 

«La costa desde Colonia del Sto. hasta el Chuí, tiene 85 leguas y ¿es justo, que en el lugar que hemos poblado, se pretenda desembarcar un centenar de canarios hambreados y harapientos? Existen, excelentísimo señor, otras opciones para localizar una aldea de gentes desposeídas. 

«Los últimos estudios realizados indican que el punto más adecuado para levantar un poblado, está cerca de Maldonado, en la llamada punta del este. 

«¿Por qué no activar esa región árida, localizando allí la nueva villa, en lugar de amenazar el destino ganadero de Montevideo? 

«No sólo la vaquería se verá perturbada. De la noche a la mañana desaparecerán de la bahía los cangrejos sirí, la borriqueta y el lenguado; disminuirá drásticamente la pesca que forma parte de nuestra dieta diaria. [5]

«PETITORIO: En virtud de lo expuesto, al señor gobernador le pedimos una respuesta antes de que se firme ninguna resolución que afecte nuestro modo de vivir. Dios guarde a V.E. por muchos años (…)”. [6]

   Zabala, que en 1724, logra desalojar a los portugueses de aquella ensenada del Monte VI de EO (Monte sexto de este a oeste) y manda erigir el Fuerte de San José dejando en él una guarnición de 100 hombres no funda con ello un centro poblado sino más bien una base militar para repeler el avance portugués; no obstante y, como ya se adelantó, existían antes de 1724 familias venidas desde Buenos Aires. Debe decirse –como bien enseña el Prof. Lincoln R. Maiztegui Casas que fue recién en agosto de 1726 y obedeciendo a órdenes reales decreta la promoción de incentivos a las “familias que quisieran trasladarse a la nueva ciudad a fundarse en la bahía montevideana. Los enemigos del proyecto desataron entonces una fuerte campaña tendente a desalentar esa iniciativa, hablando de la ferocidad de los charrúas y del peligro de las incursiones de los piratas y los mamelucos.” [7]

  Zabala sabía de las bondades de la bahía que contaba con puerto natural de aguas profundas y presentaba mejores condiciones que el puerto de Buenos Aires que requería de constantes dragados merced al arrastre de sedimentos ribereños del Paraná y del Uruguay. He ahí la génesis de la rivalidad portuaria entre Buenos Aires y San Felipe de Monte-VI de EO que iniciaría su proceso fundacional el 24 de diciembre de 1726. 

El reparto de solares

Con el decreto del Gobernador de Buenos Aires sólo siete corajudas familias se asentaron emprendieron el viaje hacia Montevideo desde la otra orilla del Plata; pero, fue “el capitán vizcaíno Pedro de Alzáybar, principal impulsor de la fundación de la nueva ciudad. (…) Alzáybar marchó a las islas Canarias y regresó con 20 familias (unas cien personas) dispuestas a sumarse a las siete originales y constituir la población básica de Montevideo.”  [8]

  El 24 de diciembre de 1726 Pedro Millán fue el encargado de delinear las 32 manzanas que serían repartidas en solares que fueron otorgados a aquellas familias “quienes recibieron el título de ‘hijosdalgo de solar conocido’. Dos años después Alzáybar trajo 30 familias canarias y 400 soldados que pasaron a residir en lo que ya era conocido como la ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo.” [9]

   Y el Prof. Enrique Mena Segarra enseña que: “El núcleo poblado adquirió la categoría formal de ciudad con la fundación del Cabildo, el 1 de enero de 1730, fecha en que puede darse por concluido el proceso fundacional de Montevideo.”  [10]

En conclusión: es de un manifiesto error científico sostener que en este enero de 2024 se cumplen “300 años de la fundación de ciudad de Montevideo”, frase hartamente mediatizada y lleva por un lado a confusión, polémica pero da, a la vez, una oportunidad para leer y hasta estudiar a partir de trabajos de académicos de reconocida versación que coinciden, mayoritariamente, en que el proceso fundacional de Montevideo comenzó el 24 de diciembre de 1726 y culmina con la instalación de su Cabildo (gobierno municipal). 

*    Abogado, escritor, miembro correspondiente del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay. Presidente del Instituto Histórico de Juanico y miembro de las Jornadas de Geohistoria Regional


Bibliografía 

      1 “MONTEVIDEO ANTIGUO.           Tradiciones y recuerdos. Obra Completa”. Isidoro de María pág. 13. Ediciones de la Banda Oriental. Tercera Edición 2006. Montevideo.
       2. “400 años de Historia de la Ganadería en Uruguay. Segunda Edición Corregida, aumentada e ilustrada” Aníbal Barrios Pintos. Pág. 92 Ediciones Cruz del Sur. Tradinco. Montevideo 2011.

  1. Ob. Cit. Barrios Pintos, Aníbal, pág. 92
  2. Ob. Cit. De María, Isidoro, pág. 13
  3. “Juanicó, de apellido a localidad” pág. 20 y sgs. Fernando Lúquez Cilintano, Mastergraf 2012 y Archivo General de la Nación. Montevideo – Fondo ex Archivo General Administrativo. Carlos Maggi, Columna PCI & PCE – 24 de agosto de 2008, diario El País.
  4. Orientales. Una historia política del Uruguay. 1. De los Orígenes a 1865. Planeta. 2da Edición 2010, Lyncoln Maiztegui Casas.
  5. Ob. Cit. Lyncoln Maiztegui Casas, pág. 26.
  6. Ob. Cit. Lyncoln Maiztegui Casas, pág. 26 y 27.
  7. Ob. Cit. Lyncoln Maiztegui Casas, pág. 27.
  8. Historia de la Educación Uruguaya. Tomo 1. La Educación Oriental 1730-1830 pág. 15 Enrique Mena Segarra – Agapo Luis Palomeque. Ediciones de la Plaza. Abril 2009. Montevideo.-