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Contraviento

27 de Enero Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto

27 enero, 2024
27 de enero día internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto

Cada año, desde 2005, se recuerda la liberación en 1945 por los Aliados del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau y se rinde tributo a las víctimas del Holocausto, una conmemoración que a 88 años de aquellas fechas toma especial relevancia.

1933 – 1945, el Imperio del Horror

El Siglo XX guarda algunos misterios muy profundos, que sin duda serán muy difíciles de entender y aún de concebir para las generaciones venideras. Uno de los principales es cómo pudo haber surgido y desarrollado en el marco de la culta Europa de entonces un movimiento como el nazismo, con el antisemitismo y la persecución racial como pilares de su acción, que diera lugar al Holocausto, uno de los genocidios más terribles de la historia de la humanidad.

Sin embargo, así sucedió y un día como hoy, hace apenas 88 años, se liberaba el último y mayor campo de concentración, Auschwitz, que como definiera Primo Levi, el gran pensador judío del Holocausto, representó «la industrialización de la muerte a una escala inimaginable».

Se calcula que 1,3 millones de personas fueron enviadas a Auschwitz entre 1940 y 1945, y al menos 1,1 millones fueron asesinadas allí, según los datos del Museo Estadounidense Conmemorativo del Holocausto.

Esas cifras ascienden a lo largo de la guerra y en todos los campos de concentración y de exterminio a más de seis millones de personas que fueron asesinadas por los nazis por el mero hecho de ser judías, mientras que once millones más murieron por pertenecer a otras minorías, incluidos civiles opositores, y soldados soviéticos y polacos capturados en combate.

Cadáveres del Holocausto en campos de concentración nazis holocausto en campos de concentración nazis

Naturalmente, estas acciones no podían ocultarse al mundo exterior. Sin embargo, las posteriores investigaciones de los Aliados concluían que nadie sabía que pasaba en esos campos de terror, y ni siquiera los propios vencedores en el terreno habían recibido información de ellos de sus Inteligencias.

Al hecho terrible de la muerte y destrucción se sumaba otro tal vez aún peor, la indiferencia del mundo.

Por mucho tiempo quisimos creer que eso no podría pasar ya en nuestros civilizados, globalizados y mediáticos tiempos, y nos confortaba creer que ante cualquier eventual acción de este tipo la comunidad internacional haría causa común con los afectados y las bestias asesinas recibirían todo el peso de la condena, sin contemplaciones.

Estábamos equivocados.

7-O 2023, un nuevo Holocausto, pero en 4K

El ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023 constituye probablemente el hecho más terrible desde la 2GM, pero no se agota en sí mismo. En definitiva, es la acción de una organización terrorista, de las que  solo se pueden esperar hechos terroríficos, de mayor o menor medida. Sin embargo, lo peor es lo que ha viene pasando después, y que demuestra que 88 años han pasado en vano.

En este caso, a diferencia de lo ocurrido en la 2GM, nadie puede excusarse en la ignorancia del hecho. Los propios perpetradores del ataque, a diferencia de los nazis originales, sienten orgullo por sus acciones y se han preocupado por darlas a conocer activamente, en tiempo real.

Así, el mundo entero pudo conocer a pocas horas del hecho sus características e ir desentrañando sus terribles particularidades a medida que se iban dilucidando oficialmente, en una sucesión de horrores que no ha terminado a más de 100 días del hecho.

De acuerdo a nuestra ingenua idea previa, dábamos por hecho que la respuesta del mundo civilizado a este impulso medieval sería unánime, categórico y lapidario.

Sin embargo, rápidamente surgieron como hongos tras la lluvia voces que no dudaron en culpabilizar a la víctima, relativizar hechos y justificar acciones, en cuidadosas operaciones que comenzaron desfigurando hechos para rápidamente lanzarse a una campaña de mentiras donde, siempre y sin dudar, se presenta como víctima al agresor y como victimario al agredido.

No resulta difícil encontrar en ello, bajo una ligera capa de barniceta aplicada rápida y desprolijamente a pincelazos, al más viejo y ramplón antisemitismo, el mismo con el que durante la Segunda Guerra Mundial los propagandistas nazis describían a «el judío» como un conspirador que actuaba tras bastidores, el «financiero judío» que manipula a la banca, la prensa, la política y al mundo. El mismo que alimentó la expulsión de la colectividad de la península ibérica en 1492, el mismo que dio origen a la diáspora. Al menos, en aquel entonces había una motivación de fondo, el quedarse con sus bienes, hoy es apenas una demostración de ignorancia, envidia y resentimiento.

Eso sucede fuera de fronteras, y es preocupante, pero también acontece en la penillanura suavemente ondulada, lo que adquiere características muy preocupantes, en tanto marca una regresión de proporciones muy importantes.

En efecto, Uruguay fue en aquellos oscuros años de la primera mitad del siglo pasado un faro en la defensa de la libertad y la vida. Los contados episodios de nazismo criollo fueron objeto del más amplio repudio social, a diferencia de lo que ocurría al otro lado del charco, y miles de judíos sobrevivientes del horror europeo encontraron en nuestro país un refugio seguro contra la intolerancia y la persecución, sumándose a nuestra sociedad y convirtiéndose en parte fundamental, activa y productiva de la misma, enriqueciendo con su aporte nuestra identidad nacional.

Así, en Uruguay todos tenemos «un amigo judío», lo que hace muy difícil de explicar los cada vez más constantes episodios de antisemitismo que circulan a diario, donde la verdad es la primera víctima. El tratamiento informativo dado por algunos medios a la reciente Orden emitida por la Corte Internacional de Justicia es un claro ejemplo de ello, donde se ha hecho hincapié en todo menos en lo importante y se han llegado a presentar en algunos lados como «conclusiones» lo que no son más que citas de los textos de parte, de los «Considerandos» de la Resolución.

Naturalmente, ello no puede adjudicarse a la ignorancia como tal, específicamente, o al menos no como se la concibe habitualmente, ya que muchos de los protagonistas de estas acciones cuentan con formación universitaria. Aventurar posibles envidias o presuntos resentimientos nos demandaría contar con un grado de conocimiento personal de cada caso que excedería ampliamente nuestras capacidades.

Así las cosas, la única hipótesis que podemos manejar para explicar esta diferencia entre la recepción de los hechos del primer nazismo en Uruguay y las respuestas que originan hoy los actos de sus modernos émulos tiene una base ideológica. En los años ’40 en nuestro país el único sector que podía albergar sentimientos «anti yanquis» era el Partido Comunista, por entonces de carácter casi testimonial en términos electorales y que respondía a la URSS, que se hallaba bajo ataque nazi tras fracasar su acuerdo con Hitler y peleaba por entonces junto a  los Aliados.

La situación ahora es distinta. La URSS es solo un recuerdo tragicómico y su sucesora se vale de todo recurso para volver a su antiguo rumbo imperial, lo que le posibilita proclamar en foros internacionales que «es necesario detener los combates y resolver los problemas con los civiles en Gaza», mientras continúa atacando a Ucrania. En tanto, amplios sectores en Uruguay identifican a Israel como aliado de Estados Unidos y solo eso hace que, como los perros de Pavlov, respondan al estímulo de aliarse instantáneamente con su contraparte, sin reparar que en realidad no es solo opuesto a estos países, sino a la civilización occidental en su conjunto. Esa ceguera ideológica es la que los lleva a convalidar acciones como las del 7-O, un nuevo Holocausto que, a diferencia de aquel, hoy nos amenaza a todos.

Es muy posible que, con esa base de razonamiento, en caso de ver «Día de la Independencia» no duden en aplaudir y festejar cada victoria extraterrestre. Solo cabe tener paciencia y esperar que algún día maduren, cosa difícil en una época en que la adolescencia parece haberse extendido hasta los 60.

Mientras tanto, #WeRemember, para que 88 años no hayan pasado en vano.