Saltar al contenido
Contraviento

Un vínculo indisoluble: ¿Apego ansioso o Amor incondicional?

9 agosto, 2024

La tendencia pet friendly ha permeado nuestras vidas de manera tan profunda que, en ocasiones, la línea entre la compañía animal y la familia se difumina. Recorremos los pasillos de shoppings y nos cruzamos con perros en los cochecitos o con correa. Esto no sucedía hace unos años atrás y es un escenario novedoso en estas nuevas formas de convivencia. ¿Qué sucede cuando este vínculo se nos vuelve tan intenso que la separación, incluso por breves periodos, nos genera ansiedad y malestar?

El apego ansioso y la sombra de la soledad

Desde la psicología evolutiva -rama de la psicología que tiene como objeto de estudio el desarrollo del ser humano a lo largo de todo su ciclo vital, donde se tiene en cuenta los aspectos individuales y distintivos en las diferentes etapas de la vida y los factores biológicos y ambientales que influyen en nuestro desarrollo- se entiende que como seres humanos estamos biológicamente programados para formar vínculos afectivos.

El apego, ese lazo emocional que establecemos con nuestras figuras de cuidado, es fundamental para nuestro desarrollo. Sin embargo, cuando este apego se vuelve ansioso o inseguro, puede generar una necesidad constante y marcada de cercanía y validación. Habrás visto que ha sido tendencia en TikTok reels del estilo «Sí, soy apego ansioso y…», o «Sí, soy apego evitativo y voy a…».

En el contexto de la relación humano-animal (me gustaría señalar que para algunas personas se comprende la naturaleza nuestra como «animal humano» y la de los animales como «animal no humano») este apego ansioso se puede manifestar de diversas formas:

1) Ansiedad por separación: la ansiedad por separación es una etapa del desarrollo normal cuando somos bebés o niños pequeños, que generalmente se va superando hacia los tres años. Pero a veces, en algunos niños, esto se instala y forma parte de un cuadro diferente que es el trastorno por ansiedad de separación. Nos podemos dar cuenta porque inhabilita o interfiere en áreas de la vida como concurrir o permanecer en la escuela u otras actividades cotidianas, donde se haga insoportable, para el niño, la separación con sus padres o su referente de cuidado.

Cuando adultos podemos notar esta ansiedad en la incapacidad que podemos sentir al separarnos de nuestra mascota, a través de síntomas físicos y emocionales (que pueden llegar a un cuadro de ataque de pánico) tales como:

  • sufrimiento intenso y recurrente en la anticipación de las cosas que le puedan suceder a nuestra mascota si nos alejamos de ella mucho tiempo, imaginando escenarios catastróficos y de pérdida.
  • preocupación constante y excesiva sobre la pérdida, la muerte, de nuestra mascota por una enfermedad o accidente.
  • preocupación constante e intensa sobre que le pueda pasar algo malo, como que nuestra mascota se pierda o la roben.
  • rechazo o incapacidad para estar más de determinada cantidad de horas, o cierto tiempo que uno se ha puesto a sí mismo como tolerable, fuera de nuestro hogar por angustia ante esta separación.
  • rechazo o dificultad para estar en soledad en casa si no está nuestra mascota.
  • rechazo o dificultad para hacer viajes, quedarnos en otros lugares si no es con nuestra mascota.
  • si estamos mucho tiempo separados de la mascota podemos tener pesadillas.
  • podemos tener frecuentes dolores de cabeza, dolor de estómago (nervios en el estómago), contracturas o malestar inespecífico al anticipar una separación de nuestra mascota.

2) Idealización y sus motivaciones: sería un proceso psicológico en el cual atribuimos a nuestra mascota cualidades y virtudes humanas, que incluso superarían las nuestras, y proyectamos en ella necesidades no satisfechas. No se trata de un fenómeno superficial sino que respondería a una serie de necesidades psicológicas, sociales y vinculares profundas:

Motivaciones psicológicas:

– necesidad de control (en un mundo hostil, complejo e incierto, nuestras mascotas nos ofrecen sensación de control y previsibilidad, al cuidar de ellas y satisfacer sus necesidades experimentamos un sentido de dominio sobre nuestro entorno);

-autoestima (pueden representar para nosotros una fuente de validación y autoafirmación en lo que somos para ellas, ya que los logros y afectos que recibimos de su parte refuerzan nuestra identidad y nos hacen sentir queridos y valorados);

-evocación de experiencias positivas (solemos asociar a nuestras mascotas con momentos felices y recuerdos positivos, que a través de su idealización revivimos estas experiencias y mantenemos un estado emocional positivo);

-compensación de carencias (a veces nuestras mascotas pueden llenar ciertos vacíos emocionales o compensar carencias en nuestras relaciones interpersonales, nos podemos sentir más completos al proyectar en ellas cualidades que deseamos en otras personas).

Motivaciones sociales:

pertenencia a un grupo (cuando integramos una mascota en nuestra vida podemos formar parte de una comunidad que sea amante de los animales y así vemos satisfecha nuestra necesidad de pertenencia y fortalecemos nuestro sentido de identidad);

imagen pública (en nuestras sociedades las mascotas suelen ser vistas como símbolos de amor, compasión y responsabilidad, por lo que podemos mejorar nuestra imagen pública y ser percibidos de manera más positiva al profesar nuestro cariños hacia ellas);

evitar el conflicto (en las relaciones interpersonales suele haber algunos momentos de conflicto o desacuerdos, sin embargo, con nuestras mascotas, que son seres incondicionales y que nos reciben con alegría los convierte en compañeros ideales para aquellas personas que buscan evitar los conflictos.

Motivaciones vinculares:

-necesidad de conexión (los seres humanos somos seres sociales que necesitamos establecer vínculos afectivos con otros, por lo que nuestras mascotas satisfacen esta necesidad de conexión al brindarnos compañía, amor y apoyo incondicional);

-evitar la soledad (como estamos en una sociedad que promueve las conductas individualistas, la soledad se ha convertido en un problema de salud pública, que he abordado en otro artículo, y las mascotas nos ayudan a combatir esta soledad y a sentirnos menos aislados);

-modelo de relación idealizada (podemos idealizar nuestras relaciones con las mascotas como un modelo de lo que desearíamos tener con otras personas, lo que podría estar hablando de una falta de experiencias satisfactorias en nuestras relaciones interpersonales).

3) Dificultad para establecer límites: podemos tratar a nuestra mascota como un igual, un par, sin establecer la jerarquía humano-animal. Que establezcamos límites claros y consistentes con nuestras mascotas es fundamental para una convivencia armoniosa y saludable.

Podemos sentir dificultad para esta puesta de límites por miedo a lastimar, sentir culpa, porque buscamos la aprobación de los demás y, en la antropomorfización, es decir, como atribuimos características humanas a nuestra mascota podemos sentir confusión a la hora de comprender sus reales necesidades y una puesta de límites adecuada. Esto es fundamental para que respetemos las regulaciones que se establece para la integración de las mascotas en los ámbitos donde antes no estaban incluidos como en las cafeterías o shopping.

Puede ser que se nos dificulte frente a lo que sería una presión social para tratarlas como miembros de nuestra familia (que lo son, pero en su lugar de mascotas y esto no significa quererlos menos o destratarlos) en esta humanización, también por falta de información necesaria sobre cómo educarlas al poder interpretar el significado de sus conductas.

Algunas de las consecuencias de no establecer límites claros a nuestras mascotas puede ser que presenten problemas de comportamiento como agresividad, ansiedad o destructividad, puede generar estrés y frustración en nosotros como dueños y deteriorar la relación con nuestra mascota generando tensión y resentimiento.

Mascotas como complemento, ¿o sustituto? Un dilema generacional.

Se plantea una interrogante interesante, quizá desafiante, para replantear nuestros paradigmas, en esto de la elección de la mascota en lugar de tener hijos, que ha venido presentando de manera más pronunciada en la generación millennial. Que nos podemos preguntar, ¿es esta una decisión consciente, o una forma de aplazar o evitar la responsabilidad parental?

Toda decisión es válida y respetable aunque es interesante interrogarnos sobre esto que ha venido a integrar las nuevas formas de establecer lazos y formatos de familia. Algunos expertos sugieren que la ansiedad generada por el mundo actual, marcada por la incertidumbre y precariedad, podría llevar a algunas personas a buscar refugio en el amor incondicional de una mascota. De acuerdo al psicólogo social Jonathan Haidt, en su libro «La generación ansiosa«, señala que en la Generación Z se ha incrementado la ansiedad como consecuencia de un estilo de sobreprotección en la vida real, a partir de la década de 1980, a un estilo de infraprotección en la vida virtual desde 2010.

La Era Digital y la solicitud de conexión

El avance tecnológico -que Jonathan Haidt menciona como un fenómeno influyente que marca nuestras infancias, no es lo mismo habitar este tiempo de desarrollo infantil sin televisor, que con él, la radio, o luego ya con wifi y celulares inteligentes-, si bien ha facilitado la comunicación y e acceso a información -lo que no siempre se traduce en conocimiento- también ha generado un sentimiento de desconexión y soledad frecuente en muchas personas. Las redes sociales, aunque promueven la interacción, a menudo fomentan comparaciones poco realistas y una búsqueda constante de aprobación. Es así, que en esto contexto, las mascotas se convierten en compañeros fieles e incondicionales, siendo un soporte y refugio emocional en un mundo cada vez más virtual. Es esa inyección de oxitocina y endorfinas que necesitamos al llegar a casa.

Reflexión final:

El vínculo que establezcamos con nuestras mascotas, esa relación entre humano y animal (que somos ambos animales pero no ambos humanos) es una realidad compleja y multifacética. Si bien el amor por nuestras mascotas es un sentimiento noble y enriquecedor, es importante que podamos reconocer los límites entre la compañía animal y la familia.

Teniendo en cuenta que no toda familia es soporte ni salud vincular ni emocional, pero sí que nos demos la chance de pensar el lugar que damos a cada uno en nuestra vida y cómo nos posicionamos y vinculamos en esto. Si generamos un apego excesivo nos puede generar un sufrimiento intenso tanto a nosotros como dueños como así también a nuestra mascota.

Algunas preguntas que nos podemos hacer para revisar cómo estamos:

¿Cómo definirías tu relación con tu mascota?

¿Crees que la sociedad en la que vivimos fomenta un apego excesivo a nuestras mascotas?

¿Qué estrategias puedes implementar para mantener un vínculo saludable con tu mascota?

Si te preguntas sobre el apego ansioso, ¿has notado en ti alguna de estas señales de apego ansioso hacia tu mascota, como puede ser dificultad para separarte, preocupación excesiva por su bienestar, idealización de su comportamiento, sensación de vacío cuando no está contigo, malestar físico o emocional si estas unas horas sin tu mascota?

Si es así, ¿de qué manera crees que este apego ansioso hacia tu mascota interfiere en tu vida diaria o en tus relaciones con otras personas?

¿Has intentado buscar ayuda profesional para ello? Si es así, ¿cómo ha sido tu experiencia?

¿De que manera crees que tu crianza, o vivencias pasadas, pueden haber influido en tu forma de relacionarte con tus mascotas?

¿Has observado cambios en el comportamiento de tu mascota desde que has notado tu apego ansioso? ¿Lo notas más dependiente o ansioso?

¿Cómo crees que este tipo de apego esté afectando tu capacidad para establecer límites claros con tu mascota?

(Si las imágenes son de perritos Shih Tzu es que hace dos meses perdimos, con mi hija, a nuestro querido Mao, un miembro más de nuestra familia que siempre va a tener su lugar especial en nuestro corazón y recuerdos ❤️‍🩹).

Lic. Psic. Ana Claudia Martínez – [email protected]