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Contraviento

Bicisendas en Montevideo:¿Casualidad o causalidad?

8 octubre, 2024

Roque García

Todos guardamos el recuerdo entrañable de quien nos enseñó a andar en bicicleta. Esas primeras aventuras con rueditas y, más tarde, la emoción de avanzar sin ellas. De niños, las bicicletas nos ofrecían la libertad de explorar y pasear con amigos. Recuerdo cómo la llamábamos: «la chiva», una compañera infalible hace ya medio siglo (cómo pasa el tiempo).
Sin embargo, al crecer, dejamos atrás la bicicleta para subirnos al transporte colectivo, y la chiva quedó relegada a paseos ocasionales. Para los que tuvimos la suerte de tener hijos, volvimos a revivir esa experiencia cuando veíamos sus pequeñas manos aferradas al manillar, intentando mantener el equilibrio. Pero, como con nosotros, ellos también terminaron abandonándola cuando el estudio o el trabajo requirieron otros medios de transporte.
Este recorrido no es casual, sino el resultado de múltiples factores que se entrelazan y potencian. Sabemos que las bicicletas son extremadamente eficientes en términos de energía. Consumen aproximadamente 1/50 de la energía que un automóvil necesita para recorrer la misma distancia, y convierten el 90% del esfuerzo del pedaleo en movimiento. Sin embargo, a pesar de esta eficiencia, las abandonamos.
¿Por qué? Hay varios factores: la falta de infraestructura adecuada, la creciente cantidad de autos en Montevideo, la inseguridad en las calles y la falta de estacionamientos para bicicletas. Pero uno de los factores más importantes es la mala orientación de las bicisendas.
Montevideo está dividida socioeconómicamente de sur a norte. Los barrios cercanos a la rambla son los más favorecidos, mientras que hacia el norte los barrios son más desfavorecidos, con algunas excepciones como el Prado. Los estudios de movilidad urbana, como los de Diego Hernández, muestran que los viajes de los montevideanos tienen como destino el centro, en la zona de 18 de Julio entre Plaza Independencia y la Plaza de los Bomberos.
Las bicisendas, sin embargo, están orientadas de este a oeste, y no de sur a norte, lo que significa que no conectan a los trabajadores de los barrios más alejados con sus lugares de trabajo en el centro. ¿Es esto una casualidad? Es difícil de afirmar con certeza, pero lo que es innegable es que, si hubiera ciclovías bien orientadas, los trabajadores podrían ahorrarse el boleto de ómnibus, lo que impactaría directamente en las líneas de transporte colectivo.
Los primeros en beneficiarse de las bicicletas suelen ser hombres jóvenes, quienes buscan hacer ejercicio y, además, economizar en el transporte. Esto no es posible con el actual diseño de las ciclovías, que están más enfocadas en el paseo recreativo, especialmente en la rambla, y no en facilitar la movilidad laboral.
¿Casualidad o causalidad? No lo puedo afirmar, pero lo cierto es que un mayor tránsito popular en ciclovías afectaría a las empresas de ómnibus, que en Montevideo son socias del gobierno municipal. Mientras tanto, se siguen construyendo bicisendas que parecen más para pasear y lucir “pour la galerie” que para generar un cambio real en la movilidad urbana.
Los sectores más privilegiados disfrutan de sus paseos recreativos en bicisendas bien ubicadas, mientras que los trabajadores continúan viajando apretujados en un transporte público lento y saturado. Y el partido de gobierno en Montevideo, plenamente consciente de esta realidad, confía en que esos mismos trabajadores seguirán votándolos, a pesar de todo. Así están las cosas…