Roque García
Los uruguayos somos políticamente reservados y educados, sin grandes aspavientos. Aunque a quienes nos apasiona la política nos cueste admitirlo, la mayoría del país tiene preocupaciones muy distintas y bien alejadas de la política. Y así está bien, porque significa que no hay grandes crisis ni cambios drásticos en el horizonte. Para muchos, la dirección política del país sigue una línea más o menos estable. Eso explica que en las elecciones internas solo haya votado un 35% del padrón: la mayoría prefirió dedicar su tiempo a cualquier otra cosa antes que ir a votar.
Y así, las internas pasaron sin grandes novedades. Hasta que Álvaro Delgado, en un movimiento sorpresivo, decidió hacer su propio «gambito de dama», como lo describen los entendidos en ajedrez, proponiendo a Valeria Ripoll como su compañera de fórmula a la vicepresidencia. El asombro fue general, incluso entre muchos militantes blancos de pura cepa. Ripoll, con una extensa carrera como dirigente sindical en Adeom y una postura confrontativa pero bien fundamentada, parecía una jugada dirigida a captar el voto más de izquierda dentro de la coalición. Para designarla, Delgado desplazó a Laura Raffo, quien, hay que decirlo, no tuvo una gran performance en la interna alcanzando solo el 18%.
Sin embargo, las encuestas más recientes, muestran un panorama inquietante para Delgado. Según los datos, el Partido Nacional ha sufrido una fuerte caída, mientras el Partido Colorado ha ganado terreno, con Ojeda apenas tres puntos por detrás de Delgado. Este claro trasvase de votos se da mientras un 10-12% del electorado sigue indeciso.
Algunas explicaciones para este fenómeno apuntan a que los votantes son, en su mayoría, más coalicionistas que fervientes blancos, colorados, cabildantes o independientes. Parece que primero se elige entre Frente Amplio o Coalición, en lo que podría ser el inicio de un bipartidismo en Uruguay. En esta lógica, si el Partido Nacional vira hacia la izquierda en sus figuras, los votantes de centro se sienten más cómodos apoyando a Ojeda, quien presenta la única fórmula no paritaria de la contienda.
Otra posible explicación es que el electorado en su conjunto se esté moviendo hacia la derecha. Esto también podría justificar la baja votación de Raffo, quien sostenía un discurso más feminista y pro-derechos en la interna del PN. Delgado, en ese caso, no habría sabido captar este sentir más conservador.
Queda por ver cómo se comportarán los indecisos, si darán su apoyo a Delgado o terminarán catapultando al Partido Colorado en una remontada épica. Pase lo que pase, todos recordaremos estas elecciones internas como las que las novedades se produjeron más por la elección de la cúpula del Partido Nacional que por lo que realmente sucedió en las urnas.
Pronto sabremos si el gambito de dama de Delgado funcionó o si, al final, Ojeda le robó la dama en plena jugada.