
Mario Vargas Llosa (1936-2025)
Desde el primer libro que leí de Vargas Llosa me deslumbró la polifonía de voces que era capaz de utilizar en una obra. Al leer más, me sucedería lo mismo pero ahí ya con el conjunto de sus libros: cada uno parece de un escritor distinto.
Mi primer encuentro con Varga Llosa fue a través de La Ciudad y Los Perros; novela crítica que escribiría, como buena parte de su obra cuando aún era de izquierda (leo en las redes a individuos que escriben: “Un facho
menos”. Pobre gente). Se trata de una profunda crítica a lo militar con brillantes chispazos de
humor irreverente. A partir de allí empezó la “orgía perpetua*” de mis encuentros con sus libros.
Mordaz, ocurrente, solemne, divertido. También elegante. A este respecto un periodista español
le preguntó: -Qué esconde su elegancia? A lo que Vargas respondió rápidamente: “Una
inseguridad”.
Además de sus novelas, ensayos y obra periodística, queda también su correspondencia** con sus
colegas Gabriel García Márquez y Julio Cortázar – entre otros que serían junto a él parte del
llamado ”boom latinoamericano”-, en la que compartía sus inquietudes y los avances o no de su obra y a veces con los que a veces la camaradería se iba de madre. García Márquez y él se llevarían a la tumba los motivos que hicieron que Vargas Llosa le dejara un ojo en compota a Gabo, que sería la ruptura definitiva de más de 9 años de amistad.
Cuando dejó de ser de izquierda me molestó un poco (yo lo era en esa época; luego me curé),
pero nunca tuve la torpeza de dejar de leerlo. Era imposible. Volviendo a las mentes brillantes que se limitan a escribir “fascista,” está demás decir que no tienen idea de que Conversación en la Catedral (una novela monumental, señalada por muchos como su mejor libro), es, entre otras cosas, una crítica a la dictadura de Manuel Odría que coincidió con la adolescencia del autor.
Su obra periodística también fue sublime: aún guardo un recorte de un artículo de El País de
Madrid. La nota se llama Mi Único Alumno y en ella cuenta su relación con el estudiante que tuvo cuando dio clases en Princeton. Es una nota corta y el tema muy sencillo pero está escrita con tanta maestría, gracia y humor que la convierten en una pequeña obra de arte.
Hizo todo lo que quiso. Pese a esa inseguridad que ocultaba con su elegancia, fue novelista,
ensayista, político, actor de teatro, se le otorgó el título de Marqués y en el plano más personal
dandy y mujeriego.
Obtuvo el Premio Nobel de literatura, el Cervantes y el de Asturias, entre muchísimos otros. Fue miembro de la Real Academia Española y se le otorgó el título de Marqués. Se casó con una tía, con una prima y en sus últimos años, genio y figura, abandonó mujer y prestigio para ir tras una reina de las revistas del corazón de España. Tuvo una vida de novela. Salud, maestro.
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*La orgía Perpetua. Flaubert y Madame Bovary. Alfaguara, 1975.
**Las Cartas del Boom. Alfaguara, 2023.