Dijo Gandhi que “La grandeza de una nación y su progreso moral puede juzgarse por la forma en que tratan a sus animales”. ¿Cómo se encuentra Uruguay en ese tema hoy?
Como resultado de la pandemia, la invasión a Ucrania y sus consecuencias, el tema del Bienestar Animal desapareció de los titulares diarios de la prensa, ausencia justificada además por la falta de campañas electorales que lleva a que ya no hagan falta fotos de los candidatos en los refugios de animales.
Apenas se hacen oír periódicamente las voces de los productores rurales afectados por los ataques de las jaurías, y poco más. No obstante, el tema está muy lejos de solucionarse, si bien con algunos cambios implementados por el Gobierno Nacional se empiezan a advertir algunas mejoras.
Antecedentes
Uruguay tiene desde 2009 la Ley 18.471 de Bienestar Animal que podría ser un ejemplo en cualquier mundo ideal. Como suele suceder con muchas otras normas, ésta empieza a fallar al acercarse a su aplicación en la práctica, en tanto gran parte de la misma es programática y el resto tuvo enormes problemas en su instrumentación, partiendo ya del hecho de que estuvo 5 años sin reglamentarse, hasta el Decreto 62/014.
También hubo modificaciones en el órgano rector, donde la original COTRYBA varió reiteradamente de composición, funcionamiento y dependencia, hasta desaparecer para dar lugar al actual Instituto Nacional de Bienestar Animal, INBA, creado por la LUC en 2020, donde también hubo movimientos, en tanto su primer director ejecutivo Gastón Cossia renunció a su cargo en febrero del pasado año luego de una sonada protesta en la que productores rurales trasladaron ovejas agonizantes tras ataques de jaurías a la Plaza Independencia, frente a la Torre Ejecutiva, en un nuevo e inesperado episodio de civilización y barbarie que hubiera hecho las delicias de Sarmiento.
Puesta a Punto
Pese a todos esos cambios la Ley de Bienestar Animal sigue siendo apenas un borrador de buenas intenciones, sin llegar a ser una herramienta útil a la hora de hacer frente a uno de los mayores problemas que se presentan en el tema, la superpoblación “canina errante”, es decir perros vagabundos, callejeros, asilvestrados o sin tenencia responsable.
Ello se debe, entre otras razones, a que “la Ley no tiene aplicación práctica y desde su origen no apuntó a hacer, sino a controlar a los que hacían, pero sin brindarles apoyo”, explicó en diálogo con ContraViento la Esc. Ana Cordano, de la ONG Pegaso, de Rocha, donde por largo tiempo tuvieran un Refugio y realizaran miles de castraciones de perros y gatos, manteniéndose activos hasta la fecha en las temáticas relacionadas al Bienestar Animal.
“No es un secreto para nadie que los Refugios, es decir aquellos lugares, sitios, casas, o fracciones de campo que sirven de albergue a animales deambulantes, si bien no son una solución ideal son, al menos, un eslabón muy importante en la cadena de respuestas a un problema multifactorial. Tampoco es un secreto que la abrumadora mayoría de esos Refugios se mantiene solo en base al sacrificio extremo de actores privados y al apoyo de la sociedad. Lo que en cambio no se conoce es que esos Refugios no han sido considerados por la Ley más allá que como “prestadores de servicios”, con los mismos derechos y obligaciones que un paseador, o los servicios de cosmética canina”
“Nadie nos ha podido explicar aún en qué forma se beneficia a un Refugio por estar inscripto en un Registro, para lo cual además hay que pagar, así como nadie pudo explicar en su momento la obsesión por chipear, a un alto costo, a todos los perros que tenían Tenedor Responsable, cuando estaba más que claro que no eran ellos el problema y que tampoco la obligatoriedad era aplicable, cuando ni siquiera se podía hacer obligatorias las patentes. Afortunadamente algunas de esas cosas están empezando a cambiar, pero es lamentable el tiempo que se perdió en ellas, que ya no se podrá recuperar”.
En efecto, recientemente el Ministerio de Ganadería anunció que se dejarán de cobrar las patentes de los perros, cuyo producido se volcaba a la Dirección de Zoonosis, y que se sustituirán por una tasa sobre el valor del alimento de animales de compañía para ayudar a financiar al Instituto Nacional de Bienestar Animal (INBA), en tanto Zoonosis sería financiada por otras vías presupuestales.
«…ya no nos enfrentamos a tantos abandonos de grandes camadas… porque finalmente se vienen realizando castraciones masivas, miles de ellas, en todo el país, que fue lo que reclamamos en solitario por años… Suponemos que tras una primera etapa en los centros poblados las campañas se trasladarán al campo, que es donde está el problema más visible, las jaurías»
“Existen además otros cambios, cuyos efectos empiezan a advertirse”, señala Ana Cordano. “Desde hace algún tiempo integramos una Coordinadora de Refugios, la Coordinadora Nacional de Protección Animal, que nuclea a 17 organizaciones de todo el país, lo que nos permite tener un panorama nacional del tema, más allá de que hoy nadie sabe cuántos refugios existen en el país. No obstante, hay situaciones que son comunes en todo el territorio. La pandemia originó una ola de abandonos nunca antes vista, que se unió a los problemas obvios que debimos afrontar en ese momento, de todo tipo. Sin embargo, ya no nos enfrentamos a tantos abandonos de grandes camadas, lo que puede explicarse porque finalmente se vienen realizando castraciones masivas, miles de ellas, en todo el país, que fue lo que reclamamos en solitario por años.”
“Claro, este es un problema instalado y no se va a solucionar fácil ni rápidamente, pero este primer paso es muy importante, porque ya no podíamos seguir haciendo frente con recursos inexistentes a un problema que crece en progresión geométrica. Así, ver que ya no estamos solos en el tema castraciones, más allá de las actuaciones testimoniales de Zoonosis en estos años, nos alegra y da esperanzas. Suponemos que tras una primera etapa en los centros poblados las campañas se trasladarán al campo, que es donde está el problema más visible, las jaurías”.
“A su vez también esperamos que se entienda que no basta con tener a todos los Refugios, Albergues, Asociaciones, ONGs y demás perfectamente alineaditos en los renglones de un Excel, todos registrados, con número de identificación y responsable, para solucionar el problema. Como decía, nadie sabe cuántos refugios existen y cada uno de ellos es un mundo, con sus propias particularidades, pero todos tienen un factor en común, la necesidad perentoria del más que merecido apoyo estatal, en tanto finalmente están cumpliendo una labor de interés público y servicio a la sociedad”.
«…es imprescindible que exista una coordinación y asistencia a los Refugios desde el Estado…Y esto no lo decimos ya solamente los de los Refugios, “las locas de los perros”, la Academia de Veterinaria del Uruguay planteó hace poco más de un año la necesidad de implementar en todo el país una red de refugios animales dependiente de los gobiernos municipales…»
“Hoy todos los Refugios están a tope, y comprometidos con costos muy altos, alimentación, servicios veterinarios, locales, servicios, todo lo que se pueda imaginar, que de una forma u otra ponen en duda su futuro. A su vez, hay circunstancias fortuitas que pueden incidir. Por ejemplo, tenemos en este momento una situación con un refugio donde su titular atraviesa serios problemas de salud, lo que pone en riesgo el destino de cientos de animales. A su vez el viernes un incendio cercano alcanzó a un refugio de Durazno, con consecuencias terribles desde lo material, si bien no hay que lamentar pérdidas humanas ni animales, gracias a la invalorable colaboración de voluntarios, Bomberos y del personal de la Intendencia, que prestaron una colaboración excepcional”, señaló Cordano, en referencia al incendio que el viernes se originó en en inmediaciones del Bioparque de la capital, por el vivero Beraca, y que al extenderse afectó al Refugio Oba, de Durazno.
Al acercarse las llamas se hizo necesario liberar a todos los animales, que afortunadamente pudieron volver a reunirse al haberse neutralizado el peligro, pero que al stress vivido por los animales se suma ahora el haber perdido todas las instalaciones, por lo cual deben recurrir a la colaboración popular.
«Esta es la mejor prueba de que no se puede seguir atando con alambre un problema que es de todos. Más allá de la voluntad de las personas, cualquier hecho inesperado puede tirar por tierra años de trabajo y que una vez más haya que empezar de cero, lo que en muchos casos es desmoralizador, desgastante, inhumano», enfatiza Cordano.
“Por todo eso es imprescindible que exista una coordinación y asistencia a los Refugios desde el Estado, ya sea nacional, departamental o municipal. Ya la hay en algunos casos puntuales y se desarrolla con muy buen éxito, pero eso no puede depender de la voluntad del jerarca de turno. Y esto no lo decimos ya solamente los de los Refugios, “las locas de los perros”, la Academia de Veterinaria del Uruguay planteó hace poco más de un año la necesidad de implementar en todo el país una red de refugios animales dependiente de los gobiernos municipales, propios o tercerizados.”
Mucho por hacer, nada por inventar…
“Asimismo, entendemos que por la lógica de los hechos el INBA lleva menos de un año en funcionamiento real, pero son muchos los temas que aún tiene pendientes y que esperamos instrumente a la mayor brevedad posible. Se necesitan con urgencia Campañas de Adopción, de educación en la Tenencia Responsable, así como el control del comercio de animales, donde basta con ir a una feria, o entrar a ciertos portales o redes sociales para ver que se venden libremente desde perros hasta animales exóticos, muchos de ellos sumamente peligrosos”.
“Obviamente, es un problema con muchas causas, por lo que no se puede atacar solamente a uno de sus factores. El tratamiento es mucho más complejo, pero no tenemos que inventar nada”, sostiene la Escribana Cordano.
“Ya nuestros mayores ya nos marcaron el camino. No hay que olvidar que hace algunas décadas el quiste hidático era uno de los mayores problemas de salud pública en el Uruguay, consecuencia de la hidatidosis, zoonosis de origen canino. Hoy su presencia en el país es casi nula, y ese triunfo no se logró con la perrera, ni con rifle sanitario, sino a través de la educación».
«Lo comenzó a edificar a fines de la Segunda Guerra Mundial un cirujano de Nueva Palmira, el Dr. Velarde Pérez Fontana, que inició la organización de la lucha contra el quiste hidático desde la educación en la infancia y escribió junto a Antonio Soto un libro llamado “Cachito y Rigoleto” que se leyó en todas las escuelas del país, y enseñó a los niños a manejar la relación con los animales y a lograr la tenencia responsable de los perros, y les dio normas de higiene y pautas para carnear, que ellos llevaron a sus hogares y trasmitieron a los mayores, hasta cortar el circuito de contaminación. Básicamente, derrotaron a la hidatidosis con educación. Ese es el camino para este problema, como para muchos otros”.