
El expresidente de Brasil Jair Bolsonaro fue ingresado en un hospital en Orlando, Florida, con “dolor abdominal”, reportó el lunes el periódico O Globo, un día después de que algunos de sus incondicionales partidarios irrumpieran en edificios públicos y del gobierno en Brasilia.
El exgobernante viajó a Estados Unidos dos días antes de que Luiz Inácio Lula da Silva asumiera la presidencia de la nación sudamericana.
“Está hospitalizado en Orlando. Haciéndose análisis” por unos dolores abdominales, afirmó una fuente próxima del exmandatario sobre su estado de salud.
Mientras algunos medios señalan que el exjefe de Estado está en el AdventHealth Celebration de Orlando, en el estado de Florida, una operadora de esa clínica aseguró que el líder político no se encuentra allí.
La fuente brasileña señaló que esas complicaciones en el aparato digestivo son consecuencia de la puñalada que Bolsonaro recibió el 6 de septiembre de 2018 durante un acto electoral en la ciudad de Juiz de Fora, y por la que tuvo que pasar varias veces por el quirófano.
Como consecuencia de ese atentado, el capitán retirado del Ejército también ha sufrido problemas en el aparato digestivo que lo obligaron a ser hospitalizado en diversas ocasiones durante su mandato, que empezó en enero de 2019 y terminó el 31 de diciembre de 2022.
Una de las últimas veces que estuvo ingresado fue en enero del año pasado, aunque esa vez no fue necesario operar y la obstrucción intestinal que padecía se deshizo con el paso de una sonda.
Bolsonaro abandonó Brasil el pasado 30 de diciembre, dos días antes de la investidura de Lula, a quien todavía no ha felicitado por su victoria en las elecciones del pasado octubre, y puso rumbo a Florida sin previsión oficial de volver a su país.
Su hospitalización coincide con el frustrado intento de golpe de Estado que perpetraron el domingo miles de sus seguidores más radicales en Brasilia, donde invadieron y vandalizaron las sedes del Parlamento, la Presidencia y la Corte Suprema durante cuatro horas y media.
Bolsonaro rechazó de forma tibia la insurrección de sus partidarios y cargó contra Lula, quien acusó al ahora exgobernante de “estimular” a sus simpatizantes a atacar la democracia brasileña.