por Walter Raymond
Accedimos al Informe Ambiental Resumen (IAR) del proyecto Kahirós para uso en el sector logístico forestal. Se trata de la planta piloto de producción de hidrógeno verde que se instalará en Fray Bentos, Río Negro. Desde el punto de vista periodístico resulta un informe claro, completo y sin objeciones.
La única duda que surge, difícil de cotejar debido a la “confidencialidad contractual” dispuesta por el gobierno para este tipo de emprendimientos, es que este desarrollo de planta piloto requiere de 38,6 M de dólares, mientras que el mega proyecto industrial de Highly Innovative Fuels (HIF) en Paysandú, para producir HV y e-fuels, requiere de 43,5 M.
Es que cuando una inversión es privada el interés público se limita al informe ambiental. Pero cuando en esa inversión interviene el Estado mediante aportes financieros o exenciones impositivas, que es dinero de los contribuyentes, entendemos que todos los aspectos pasan a ser de interés público.
Lo destacable en este proyecto, según nuestra observación, es el concepto de planta modular para autogeneración y abastecimiento de combustible. Expresado de modo simple es una estación de servicio que genera su propio combustible. Significando una inusual libertad y valioso antecedente para que las empresas generen su propia energía para logística y otros usos.
El hidrógeno verde es un interesante desarrollo experimental de generación de energía. De funcionar y ser económicamente viable permitiría una inédita independencia en la generación de energía para el país y empresas. El mayor inconveniente que enfrenta es su muy alto costo de instalación, producción y logística que lo hace prohibitivo y carente de mercado demandante en la actualidad.
En el caso del proyecto Kahirós, al ser un desarrollo con demanda asegurada para la empresa Montes del Plata, aprovisionando HV a seis camiones pesados durante diez años, es posible que tenga mejor proyección.
Dinero para quemar
Es válido que una nueva tecnología requiera de tiempo para su comprobación y establecimiento como alternativa. Ocurrió en el pasado con el automóvil y otros desarrollos que el público fue adoptando de modo paulatino al considerarlos convenientes a sus intereses y posibilidades.
No es el caso del HV que carece de demanda. De hecho casi el 90% de las plantas de hidrógeno no tienen compradores con contratos para utilizar el combustible. Martin Tengler, analista de la consultora BNEF a través de Bloomberg, señala:“Nadie en su sano juicio va a iniciar un proyecto de producción de hidrógeno si no tiene un comprador, y tampoco ningún banquero prestará dinero a un promotor de proyecto sin tener la certeza suficiente de que habrá alguien que compre el hidrógeno”.
Agrega Tengler que casi todos los países con desarrollos de HV tienen acuerdos imprecisos y no vinculantes de ventas del producto. Los cuales podrían descartarse silenciosamente si los posibles compradores se retirasen. Muchos de los proyectos actuales seguramente no se construirán, concluye.
La realidad indica que actualmente y por largo tiempo el hidrógeno verde será un producto experimental destinado a una élite que puede pagarlo y que encuentra una diferenciación en su utilización. Algo que pareciera no estar sucediendo.
Ante este inquietante panorama resultan observables los empeños gubernamentales en la región para promover e incluso invertir en este tipo de desarrollos otorgando créditos, beneficios fiscales, legislación preferencial, altos impuestos y posibles penalizaciones al uso de la competencia.
Promesas sobre el bidet
En reciente estudio (octubre 2024) realizado por el profesor Daniel Schrag y la investigadora Roxana Shafiee, de la Escuela de Ciencias Ambientales y de Ingeniería de Harvard, se considera que el papel potencial del hidrógeno verde ha sido sobreestimado.
Si bien varias proyecciones señalan que se podrá reducir el coste actual del HV a la mitad para 2050, recién en ese entonces el producto podrá ser más o menos competitivo comparado con los combustibles tradicionales. Los citados investigadores disienten con tales expectativas estimando que esas reducciones solo tendrán un impacto marginal en el precio general.
“Sin reducciones significativas de costos en almacenamiento y distribución, las oportunidades futuras de reducción de carbono seguirán limitadas a estas aplicaciones de nicho, lo que demuestra la necesidad de una inversión continua en otras estrategias de descarbonización en etapas anteriores de desarrollo”, afirman.
Es que el HV ha resultado significativamente más caro que otras tecnologías de reducción de carbono. “En ciertos sectores, como la producción de amoníaco, donde ya se utiliza hidrógeno, el hidrógeno verde podría ofrecer algunos beneficios. Pero para aplicaciones más amplias, particularmente en el transporte y la industria pesada, sigue siendo económicamente inviable”, concluyen.
El inusitado e irreflexivo fanatismo en contra del natural carbono está generando más daños que beneficios en las economías emergentes y actividades productivas. De pretender una reducción bastaría con que China (32%), Estados Unidos (13,2%) e India (8%) limitaran sus emisiones, significando en conjunto el 53,2% de las emisiones.