
Por Denise Aín
Hace un par de semanas atrás, la inmensa mayoría de los uruguayos nos vimos conmovidos tras la noticia de que un estudiante del Liceo Zorrilla, víctima de bullying, se había suicidado.
Aunque seguramente no haya sido exclusivamente el bullying lo que le haya hecho insoportable la vida, el suicidio fue, efectivamente, el desenlace.
Por esos mismos días, se hizo pública la preocupación de las autoridades por trifulcas generalizadas en el liceo N°1 de Las Piedras, que se trasladaron hasta la plaza, y en las que debió intervenir la policía.
1° Abril, jóvenes del IAVA que se manifestaban declarando que “vamos a tomar una medida bastante fuerte y nunca antes vista, que es atrincherarnos en el Salón Gremial”, tuvieron tanto protagonismo (al menos en redes sociales), como lo ruinoso,
sucio, caótico, cuasi vandalizado de ese espacio, que muchos asemejamos a imágenes de los peores centros penitenciarios del país.
Un espacio que, por sus condiciones cualquiera querría evitar, estaba siendo defendido con uñas y dientes.
Las situaciones de violencia casi corrientes en torno a las instituciones educativas, se podrán manifestar de manera más o menos estridente, pero de forma casi automática, nos hace reclamar a la educación por eso que desde hace décadas falla, o falta.
Bien sabido es que nada hay sin educación, y/o que la educación lo es todo.
Si pasamos la página, o deslizamos el dedo sobre la pantalla como quien continúa leyendo cada una de las otras secciones, la primera plana de DEPORTES nos sorprende
con la crónica de un clásico, que, con invitaciones desestimadas, culminó jugándose sin visitantes.
Disturbios al término de clásicos anteriores, culminados con heridos de mayor o menor entidad, determinaron en ese nuevo contexto de juego.
Nada nuevo bajo el sol, pero una vez más transitamos mentalmente el mismo
recorrido: disturbios – heridos – inseguridad – educación (su falta o su falla).
Pasamos de sección para recordar que el 2 de abril, es el Día mundial de
concientización sobre el Autismo. La nota nos conduce a los comentarios de los lectores. Son comentarios de personas que se informan, que leen, que se interesan al menos por los temas del día.
Sin embargo, muchos de ellos ponen en evidencia que la discriminación está a la
orden del día, y sacudidos por ello no dudamos en clamar por más y mejor educación.
Un pasaje por la sección SALUD, se nos presenta como una bocanada de oxígeno: la noticia es que una constatación científica abre nuevas estrategias para el tratamiento del Alzheimer.
Fantaseo con que, si fuéramos fotografiados de improviso leyendo,
seríamos muchos los que sin siquiera advertirlo, saldríamos sonrientes en la foto.
También imagino que esa sonrisa duraría poco. Duraría lo que demoran nuestros ojos en pasar a la siguiente columna, en la que Salud Pública alerte por un aumento significativo y crítico de la Sífilis en Uruguay.
Indefectiblemente pensamos en la falta de cuidados, de prevención, de información, y en que la educación nuevamente ha fracasado en materia de educación sexual.
Por motivos obvios voy a obviar los POLICIALES y la sección POLÍTICA, que entre un le dijo y le contestó, nos revela una escalada de violencia más esperable entre vedettes que pelean por su lugar en la marquesina, que entre nuestros representantes.
Si no vemos un dejo de educación en muchos de ellos ¿qué podemos dejar para el resto de la población?
En definitiva, y como dice el refrán, todos los caminos conducen a Roma. No hay
prácticamente nada de todos eso que falla, que no funciona, que juzgamos como malo o inapropiado, que no atribuyamos a la educación.
Ahora bien: ¿Será tan cierto que la educación es TODO?
Hagamos el esfuerzo de mirar y volver a mirar en cámara lenta, como quien mira las jugadas en el VAR.
¿No será con frecuencia, algo así como el chivo expiatorio de todo aquello de lo que renegamos?
¿Será que frente a los escenarios que no querríamos ver, a la falta de respuestas o
soluciones que nos conformen, apelamos a la educación como quien apela al
pensamiento mágico?
La educación tiene un costado ciertamente mágico en su poder transformador, pero está lejos de poder resolver mágicamente TODO, entre muchísimos otro motivos,
porque aunque se lo proponga, nunca llegará a dominar o aquietar en su totalidad las pulsiones humanas (mal que nos pese).
Ilustración: Juan Pablo Compaired