Por José Matonte
Desde el sábado pasado, la mayoría de las estaciones de servicio podrían bajar 22 centésimos (0.3%) el litro de nafta y 12 centésimos (0.2%) el litro de gasoil. Si bien es una rebaja insignificante para el consumidor, para el mercado de los combustibles resulta de importancia.
Para comprenderla, es conveniente realizar antes una breve descripción del mercado y el hecho que desencadenó la rebaja de precios.
El mercado
En nuestro país la refinación/importación tiene un único actor (ANCAP), la distribución tiene tres empresas (DUCSA, DISA y AXION) y el expendio lo realizan unas 480 estaciones de servicio.
En esa cadena, el Poder Ejecutivo determina dos precios en los extremos: el precio al que ANCAP debe vender a las distribuidoras y el precio máximo de venta al público. En el medio de la cadena, URSEA determina cuál es el precio máximo al que las distribuidoras pueden vender a las estaciones.
Con el mercado híper regulado y en ausencia de competencia, las tres distribuidoras venden los combustibles a las estaciones al precio máximo intermedio que determina la URSEA, y las estaciones venden al público al precio máximo que fija el Poder Ejecutivo.
El fallo favorable a DUCSA
Hace unos días, DUCSA obtuvo un fallo judicial favorable, cuando la Suprema Corte de Justicia sentenció que es inconstitucional el cobro de la tasa de inflamables que le efectuaba la Intendencia de Montevideo, fallo que aplica solo para ella y no para las otras dos distribuidoras.
Luego DUCSA decidió trasladar a los precios la disminución de costos obtenida, exhortando a las estaciones que abastece a que lo reflejen en el precio final. Inmediatamente, los sellos DISA y AXION, pese a que deben continuar pagando la tasa, anunciaron que bajarán los precios en igual medida.
La importancia
El hecho no resulta de importancia si miramos el precio final, pero sí cuando miramos el efecto en la competencia entre distribuidoras. Veamos como ejemplo lo que ocurre en la nafta:
La participación de las distribuidoras es la menor de los tres tramos de la cadena. En el precio de un litro, participan apenas con 1.75 pesos, mientras que las estaciones de servicio participan con 8.75 pesos y ANCAP con 28.51 pesos.
Para AXION y DISA, bajar 22 centésimos por litro para igualar a DUCSA significa reducir 12.5% sus ingresos mientras no logren un fallo judicial similar. A pesar de lo significativo del valor, las dos distribuidoras no dudaron en hacerlo rápidamente. Se da así, por primera vez, una baja en los precios de los combustibles debida exclusivamente a la competencia entre empresas.
El hecho adquiere importancia porque demuestra en la práctica lo que se ha negado teóricamente para evitar reformas en el sector. Demuestra que existe espacio para la competencia, y los precios serían aún menores si esta ocurriera también en la importación y en la venta al público.
Si ocurrió una baja de 22 centésimos por la competencia entre empresas que representan solo 1.75 pesos del precio final, es posible imaginar que una rebaja mayor podría ocurrir si se compitiera en los otros dos sectores que tienen mucha mayor incidencia en el precio.
Para esto, Uruguay debe efectuar reformas en la refinación/importación, abandonando el relato de la competencia virtual (PPI) – cuya ineficacia ya quedó demostrada – y pasando a la competencia real habilitando la libre importación. En el expendio, debe permitirse la mayor libertad posible para instalar nuevas estaciones de servicio de manera de promover fuertemente la competencia y habilitar nuevas modalidades de despacho que permitan tener menores costos operativos.
Nada de esto es novedoso en el mundo. Es el modo que se conoce para alcanzar una baja estructural en los precios de los combustibles sin afectar la recaudación fiscal.