Saltar al contenido
Contraviento

La letra chica de las reformas

15 febrero, 2024
reforma combustibles estado

Escribe José Matonte

En las últimas semanas, en el ámbito económico y en la prensa, ha cobrado importancia el analizar las razones por las que Uruguay es un país caro.

Todos muestran que las causas principales son algunas regulaciones que impiden la libre competencia. La mayoría no están presentes en leyes de iniciativa del Poder Ejecutivo o el Parlamento, sino en decretos o resoluciones creados por organismos de menor jerarquía, y que terminan siendo una especie de “letra chica” que pasan desapercibidas en el papel pero que resultan trascendentales en la aplicación.

Los mercados analizados han sido variados, desde el de frutas y verduras hasta el de productos de higiene personal. Resultan pertinentes los análisis y las propuestas para solucionar los problemas, pero ha faltado citar al que más incide en nuestros costos altos: el mercado de los combustibles.

Combustibles: U$S 3.500 millones al año

Ninguno es más relevante por su incidencia directa e indirecta en el resto de la economía. Los uruguayos destinamos anualmente más de tres mil quinientos millones de dólares a los combustibles. En el 2023 pagamos el gasoil un 26% más caro que el promedio de la región, y la nafta un 59 % más.

Con acierto, el precandidato presidencial por el Partido Colorado Gabriel Gurméndez aprovechó el tema de los altos costos para señalar que es fundamental avanzar en la desregulación de toda la cadena de los combustibles, desde la importación hasta que llega al consumidor final.

Pero al igual que los mercados analizados, el de los combustibles está repleto de pequeñas regulaciones diseñadas para bloquear cualquier cambio, por mínimo que sea, que pueda perjudicar el negocio de unos pocos.

Así funcionan básicamente las presiones corporativas para evitar cambios que afecten sus intereses. A diferencia de los sindicatos de trabajadores que cuando pretenden torcer la voluntad de los legisladores tratan de darle la mayor visibilidad posible a sus reclamos, los lobbies buscan frenar los cambios actuando de forma más discreta y encuentran un ambiente propicio en los organismos reguladores débiles.

Por esto, las propuestas políticas de modificar el mercado de los combustibles deben ir acompañadas de las propuestas para reformar los organismos responsables de redactar la letra chica. Porque de poco o nada sirven las leyes si posteriormente son desactivadas por reglamentaciones de organismos que ceden ante las presiones “empresariales”.

Los Cambios

Se debe avanzar en el fortalecimiento de la Unidad Reguladora para que las leyes que intenten reformar el mercado no terminen siendo letra muerta y podría comenzar sobre la base de tres cambios:

  • Restablecer el criterio para la designación de directores (conocimiento en la materia, independencia de criterio, eficiencia, objetividad e imparcialidad en su desempeño).
  • Asegurar la verdadera independencia técnica. La URSEA no debe recibir “exhortos” del Ministerio de Industria ni de ninguna otra dependencia que le indiquen cómo hacer su tarea.
  • Realizar una revisión profunda de la normativa establecida por la URSEA. Ningún artículo, por irrelevante que parezca, puede ser contrario a los cometidos del organismo, principalmente los dos que generalmente no son tenidos en cuenta: la promoción y defensa de la libre competencia en los sectores regulados y la adecuada protección de los derechos de los usuarios y consumidores.