Por José Matonte
Aunque creo conocer los protagonistas del hecho, por las dudas los dejaré anónimos. Faltando un minuto para terminar un partido de fútbol, el árbitro cobra tiro libre desde un lugar muy difícil para poder convertir. Aun así, un jugador se acomoda como para patear directo al arco. Viendo su intención, el director técnico se acerca a la línea y se da el siguiente intercambio:
DT: Escúcheme, ¿cuántos goles ha hecho de tiro libre?
Jugador: En verdad, ninguno.
DT: Entonces, ¿qué lo hace pensar que justamente hoy, desde este lugar y faltando un minuto, usted va a hacer el gol?
Algo similar al jugador le sucede a ANCAP con sus aventuras empresariales. Cada vez que incursionó en proyectos ajenos al refinado, los resultados han sido muy malos: Sol Petróleo, Carboclor, la regasificadora, ALUR y Cementos del Plata por citar algunos.
Todos los tiros libres que ha ejecutado ANCAP ha enviado la pelota a la tribuna. Ni siquiera ha pegado un tiro en el palo como para esperanzarnos. Su actuación podría ser graciosa, si no fuera porque cada tiro libre que erra nos cuesta a todos los ciudadanos varios millones de dólares.
ANCAP y el hidrógeno verde
En los próximos meses quizás se presente otra ocasión donde se deba decidir si ANCAP realiza una nueva incursión empresarial. La semana pasada se anunció que una empresa privada podría realizar, a su entero riesgo, una inversión de 4000 millones de dólares para producir combustibles sintéticos a partir de hidrógeno verde y la captura de CO2 que actualmente genera ALUR como parte de su proceso industrial.
Es una muy buena noticia por la necesidad que tiene el país de recibir más inversión extranjera, por darle valor al CO2 que actualmente se está liberando al aire y por todas las externalidades positivas que podría generar, pero inmediatamente se vio empañada al conocerse intenciones de que ANCAP participe en el proyecto “hasta en un 30%” de la segunda parte. Son 600 millones de dólares que podría invertir, simplemente porque “la ley se lo permite”.
Cabe recordar que hasta el año pasado ANCAP tenía un impedimento constitucional para participar en proyectos de esta naturaleza, porque el artículo 190 de la Constitución prohíbe a los entes autónomos participar en negocios ajenos a los que le asignen las leyes.
Para poder hacerlo, en la última rendición de cuentas se modificó el artículo 1° de la ley ANCAP y se le agregó entre sus cometidos la producción de hidrógeno verde y derivados de este. Se eliminó así la única barrera que dispone la sociedad para frenar la tentación de los administradores de entes autónomos y servicios descentralizados de arriesgar los dineros públicos en un proyecto donde quizás ellos no arriesgarían sus propios ahorros.
Lo deseable es que la inversión anunciada se concrete, sea 100% privada y sea muy exitosa. Si le va bien, será bueno también para el país; pero si le va mal, los contribuyentes no tendremos que pagar las pérdidas.
En el tema del hidrógeno, ANCAP debe limitarse, como ha hecho hasta ahora, a levantar centros a las empresas privadas que sepan hacer goles. A las autoridades tentadas con hacer algo diferente, cabe hacerles la pregunta como el director técnico del cuento: ¿qué los hace pensar que ANCAP esta vez sí va a hacer un gol?