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Contraviento

Homenaje a Maneco, a 100 Años de su Nacimiento

18 septiembre, 2023
Homenaje a Maneco

Escribe Alfredo Bruno

En el marco del centenario de su nacimiento se realizará hoy desde las 19 horas un homenaje a Manuel Flores Mora en la Biblioteca Nacional, del que participarán entre otros Ida Vitale, el Ministro Pablo Da Silveira y el ex Presidente Dr. Julio María Sanguinetti. En la oportunidad se presentará un sello conmemorativo como parte de los reconocimientos, que incluyen la ya aprobada designación de parte de la calle San José con su nombre, desde Ejido a Martínez Trueba.

 

El 4 de setiembre de 1923 nacía en Montevideo Manuel Flores Mora, quien muy pronto pasaría a ser conocido como “Maneco”, tanto en las redacciones de los diversos medios de prensa que lo tuvieron como habitante desde muy joven, así como en la militancia política, en filas de la Lista 15 como uno de los “jóvenes turcos” de Luis Batlle Berres, donde se constituyera en Subdirector del diario Acción y en un portavoz destacado del sector en Radio Ariel, donde mantuvo recordados debates con “Chicotazo”, por entonces en Cx 4 Rural.

En rigor, es muy difícil en estos casos escapar a la tentación de hacer una suerte de currículum vitae del homenajeado, y destacar su actuación periodística en diferentes medios, su pertenencia a la “generación del 45” y su elevada calidad literaria, donde descollara como narrador, dramaturgo, ensayista, historiador y periodista. Asimismo, es casi imposible obviar que fuera electo Diputado en 1954, 58 y 62, Senador en 1966 y luego Ministro de Ganadería y Agricultura.

No obstante, ceñir una semblanza a una enumeración casi notarial de cargos y honores nos parece un ejercicio inútil. En primer lugar, porque ya muchos lo han hecho y harán en estos días, y sobretodo porque lo que hoy motiva al homenaje no son los cargos detentados, sino la persona que los ocupó.

Por ello preferiremos rescatar otros hechos, que dan una dimensión más real de la calidad humana.

“Flores Mora salvó de un desastre a Montevideo…”

Manuel Flores Mora en la pluma de José Pedro Díaz

La cita del título corresponde a José Pedro Díaz, destacado intelectual, escritor y docente, que narra una situación cinematográfica en torno a las exequias de Liber Arce y que tuviera como protagonista a Maneco.

Resulta difícil acercarse siquiera a imaginar las sensaciones que se vivirían en aquel agosto de 1968, en plena ebullición de los enfrentamientos intestinos de la época en el país, ante la situación planteada por la muerte del joven.

En ese marco tanto las autoridades de gobierno como los sectores opositores, estudiantiles y sindicales, carentes del tacto político necesario para manejar una situación explosiva, se encaminaban a paso decidido en dirección a un enfrentamiento que podía haber tenido dimensiones épicas.

Eso solo pudo evitarse por la intervención decidida, valiente y no exenta incluso de un toque de picardía de Flores Mora, que no dudó en hacer uso de toda la fuerza y el peso de su reserva moral para desactivar un conflicto, según narra José Pedro Díaz en columna publicada en el Semanario Jaque días después del deceso de Maneco, de lectura obligatoria.

 

“…este viejo no mete la mano en la lata”

Más que la admiración de los propios, el verdadero honor está en lograr el respeto de los adversarios, y eso queda reflejado en otro relato sobre la vida de Maneco, esta vez de la pluma de su hijo Felipe: “En el invierno de aquel año ’69, una nochecita los tupamaros entraron en malón a mi casa. Todavía era el Uruguay en que a las puertas no se les pasaba llave hasta que el último se fuese a dormir. Escudados en la oscuridad bajaron corriendo de un camión y se metieron corriendo por toda la casa, revólver en mano. Eran como veinte o treinta y parecían cien. Los dirigían Zabalza y Fernández Huidobro. Este último se quedó cuidándonos a mi madre, a mis hermanos menores y a mí, en torno de la mesa del comedor. Mi madre tuvo que pedirle a Huidobro que dejase de apuntar, que éramos todos inofensivos. A mi hermana de doce años la bajaron en vilo desde su dormitorio en la planta alta. Revolvieron todo y se fueron. Dos frases me quedaron en la memoria: una se la escuché a uno que pasaba corriendo y le decía a otro: “che, parece que este viejo no mete la mano en la lata”. Seguro que el estado de austeridad en que vivíamos o alguna olla con la que se habrá tropezado puesta en el piso por mi madre para recibir el agua de alguna gotera, no lo sacaban de su sorpresa. La otra me la dijo Huidobro casi que justificándose y sin sacarme la vista de los ojos: “cuando seas más grande vas a entender por qué hacemos lo que hacemos”. Me parece que la primera frase habla del estado de impulsividad, prejuzgamiento y desinformación con que actuaban los tupamaros. Sobre todo considerando que Maneco había renunciado el año anterior al gabinete ministerial, junto con Michelini y Vasconcellos… Para los tupamaros, si eras senador de la república -igualito a como lo son ellos ahora-, eras mala persona, seguramente rico y seguramente enriquecido de manera indebida, así que contra vos vamos.”

Esta pobre voz mía…

Lista ABR, de Manuel Flores Mora, en las Elecciones Internas d e1982.
Lista ABR, de Manuel Flores Mora, en las Elecciones Internas d e1982.

Abril de 1983, la vida democrática comenzaba a reperfilarse, pero aún la dictadura se resistía a dejar el poder y en ese marco se produce la primer Convención Nacional del Partido Colorado, electa en las Elecciones Internas del pasado noviembre.

La Sesión se desarrolló bajo la Presidencia del Prof. Luis Hierro Gambardella y el Orden del Día estaba compuesto por los temas a plantear ante los militares. En ese marco fue que se pronunció por primera vez en un ámbito político público la palabra “amnistía”, por parte del Convencional Víctor Vaillant, de la Corriente Batllista Independiente.

Una palabra que hasta entonces solo se mencionaba en círculos de absoluta confianza, normalmente clandestinos, y que por su propio peso causó silencio y tensión en la sede de Martínez Trueba.

Entonces, Maneco Flores Mora pidió la palabra y con su voz afectada ya por el cáncer pronunció lo que sería en definitiva su último discurso, haciendo suya la propuesta y exaltando las virtudes que ya habían obrado las diversas amnistías operadas en nuestro país a lo largo de la historia.

Así, fue entonces la primera vez que en Uruguay se planteó formalmente en un órgano político la idea de una amnistía, y quien primero tomó esa bandera fue el ex legislador y ministro Manuel Flores Mora.

“Es en la amnistía donde todos nos reencontraremos. No hay un solo proceso en América ni en el mundo que, saliendo de una dolorosa situación de hecho como la que vivimos, haya llegado a la plena libertad sin atravesar, un día, por la palabra amnistía.

Amnistía en España, amnistía en Brasil, donde un régimen durísimo terminó abriendo las puertas para que entraran los desterrados que estaban hasta en Moscú, de vuelta.

Nosotros que no tememos a las ideas de nadie, queremos la amnistía para todos, para con todos discutir y volver a ganar en la lucha libre de las ideas, los mejores rumbos para el País.”

Naturalmente, lo mejor es escucharlo de su voz…

“Ese fue batllista…”

Manuel Flores Mora en Semanario Jaque
Manuel Flores Mora en Semanario Jaque

Un año después, en abril de 1984, se produce la muerte del Dr. Vladimir Roslik, médico de San Javier, a raíz de torturas sufridas en una instalación militar, lo que es denunciado por el semanario Jaque, el mismo desde el cual Maneco demolía semana tras semana con sus incendiarias “contratapas” a lo que iba quedando de sustento del régimen.

Jaque tiene la convicción absoluta de la causal de la muerte de Roslik, pero no puede acceder a la prueba fundamental del caso, la segunda autopsia que demostraba ese hecho. Así recuerda la situación, y la proverbial intervención de Maneco, su hijo Manuel, a la sazón Director del Semanario:

“Cuando publicamos la noticia de la muerte de Roslik y la presunción de que ésta se debiera a actos de tortura, me cita el entonces director de la DINARP, el que me dice que nosotros no podríamos demostrar lo que estábamos afirmando, pero que, no obstante, no nos iban a cerrar de inmediato, porque eso sería interpretado como un intento por silenciar la investigación, pero que nos atuviéramos a las consecuencias si no obteníamos los elementos de prueba.

Allí empezó una carrera de cuatro semanas, una situación límite en la que nos iba la vida tratando de obtener pruebas contundentes del asesinato de Vladimir Roslik… Sabíamos de la existencia de una segunda autopsia que conducía a la verdad, pero de nada nos servía si no teníamos acceso a ella. Hicimos todo tipo de intento por obtenerla. Sabíamos que ya había venido para Montevideo, pero ya habían transcurrido tres números, no teníamos que publicar y se nos venía el cierre encima.

Con el estado de ánimo imaginable, estaba con mi hermano Felipe repasando nombres de gente vinculada con el caso y en eso entra «Maneco» y encuentra, entre el personal vinculado a la segunda autopsia, un nombre que le era familiar.

Se limitó a señalarlo y decir: «Este fue batllista». Eran las siete de la tarde y se fue de inmediato, piloteando un coche de aspecto fantasmal, lleno de herrumbre y antióxido, a ver a esta persona.

Apareció a las once de la noche con la segunda autopsia en la mano. Había convencido a aquel viejo batllista de que le proporcionara la información, se habían ido juntos al instituto forense militar y en la propia máquina de escribir del instituto copió la autopsia.

El resto es sabido: la publicación de la autopsia determinó que el Ejército, que jamás había reconocido la existencia de la tortura, sancionara a los mandos del cuartel, abriera el camino para el procesamiento de los responsables materiales y de algún modo eso significó el fin de la tortura, que hasta entonces era una práctica rutinaria y nunca aceptada.”

Hasta el último minuto

Finalmente la dictadura militar cayó y un nuevo gobierno electo democráticamente se preparaba a asumir sus funciones, conformando su equipo. En ese marco el Presidente electo Dr. Julio María Sanguinetti ofrece a Maneco la Embajada de Uruguay en Francia, en su nombre y en el del líder de la oposición, Wilson Ferreira Aldunate.

Lamentablemente el cansado corazón de Maneco tenía otros planes y a las 8 de la mañana del 15 de febrero de 1985, día de la asunción del Parlamento democrático, decidió poner punto final a su peripecia vital, guiada -como señala José Pedro Díaz en la nota ya citada- “por encima de todo por lo que le era necesario servir al que es el centro de todos los valores, el único y verdadero valor a cuidar: el hombre. Porque por eso importa el arte, del que era devoto, por eso importan las letras, por eso importa la política, por eso importa todo lo que importa. Y ese fue siempre su motor”