Liberalización de las drogas: el día después

Escribe Walter Raymond

Se habla sobre una supuesta necesidad de liberalizar el consumo y comercialización de las drogas, llámense marihuana, cocaína, opiáceos o sintéticas, pero nada se dice sobre el día después de dicha liberalización. Estuve conversando sobre ello con determinadas personas y este es el resultado.

La Oficina de Drogas y Crimen de las Naciones Unidas (UNODC) reúne la información que suministran los países miembros en referencia con el consumo y tráfico de drogas. Es el único organismo que ofrece sus datos abiertos. Otros organismos especializados tienen acceso restringido y solo emiten notas de prensa con conclusiones. En algunos casos es posible obtener datos parciales o información de otras fuentes no especializadas en el tema pero seguras.

La UNODC emite informes anuales con datos y tendencias sobre tipos de drogas, consumos, incautaciones, efectos sobre la salud y otros aspectos.

 Por lo que a pesar de la paupérrima credibilidad de las Naciones Unidas, en conjunto, y de sus organismos dependientes en particular, los datos de la UNODC son los únicos oficiales sobre los que se pudo fundamentar este artículo aunque también utilicé parcialmente otras fuentes confiables que se especifican al final del artículo.

Drogas y números

La estimación global de 2021 fue que en el mundo había 296 millones de consumidores de drogas, de los cuales 39 millones (13%) sufrieron trastornos severos por consumo de estupefacientes: crisis, internaciones, delitos relacionados o muertes.

En el informe de 2023 la estimación fue de 393 millones de personas en el mundo que consumieron drogas, representando un 5,8% de la población entre 15 y 64 años. Si se cuantificaran consumidores contra población mundial, total tendríamos que un 4.8% de la misma consume algún tipo de substancia, en general, ilegal.

De qué drogas hablamos

  • Cannabinoides (marihuana, hachís) 
  • Cocaína (crack, paco, basuco) 
  • Sintéticas (psicostimulantes, éxtasis, anfetaminas, ketamina, LSD) 
  • Opioides (heroína, fentanilo,) 

Siendo la droga de mayor consumo en el mundo la marihuana, con 219 millones de consumidores. Luego los opioides, en mayor medida debido al auge del fentanilo, con 92 millones de consumidores. Le siguen las drogas sintéticas, de creciente auge en el público juvenil de las fiestas electrónicas con 56 millones de consumidores. Por último, la cocaína y sus derivados de baja calidad con 26 millones de consumidores.

Debe precisarse que no existen drogas buenas o malas. Lo que si existe son situaciones, actitudes y conductas personales relacionadas con ellas. Los especialistas explican que son las dosis utilizadas y la frecuencia de consumo las causantes o desencadenantes de los desórdenes de conductas y adicciones. Ofrecen el ejemplo de anestésicos y analgésicos utilizados en medicina que son productos derivados de los opioides.

Panorama en Latinoamérica

Sobre una población total de 437 millones de personas, se estiman en 20 millones (4,6%) los consumidores de drogas. Siendo también la marihuana la de mayor consumo con 10,6 millones. Le sigue la cocaína y derivados con 4,8 millones de consumidores. Crecen las drogas sintéticas con 3,3 millones y por último los opioides con 1,3 millones de consumidores.

Latinoamérica representa un 5% del consumo mundial, y si consideramos que en todo el mundo aproximadamente un 13% de los consumidores presentan problemas graves, tendríamos una estimación de 2,6 millones de personas con problemas severos de conducta relacionadas con drogas durante 2023.

Los datos reflejan que casi cinco de cada cien personas presenta algún grado de consumo de drogas ilegales, o semi legales. Sin embargo al transitar por Montevideo, Buenos Aires o Rosario, por citar las ciudades donde he estado recientemente, se percibe que el problema tendría mayor entidad. Quizás sea solo una percepción individual.

Legalización

Los problemas de drogas y relacionados con las drogas son visibles, tangibles para todos los ciudadanos. Debido a ello un número indeterminado de personas impulsan la liberalización del consumo y comercio de drogas. Consideran que de esta manera se aliviaría la situación de marginalidad y delito permitiendo salvar algunas vidas. Quizás, esto sea más una expresión de deseos que una propuesta fundamentada en datos válidos.

Los difusores de esta propuesta son funcionarios o políticos que por su cargo o relevancia personal generan impacto en la opinión pública. No están solos, las Naciones Unidas también promueve la despenalización para el consumo y posesión de drogas.

Hasta ahora la prédica de las NU ha obtenido un total de 25 países que optaron por algún grado de despenalización para la tenencia y consumo de ciertas drogas para uso personal. De acuerdo a los informes de la ONU, en dichos países se habrían reducido las enfermedades de transmisión, el número de muertos por sobredosis y se habría logrado un mayor acceso a tratamientos especializados. No encontré datos que respalden estas afirmaciones, solo informes y conclusiones. No quiere decir que no existan, yo no tuve acceso.

Bajo fondo

Cuando se pregunta sobre la liberalización del consumo y comercio de drogas, las personas suelen responden de manera políticamente correcta o directamente mienten, actuando de acuerdo al entorno de ese momento.

Es así que sin preguntar, para no condicionar las opiniones, y en una paciente tarea de seis semanas, pude escuchar, ver y leer la opinión sobre el tema en distintos ámbitos y personas de Uruguay y Argentina. No es representativo, de acuerdo, ya que fueron momentos aleatorios donde tuve la oportunidad de escuchar, ver o leer. Lo que pude recoger es lo siguiente.

Las personas a favor pueden situarse en dos grandes grupos:

  • Las que expresan que consumir drogas es una decisión privada y argumentan que fueron las políticas de prohibiciones las que transformaron un tema privado en una crisis social, y que el Estado ha fracasado en su lucha contra las drogas. Pueden consumir o no, incluso estar en contra del uso de drogas, pero fieles a sus ideas apoyan la liberalización. 
  • El otro grupo está compuesto por personas que en general se definen anti sistema capitalista. Como tales consideran que todo acto en contrario a lo establecido daña al sistema y por ello es bienvenido. En el plano personal pueden consumir o no, pero de hacerlo se enorgullecen al desafiar al sistema. 

Coinciden ambos grupos en que debiera adoptarse la liberalización del consumo y comercio tal como ocurriera con el alcohol a principios del siglo pasado en USA. Unos por ventaja personal, los que consumen, porque consideran que podrían acceder a esos productos sin penalizaciones. Los demás, por fidelidad a su sistema de creencias.

El día después

Desde hace tiempo que pregunto, sin obtener respuestas claras de parte de quienes promueven la liberalización del consumo y comercialización de drogas, ¿qué pasará el día después? En general predomina una visión idílica de lo que sucedería una vez liberalizado el consumo y comercio.

Lo expresado a continuación es opinión, basado en la observación de las conductas humanas y teniendo su correlato comprobable en sucesos o situaciones que han ocurrido o están ocurriendo en distintas partes del mundo. Incluso, algunas muy cerca de aquí. Luego, sobre esa base, mantuve una interesante conversación con «gente no recomendable» que me señalaron detalles y aportaron precisiones, que agregué en el texto.

Se aprueba una ley que libera el consumo y comercialización de drogas.

Ese mismo día y hora, el Estado reclamará su parte en el negocio a través de impuestos, cargas o permisos. Imposición de costo por fiscalización (control de calidad a través de organismos de Salud y Contralor del tipo ANMAT o Salud Pública). Permisos para comercializar, Impuestos Internos al igual que el alcohol, IVA.

Como resultado los productos legales tendrán un costo mayor que en el mercado ilegal. El único cambio visible será más gente consumiendo drogas de modo público. El mercado ilegal continuará como hasta ese momento y los delitos conexos también.

Quienes venderán

Algunos emprendedores, pequeños comerciantes, quioscos o incluso familias con cierta preeminencia barrial que verán la oportunidad de comerciar lo que era prohibido y demandado. Solicitarán autorización ante los organismos correspondientes, pagarán los cánones exigidos y se abrirían quioscos o bares temáticos que ofrecerían, quizás, desayunos aspirables o almuerzos endovenosos.

Los productos serían al comienzo de producción local, limitada en cantidad y en productos, mayormente marihuana y sintéticos. Cubrir la demanda local con producción nacional y registrada llevará entre uno y tres años (por que todos entendemos que comenzarán a sembrar o comprar precursores el mismo día de la ley, ¿verdad?)

Se intentará importar cocaína u opiáceos, pero no hay hasta el momento productores o exportadores registrados de las drogas aludidas. Es posible que algunos países productores ofrezcan institucionalmente vender partidas secuestradas localmente que tengan elevado grado de pureza, por aquello de que nada se pierde, todo se transforma. 

Se visualiza como muy difícil que algún productor de drogas blanquee su plantación, empleados, sistemas de transportes y otros requisitos. Además, seguramente habrá entidades bancarias que por exclusivas razones de marketing, no de moral, querrán autorizar ese tipo de transacciones o tener clientes con estas actividades. Similar actitud encontrarán las empresas de transporte que se avengan a transportar los envíos porque podría afectar el resto de sus negocios internacionales.

Automáticamente, tanto los vendedores minoristas como los hipotéticos productores y exportadores pasarán a integrar las listas de organismos que combaten las drogas. Es posible que se impida a los registrados en comercialización, y también en consumo, movilizarse libremente fuera del país.

Ante este cúmulo de dificultades es posible que en los hipotéticos nuevos lugares de venta legal se adopte la costumbre de preguntar si la compra es o no con factura. Es que ante la presurosa demanda de sus clientes podrían acudir a la provisión más segura, rápida y económica desde el mercado ilegal.

Quiénes comprarán

El circuito legal estará compuesto por público snob. Consumidores deseosos de mostrar en público y redes sociales, su dominio sobre las drogas. Es un público de ingresos medios a altos que pagará el sobreprecio propuesto por su necesidad de consumir y exhibirse, aunque también acudirán para no atravesar el estrés de la compra ilegal. No sería raro que surjan catadores y recomendadores en RR.SS. 

También se acercarán nuevos consumidores para probar “qué es eso de drogarse”, porque lo hará en un ambiente controlado y con mercadería de calidad asegurada, porque el Estado te cuida, viste.

Será un mercado reducido pero que dará utilidades, que también atraerá la atención del circuito ilegal. Quizás, a través de terceras personas o sociedades apropiadas, instalen puntos de venta y manejen los dos canales, legal e ilegal. Cabe mencionar que así ocurrió con el alcohol a la finalización de la Ley Seca. Los consumidores habituales del canal ilegal continuarán con sus proveedores habituales, por dependencia, por precio, para no quedar registrados por el Estado, y también por «afecto», por llamar así a la discreta presión que ejercerá el “fisura” o dealer de siempre.

Liberalización no es gratuidad

Este detalle es importante para el resto de la sociedad. La ley permitirá consumir, incluso públicamente, pero para ello primero habrá que comprarla. Por lo que los robos de celulares, viejos trompeados y viejitas arrastradas para sacarle el monedero continuará como hasta ahora.

Otro aspecto a tener en cuenta es que el reparto del “mercado” no se modificará. Es decir, quienes decidirán qué, quién y dónde se venderá serán los muchachos de siempre. Verán con buenos ojos que se sumen actores legales al juego, será una manera de asegurar un flujo de consumidores constantes. Marketing, le dicen.

Existirá la posibilidad de que algún comercializador legal cometa la torpeza de denunciar la competencia desleal que vende en la esquina a menor precio y sin factura. La paradoja será que en esa situación el Estado adoptará el papel de “soldadito” del sector legal en desmedro del otro.

Por lo que debe quedar claro, tal como saben las FF.SS. que combaten el narcotráfico, a estos muchachos se les puede confiscar uno o diez cargamentos, se les puede meter presos a un puñado de vendedores o incluso encarcelar a algún líder. Lo que nunca van a permitir es que toquen su zona de influencia.

Ya hay suficientes ejemplos de las consecuencias para quienes quieran salirse de ese esquema.

Consumidores de parabienes

Los que estarán muy cómodos en la nueva situación serán los consumidores. Especialmente aquellos que aún no sufren las consecuencias de lo que consumen. Habrá para ellos una oferta amplia y bastará con disponer del dinero para consumir a voluntad.

Además, tendrán asistencia médica ante un desliz con tan solo concurrir o llamar a un centro médico u hospital. No será necesario idear una coartada, bastará con anunciar “me pasé de rosca”. Y este será el principio.

Ante la disponibilidad de drogas, y afluencia de recién llegados, al comienzo aumentarán los episodios de crisis, sobredosis, intolerancia, inutilidad social o decesos. Estas personas tendrán la posibilidad de recibir asistencia inicial, y de llegar a superar medianamente el inconveniente, recibir tratamiento e internación en algún centro oficial para estos casos, sin costo para ellos y sus familias, aunque si para el ciudadano a través de más impuestos porque de algún bolsillo sale el dinero.

La tercera etapa sobrevendrá poco después, cuando consumidores individuales o en grupo, reclamen al Estado la provisión de sus drogas preferidas y necesarias “porque si no me vuelvo loco y me dan ganas de romper todo”. Surgirán entonces ONG y grupos de afinidad que considerarán el consumir drogas un derecho adquirido exigiendo al Estado y sus representantes (algunos apoyarán esto) ser provistos de las drogas necesarias con la finalidad de no incurrir en crisis o delitos.

Entonces, habrá personas que impulsarán la provisión libre y gratuita de drogas por parte del Estado para evitar los delitos y excesos, dirán.

Fuentes de consulta:

 

https://www.unodc.org/unodc/en/data-and-analysis/world-drug-report-2023.html 

https://www.unodc.org/lpomex/noticias/junio-2023/el-informe-mundial-sobre-las-drogas-2023-de-unodc-advierte-sobre-crisis-convergentes-a-medida-que-los-mercados-de-drogas-ilicitas-siguen-expandindose.html

https://es.statista.com/estadisticas/635768/adictos-y-consumidores-de-drogas-ilegales-a-nivel-mundial/ 

https://news.un.org/es/story/2023/06/1522267

https://dataunodc.un.org/ 

https://www.talkingdrugs.org/es/ 

https://www.talkingdrugs.org/es/drug-decriminalisation/