Frente a los hechos que en los últimos días lo han puesto en el centro de la tormenta política, el pre candidato presidencial del Frente Amplio emitió una categórica afirmación, de las pocas al respecto. “En Uruguay no vale todo”. Lamentablemente, está equivocado. De igual forma se equivocó el ex Presidente del Pit-Cnt, ya en su calidad de titular del brazo político de éste, al hacerse eco de tal afirmación.
Es natural que esa equivocación se produzca, por varios motivos.
En primer lugar, todos tendemos a creer que somos mejores de lo que en realidad somos, y extrapolamos esa tendencia hacia la sociedad, a la que idealizamos como culta, informada, madura y equilibrada.
Asimismo, opera en ese sentido el fenómeno denominado como “el diario de Yrigoyen”, una leyenda urbana por la cual en su segunda presidencia los colaboradores del veterano dirigente radical imprimían un diario creado expresamente para el Presidente, en el cual solo se incluían buenas noticias, aislándolo así de la realidad nacional y contribuyendo de esa forma al inminente golpe de estado.
Finalmente, lo más probable es que se crea realmente en esa frase, en esa supuesta condición permanente de “fair play” político nacional, por no haber experimentado nunca en carne propia las duras entradas antideportivas de los rivales, avaladas por equipos arbitrales de poca sagacidad y un VAR que solo cuenta con un Philco Ford blanco y negro de 14 pulgadas para chequear las incidencias.
La verdad, algo muy distinto
Lo cierto, en cambio, es que lamentablemente nos hemos acostumbrado desde hace décadas a que el “Vale todo” no es solo un antiguo programa televisivo, o una modalidad de lucha deportiva y los nuevos tiempos han dado mayor alcance, potencia y envergadura a los ataques bizarros.
Así lo supimos desde fines de los años 60, por ejemplo con el episodio de la supuesta “infidencia” de Jorge Batlle, que algunos siguieron enarbolando por medio siglo en muchos casos sin saber siquiera a qué se refería y todos soslayando el hecho de que jamás existió.
Al respecto el periodista Raúl Ronzoni manifestaba en 2018 “el caso “demuestra la inmoralidad de muchos políticos uruguayos”. “¿Vale todo en la vida política? Los uruguayos cuando van a votar ¿piensan o votan con la emoción? Acá se actúa con emocionalidad, la misma emocionalidad de frases hechas que se utilizan en las manifestaciones, los sloganes o en el fútbol. A mí me preocupa mucho eso”.
Aquellos vientos, estos lodos
Años después probablemente se vivió la más canallesca campaña, al relacionar a distintos Presidentes con hechos absolutamente incomprobables de su círculo familiar, al tiempo que durante décadas se fue absolutamente generoso con todo tipo de calificación personal o acusación hacia cualquiera que no expresara a fidelidad el pensamiento de una autoproclamada elite moral.
Llegamos así al período que corre, donde los uruguayos debimos acostumbrarnos a que “valieran” groseras operaciones de desinformación, acusaciones de narcoestado, de narcotráfico en pescado congelado, de venta de pasaportes a narcotraficantes, de corrupción generalizada en la concesión a Katoen Natie, la compra de los aviones Hércules, las nuevas naves para la Armada, la institucionalización de una “Asociación para delinquir” al mando del Presidente de la República, a quien en todo momento se lo ha presentado como drogadicto.
No podemos olvidar, por supuesto, las acusaciones durante la lucha contra el COVID, “las muertes evitables”, el colapso de los CTIs que anunciaban en operación concertada y hasta libretada los operadores de turno, la bastarda campaña del #AceptePresidente para forzar a aceptar algo fantasioso, como lo era el apoyo argentino con vacunas de las que carecían para su propio pueblo.
Una recorrida a vuelo de pájaro sobre solamente algunas de las barbaridades que soportamos en los últimos años, donde seguramente el lector recordará unas cuantas más, todas invariablemente del mismo origen.
Así las cosas, es claro que Orsi, Pereira y demás operadores se equivocan. En Uruguay vale todo, hace mucho. Tal vez no se enteraron porque nunca les tocó, pero es así. Por ello, la pregunta ahora es como desarrollar una actuación frente a esa realidad.
Actos Propios
En la esfera jurídica se maneja como un principio fundamental la Doctrina de los Actos Propios, que busca garantizar la coherencia, la buena fe y la seguridad jurídica en todas las interacciones humanas. En esencia, puede resumirse como “Nadie puede ir contra sus propios actos”, con lo que se busca y pretende evitar la contradicción entre el comportamiento pasado y las pretensiones presentes. Estamos acostumbrados a verla en cada detención televisiva o cinematográfica: “Cualquier cosa que haga o diga puede y será usada en su contra …”
Así, la Doctrina de Actos Propios se basa en la idea de que nadie puede ir contra sus propios actos y comportamientos anteriores. En otras palabras, una parte no puede contradecir sus actos pasados en beneficio propio o en perjuicio de terceros. Este principio está arraigado en la equidad y la justicia, y busca prevenir el abuso de derecho y en general, la manipulación, ya que el “Principio de buena fe” exige que las partes actúen con honestidad y lealtad en sus interacciones y con respecto a sus propios actos, no pudiendo cambiar repentinamente de posición en detrimento de los demás.
Por ende, quienes durante décadas han consentido, avalado y se han beneficiado de que “vale todo” en la lucha dialéctica contra sus adversarios no pueden luego desdecirse de ello y reclamar “fair play” y un tratamiento ascético, quirúrgico, cuando por una vez deben hacer frente a una situación similar a las que por siempre han prohijado.
A confesión de parte…
Por ejemplo, resulta difícil de creer que se sostenga que “en Uruguay no vale todo” cuando el propio Coordinador de Campaña del candidato denunciado, Francisco Legnani, en declaraciones sobre el punto, lejos de sostener la falsedad de los hechos imputados en lugar de ello optó por lanzar acusaciones generales, y rematar con una serie de afirmaciones que, además de no tener nada en común con el tema de marras, constituyen una cadena de falsedades que sorprenderían hasta al escolar más incauto.
“La promotora de este ataque salió a pedir inmediatamente que Orsi la denunciara. Nunca me hubiese imaginado que alguien lanzara el ataque y pidiera ser denunciada. Álvaro Delgado se expresó en este sentido también, y debería ocuparse más de hablarle a quienes lo votaron para tratar de retener el gobierno después de una cantidad de promesas que hicieron… Ahora el 30 de marzo se cumplen cinco años del acto en el parque Viera donde Lacalle Pou decía que se terminaba el aumento de los combustibles. Hace 15 días subieron el combustible otra vez. Prometieron no subir la edad de jubilación. Y así ganaron el gobierno, prometiendo cosas muy sensibles y por un exiguo margen. Así que entiendo la preocupación”, agregó.
Si bien la historia es un claro ejemplo condenatorio en torno a la «puntillosa rigurosidad» con que el Frente Amplio maneja la verdad a la hora del debate, no está de más reseñar estas afirmaciones recientes, que actualizan el punto.
Por ende, a hacer frente, bancar lo que se venga como niños grandes y no buscar sacarle la cola a la jeringa.
Ni andar a los cabezazos