Escribe Gabriel Barandiarán
El año 1997 no fue un año más para el ajedrez. En dicho año, el entonces campeón mundial Garry Kasparov perdía un match contra Deep Blue, la computadora de IBM. Fue la primera vez en que una máquina le ganaba al mejor jugador humano de ajedrez.
Desde entonces, las computadoras no hicieron más que mejorar su juego. En ajedrez hay un puntaje llamado “ELO” que mide la fuerza de cada jugador. El actual campeón mundial, Magnus Carlsen, llegó casi a los increíbles 2800 puntos de Elo, mientras que Stockfish, un programa que utiliza inteligencia artificial, llega a 3800. Cualquier humano no es rival para un programa que cualquiera puede tener en su celular.
En este marco, la supervivencia del juego dependía de mantener separados a los hombres de las máquinas. Con el advenimiento de la miniaturización y los smart phones, esta separación se hizo más difícil de aplicar. Ya no se podían llevar auriculares a los torneos, ni teléfonos celulares, ni ningún medio digital. Pero la tentación de ayudarse en los partidos, desafía a los tramposos a buscar nuevos métodos por lo que cualquier árbitro de torneo debe disponer de detectores de metales, y equipamiento electrónico y scáneres de muchos tipos, incluso de inhibidores de señales electrónicas. Lamentablemente, hubo varios casos en los que se encontró a jugadores haciendo trampa. Pero toda esta historia hace eclosión en los recientes sucesos que acaban de ocurrir.
Los hechos
Hace unas semanas, se jugaba en Missouri, USA, un torneo en el que participaban algunos de los mejores jugadores del mundo. En la tercera fecha se enfrentaban el actual campeón mundial, Magnus Carlsen, que venía de un record de 53 partidas sin perder, contra Hans Niemann de 19 años, nacido en California, y que había logrado subir casi 200 puntos de Elo en sólo dos años. Subir esos puntos de Elo en tan poco tiempo, implicaba que estábamos frente a un genio del ajedrez aunque, para algunos, este hecho despertaba sospechas.
El partido fue ganado por Niemann y la reacción de Carlsen dejó en ascuas a todo el mundo: renunció a continuar con el torneo mediante un tweet en el que agregó un adjunto con una frase del entrenador de futbol Mouriño: “Prefiero no hablar. Si hablo me meto en problemas… y no quiero meterme en problemas”
No era necesario ser muy perspicaz para imaginarse que Carlsen hacía referencia a que había perdido el partido porque el rival había hecho trampa. Y muchos lo entendieron así. Es más, el sitio de juegos Chess.com terminó desvinculando a Niemann alegando que “en el pasado” este jugador había hecho trampas, lo que fue reconocido por éste, aunque expresó que lo había hecho cuando tenía 12 años.
A partir de este hecho, todos los ojos de los árbitros cayeron sobre Niemann. Se lo escaneó, se lo observó, se filtraron las comunicaciones electrónicas en las salas donde jugaba pero nada sospechoso ocurrió, y así lo hicieron saber en una declaración. Pero algunos estaban tan convencidos del fraude que insinuaron la utilización de “bolas anales” como mecanismo para recibir mensajes codificados que sugerían jugadas.
Finalmente Niemann terminó octavo en ese torneo. Pero este no fué el último capítulo del escándalo.
El lunes pasado, Carlsen y Niemann volvían a enfrentarse en un torneo online denominado “Baer Generation Cup”, y el campeón mundial volvió a echar leña al fuego abandonando la partida en la segunda jugada, sin dar posibilidad de juego alguno, lo que implicaba, en forma obvia, regalar el punto a su rival. Pareciera que Carlsen ya no desea jugar más contra Niemann
¿El fin del ajedrez?
Obviamente, Carlsen toma esa actitud con Niemann por alguna razón. La explicación más simple es que el campeón mundial sabe, o tiene alguna evidencia, de la acción fraudulenta de su rival. Pero también es cierto que no se ha podido constatar ningún hecho que pueda avalar esta eventual denuncia en el comportamiento de Hans Niemann.
Pero reflexionemos en la actitud de Carlsen. Si son ciertas sus sospechas, y hay algún mecanismo de hacer trampas al ajedrez que no son detectables con la tecnología actual… ¿Qué valor pasa a tener el juego?. ¿Qué vale más, el talento o el uso de tal tecnología? ¿Cómo podríamos estar seguros que lo que vemos en un tablero es una manifestación de la creatividad de un ser humano y no del uso de tecnologías que no conocemos o que no podemos detectar?.
¿Cómo podríamos estar seguros que lo que vemos en un tablero es una manifestación de la creatividad de un ser humano y no del uso de tecnologías que no conocemos o que no podemos detectar?.
Si Carlsen no aclara su actitud, no sólo está echando sombra sobre Niemann sino sobre el ajedrez todo.
Hasta la forma en que el acusado se ha defendido resulta extraña. Si alguien toma acciones como las que tomó el campeón mundial contra un jugador, es de esperar que la víctima de la acusación reaccione en forma agresiva, al menos, en instancias judiciales que lo reivindiquen frente a la opinión pública.
Como puede apreciarse, la cosa viene complicada y todos esperamos alguna explicación que nos permita seguir disfrutando de este bello y fascinante juego al que muchos le dedicaron su vida.
MAS INFO:
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«Chess grandmaster denies cheating by using anal beads» (euronews.com)
- El caso Carlsen-Niemann se complica: dispositivos anales y trampas, confesadas y por demostrar (abc.es)
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«Carlsen v Niemann: the cheating row that is rocking chess – explained» (theguardian.com)
- «Perlas anales, ¿la última trampa en el ajedrez?» (antena3.com)