Por Pablo Vierci
-FADOL. Bienvenidos al grupo de Adictos Anónimos al Poder. Cómo saben, yo operaré como moderador, pero los que hablan son ustedes, los Adictos.
Yo soy un Adicto completamente rehabilitado y me mantengo sobrio y prácticamente sin Síndrome de Abstinencia desde hace por lo menos 50 años.
Como saben, yo soy sobrino y el principal impulsor del político y candidato a la presidencia de Uruguay, Antonio Fadol, con su famosa lista 47, pero que, como una maldición, nunca logramos obtener esa cantidad de votos. En la elección de 1962, con la candidatura de Fadol a la presidencia, obtuvimos 27 sufragios; en las elecciones de 1966 el tío Fadol se candidateó a diputado y recibimos 21 voluntades, para intentar nuevamente la presidencia en las elecciones de 1971 donde nos acompañaron apenas 35 almas, momento en que entré en este período de sobriedad que ya lleva, como decía, más de medio siglo.
Si bien yo era un Adicto como ustedes, semejante caudal de votos nos enseñó mucha humildad, y creo que eso permitió que superara mi adicción, y me dedicara a esta tarea de ayuda al prójimo, para aquellos que sufren lo que nosotros en un tiempo experimentamos.
Como en todas estas reuniones de Adictos que ustedes bien conocen, se habla libremente: acá no estamos para juzgarlos, sino para escucharnos, entre pares, y compartir este duro momento que atraviesan.
Por favor, que cada uno se presente, sin el apellido, que por ello somos Anónimos.
-Buenas noches, mi nombre es Fernando, soy Adicto al Poder y llevo 3 años, 2 meses y 6 días sobrio, aunque con Síndrome de Abstinencia galopante.
Creo que mi adicción comenzó muy joven, casi un niño, cuando un grandote se burló de mí llamándome “gordito”, entonces se me ocurrió juntar a un grupo de muchachotes mayores, de voz aguardentosa, para que le dieran una paliza. Así nació si se quiere mi Adicción por la patota, una “droga blanda”, que me llevó a las más “pesadas”, mi Adicción al Poder.
Aunque resulte paradojal, comencé a trabajar de ascensorista pero fui escalando posiciones, peldaño tras peldaño, en la escalera de la vida, y llegué muy alto, pisando muchos callos. Estuve prácticamente embriagado de poder desde el año 2004 al 28 de febrero de 2020, en forma ininterrumpida, un pedo tísico, si se me permite la expresión, y desde entonces, como dije, estoy sobrio.
Cuando estaba en el Poder, bebí de él como ladrillo de segunda, cometí todo tipo de excesos, porque me sentía superior, omnipotente. La gente me respetaba, me invitaba en los restoranes, hablaba de “ché y vos” con el Presidente de la República, con los Ministros, con los mandatarios extranjeros, llegué incluso a amenazar a toda la población del país con que si queríamos, la podíamos dejar sin luz.
Ser Adicto al Poder y tener toda la “droga” a disposición me llevó a tocar el cielo con las manos, con un estado de plenitud tal, de comodidades, de viajes, de salones VIP, que jamás logré convencerme de que eso se había terminado.
Cuando entré en el período de sobriedad, fue como salir del paraíso y bajar al infierno, en aquel ascensor juvenil que ascendí a las alturas. Desde que estoy sobrio, sin Poder, me siento malhumorado, irritable. Y he hecho todo lo que estuviera a mi alcance para recuperarlo, aunque tuviera que llevarme puesto al país entero, en pandemia o sin pandemia.
Embarqué al pueblo en un referéndum sin sentido, arriesgando la vida de mis compatriotas, porque la sola idea de que al fin del conteo de los votos recuperaría algunas gotas de ese elíxir maravilloso, compensaba con creces el infortunio de tantos sufrientes. Porque como les sucede a todos los Adictos, el mal que hacemos a los otros no nos importa un comino, si alfombra el camino para llegar al Rumboso Mostrador, donde nos sirven, sin moderación, el Brebaje del Poder.
-FADOL: Muchas gracias por tu testimonio tan sincero, Fernando. Démosle un aplauso… y aquí tienes una medallita por esos 3 años, 2 meses y 6 días que llevas sobrio. Seguimos la ronda, tú, por favor.
-PACHA: Mi nombre es Alejandro pero todos me dicen Pacha. Soy un Adicto al Poder. También como el caso de Fernando, llevo sobrio 3 años, 2 meses y 6 días. El Síndrome de Abstinencia no solo no disminuye sino que crece exponencialmente con el tiempo. La Adicción al Poder es de tal magnitud, que haría cualquier cosa, y digo bien, CUALQUIER COSA, para volver a experimentar ese delirio mesiánico que experimento en el Poder.
El frenesí es tan mayúsculo que no paré ni un minuto en este tiempo de sobriedad para ponerle el palo en la rueda a quien me quitó la “botella”, por llamarle de algún modo.
Le hice daño a muchos, a demasiados. Porque no pienso en el presente sino en el pasado, en los tiempos de embelesamiento, cuando volábamos en los aviones de Pluna, que luego destrozamos; en aquel Tren mágico de los Pueblos Libres, aunque jamás llegó a la siguiente estación, impulsado por el Gas Progresista de la Regasificadora, que nunca emergió de las turbias aguas del Río de la Plata; o el Puerto de Aguas Profundas en la psicodélica Rocha, donde recalarían los buques de otros Adictos al Poder de este y otros continentes para afianzar la Patria Grande y Compañera, así como no puedo dejar de pensar en la mina de oro de Aratirí, con todo tipo de piedras preciosas, para potenciar nuestra alucinación.
Fuera del Poder, en cambio, la vida resulta sosa, llena de estrecheces, donde las cuentas hay que pagarlas, una vida a la que no le encuentro el sentido porque no tiene adrenalina.
Incluso siempre me guardé una bala en la recámara de la pistola, porque no solo juego o disputo el Poder en los estamentos llamados “legítimos”, o “burgueses”, sino que tengo un pie afuera del sistema, como dirigente del MLN-Tupamaros, allá en las tatuceras de la calle Tristán Narvaja, que nadie conoce, donde, entre bambalinas, se tejen estrategias para volver a experimentar la miel sobre hojuelas, por si fallan las vías tradicionales.
-FADOL: Muchas gracias por compartir con nosotros tu valioso testimonio, Pacha. Y te damos esta medallita en honor a los 3 años, 2 meses y 6 días que llevas en estado de sobriedad. ¿Quién quiere hablar ahora?… Muy bien, adelante, compañero.
–MARCELO: Me llamo Marcelo pero todos me llaman El Turco. Soy Adicto al Poder y a otras sustancias, pero mi verdadera Adicción es al Poder, y cuando por algún motivo esta se frustra, recurro a mis Adicciones menores para ahogar las penas de la Adicción mayor que no puede concretarse.
Como mis compañeros, estoy sobrio y sufriendo desde hace 3 años, 2 meses, 6 días, 14 horas, 12 minutos y 34 segundos, porque el Síndrome de Abstinencia es tan poderoso, que lo mido en segundos, no en horas ni en días.
Con tal de reencontrar el Poder que me falta, y que siento que me arrebataron, soy capaz de hacer cualquier cosa, sin miramientos, sin piedad ni compasión. Hasta diría, con crueldad. A veces llego a un estado tal de enajenación, que no soy plenamente consciente de lo que hago, o digo.
Cuando estoy intoxicado de Poder, estoy pletórico, mando y desmando, hago y deshago. ¿Los otros? Que se arreglen, la Adicción es un vicio individual, no es colectivo. Y si los otros me lo toleran, y me dan manija, bien por mí y mal por ellos, haciendo honor a mi lema: “más vale borracho famoso, que alcohólico anónimo”.
Soy capaz de paralizar un país, bloquear las carreteras, dejar a la gente sin alimentos, medicina, clases, trabajo. Soy capaz de todo. El síndrome de abstinencia es tal, que prefiero hacer de este país tierra arrasada, rociarlo con sal para que no crezca ni una sola carqueja, jamás, o entregarlo, incluso, a Poderes extranjeros, si comparten la Adicción al Poder que yo disfruto, en tanto se me permita volcar una gota, apenas una gota en mi garguero insaciable.
La Adicción es tan poderosa que, a sabiendas de que el país precisa urgentemente una reforma de la Seguridad Social, como el aire que respira, soy capaz de levantar una vez más al pueblo en vilo para alzarse contra sí mismo, y llevarlo a un referéndum suicida, con tal de satisfacer mi irrefrenable antojo.
-FADOL: Muchas gracias, Marcelo. Tu testimonio es muy valioso. Pero hay una pregunta que me surge tras escucharlos. Saben bien que estos grupos buscan la Rehabilitación, o sea no son para afianzar la adicción, sino por el contrario para eliminarla, para poder volver a ser personas valiosas en la sociedad, interactuar de forma fecunda, para el bien de todos. Los escucho y no me queda del todo claro si lo que buscan es la rehabilitación, como creía, o regresar al Poder, en forma autodestructiva.
-FERNANDO, PACHA y MARCELO (al unísono): ¡Nosotros queremos regresar al Poder!
-FADOL: Entonces están en el Grupo de Autoayuda equivocado. Este es el grupo de Rehabilitación. El de ustedes es el de Adictos para Regresar al Poder, se reúne los jueves y los modera Michelini.