Por José Matonte
Los beneficios económicos que genera la desmonopolización del mercado de combustibles en la competitividad de los sectores productivos y el bienestar de la población están ampliamente demostrados en gran parte del mundo. Por si parecieran insuficientes los argumentos económicos, en nuestro país tenemos un motivo más para abrir el mercado: la calidad del aire.
Los vehículos son emisores muy importantes de partículas finas que quedan en suspensión en el aire, y la exposición al aire contaminado es una de las principales causas de muertes prematuras en el mundo, provocando alrededor de 7 millones de muertes por año. La OMS estima que causa el 24% de todas las muertes de adultos por cardiopatías, el 25% de las muertes por accidentes cerebrovasculares, el 43% de las muertes por EPOC y el 29% de las muertes por cáncer de pulmón.
Pese a que la industria automotriz ha logrado avances importantes en el diseño de sus motores, por sí solos no son suficientes. Para reducir sustancialmente las emisiones de partículas finas es necesaria también la introducción de combustibles con bajo contenido de azufre.
Para abordar el problema, la Coalición para el Clima y el Aire Limpio (un esfuerzo global que Uruguay integra), lanzó en 2016 la Estrategia Global del Azufre, un plan de trabajo para introducir gasoil con bajo contenido de azufre, donde se reconoce como positivo los países que tienen gasoil con 50 ppm de azufre pero que valora todos los esfuerzos adicionales para llevarlos a 10 ppm.
En Uruguay el 99% del gasoil vendido tiene 50 ppm (común) y el 1% tiene 10 ppm (especial), lo que nos ubica en los peores lugares entre los países que aún tienen los dos tipos de gasoil.
Entonces, si el tema es tan importante, hay un plan global acordado por nuestro país, se crea un ministerio para jerarquizar la agenda ambiental y nos consideramos abanderados en la materia, ¿cómo es posible que ningún organismo público lo mencione?
La explicación es muy simple: ANCAP no tiene la capacidad de llevar toda su producción de gasoil a 10 ppm, por lo tanto, poner el tema sobre la mesa implicaría reconocer que lo viable es abrir el mercado para que otras empresas puedan importar el gasoil que necesitamos.
Lejos de ir hacia una mejora, los sucesivos gobiernos han hecho esfuerzos para cuidar a ANCAP en lugar del ambiente, desestimulando el consumo de gasoil especial por dos vías:
1 – Limitando los lugares donde es vendido.
2 – Fijándole un precio mayor que el gasoil común, aun cuando URSEA indica que deben tener precios iguales como ocurre en los mercados internacionales.
Resulta absurdo que se vaya en sentido contrario al cuidado del medio ambiente, castigando el consumo del producto menos contaminante. La respuesta del MIEM ha sido de restarle importancia aduciendo erróneamente que el gasoil especial lo usan solo los vehículos de alta gama.
Cada año más países armonizan sus mercados diesel en un solo grado de azufre y adoptan como límite máximo 10 ppm. En tanto, Uruguay continúa siendo desplazado en el ranking de países con menores niveles de azufre en gasoil (posición 73 en 2022, 75 en 2023) por países como India, Marruecos y Bután y próximamente Sudáfrica. Estos países no lo han hecho porque todos sus vehículos sean de “alta gama”, lo han hecho por priorizar la salud de la población.