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Contraviento

Crónica de cómo se perdió Montevideo: El desembarco

18 enero, 2025
Vista de Montevideo desde La Aguada. Circa 1807.

Fue el día 14 de enero en que los vigías avistaron las primeras velas inglesas. La escuadra bajo el mando del brigadier general Samuel Auchmuty fondeó cerca de la Isla de Flores. La invasión estaba en marcha.

La escuadra de Auchmuty estaba compuesta por 72 a 75 buques, de ellos 40 a 44 eran de combate. El resto eran transportes, auxiliares y mercantes. A bordo, llevaba unos 5.500 efectivos de infantería y caballería bien entrenados y de experiencia en el arte de la guerra. La expedición había partido de Inglaterra con 3.610 hombres. Le seguía el regimiento 9 de Dragones con 712 hombres, el cual embarcó un mes después. La orden inicial había sido reforzar las fuerzas que habían tomado Buenos Aires. En Río de Janeiro, el 14 de diciembre, se enteró de la reconquista de la ciudad por los españoles y que Maldonado se mantenía, aunque precariamente, en poder inglés.

Un cambio de planes

Auchmuty llegó a Maldonado el 5 de enero de 1807. Se enteró de la situación en detalle y tomó la determinación de intentar la toma de Montevideo. Sumó a los efectivos del puesto de Maldonado y levó anclas el 13 de enero rumbo a Montevideo, anclando en inmediaciones de la Isla de Flores, el día 14.

El virrey Sobremonte estaba al tanto del arribo de la flota inglesa a Maldonado. Con tal propósito había ordenado dos días antes, el 12 de enero, reforzar la guarnición del Cerro que custodiaba la caballada de reserva y vigilar la Barra del Santa Lucía en previsión del posible desembarco. En tanto, dispuso que las tropas de caballería tomaran posición en las «alturas del Buceo» (inmediaciones del actual Parque Rivera), a una legua de la costa, cerca de uno de los lugares posibles para el desembarco.

A la mañana siguiente, 15 de enero, los ingleses enviaron una corbeta con bandera de parlamento a Montevideo que llevaba la propuesta de rendición. En tanto, naves de menor calado exploraban la costa buscando el mejor lugar para desembarcar. Montevideo rechazó la propuesta de rendición.

Los ingleses definieron a la «ensenada del Buceo», el arco actual de playas Verde y La Mulata, por ser el que mejor posibilidades de defensa ofrecía para el desembarco. La elevación de Punta de Carretas (Punta Gorda) al Oeste, y los altos médanos al norte cubrían la playa de posibles cañoneos desde tierra. Se sumaba la escasa profundidad de la zona que permitía a naves de bajo calado acercarse lo suficiente para desembarcar tropas y proteger el desembarco mediante artillería.

Desde Montevideo se alertó a Buenos Aires que “Desde ayer están fondeados setenta y dos buques enemigos al Oeste de la Isla de Flores”. Solicitando, además, el envío urgente de una fuerza de apoyo militar. En tanto, la escuadra inglesa maniobraba para cercar desde el río a Montevideo. Una parte quedó posicionada entre Punta de Carretas (Punta Gorda) y la Isla de Flores. El resto de la flota tomó posición desde la actual playa del Cerro hacia adentro del río, bloqueando la comunicación naval con Buenos Aires.

Decisiones tardías

La razón de la demora de Sobremonte en repeler el desembarco continúa siendo un enigma para los historiadores. Contando con unos 1.700 lanceros e intuyendo el lugar de posible desembarco, le cedió la iniciativa a los ingleses. A la mañana del 16 de enero comenzó el trasbordo de tropas y equipos a las naves de desembarco. Cuando Sobremonte decidió por fin enviar al coronel Allende con 800 lanceros y dos cañones de 4, más dos obuses, el cañoneo desde el río de cuatro fragatas y un bergantín impidió que se acercara. En efecto, a las 11 horas de la mañana, con nutrido fuego de apoyo desde la corbeta Charwell y el bergantín Encounter, los primeros marinos ingleses desembarcaban en las arenas de la ensenada. 

El virrey sumó 160 blandengues a las fuerzas del coronel Allende, que ya había sufrido bajas, y ordenó el avance del resto de la caballería hacia la playa portando dos cañones de a 8 más uno de 24. Ya era tarde. Los ingleses habían desembarcado fuerzas que superaban la caballería de Sobremonte que se retiró sin presentar batalla. Por su parte, el coronel Allende también debió retroceder sin haber podido efectuar un solo disparo debido a no poder asentar la artillería en la altura de los médanos, ni acercarse a la ensenada con su caballería por el cañoneo inglés. En tanto, en la formación naval que permanecía a la salida de la bahía de Montevideo simulaban operaciones de un segundo desembarco detrás del Cerro.

Desinteligencias

En un informe posterior del gobernador Ruíz Huidobro, se mencionan una sucesión de hechos que debilitaban la defensa de Montevideo.

“Como a las doce del mismo día (16 de enero) corrió en la plaza la satisfactoria noticia de que el ejército del mando del Virrey había atacado con la mayor felicidad y hecho seiscientos prisioneros, pero desgraciadamente fue falsa, y muy cierto que el enemigo se hallaba con toda su tropa en las playas de la Ensenada. En el momento mandé decir al Virrey por el Teniente de fragata D. José de Córdova que si era de su aprobación saldría con toda la guarnición y aun con todo el pueblo a unirme a S. E. para atacar al enemigo antes que diese un paso adelante. Mi proposición no fue aceptada y se me contestó por el mismo Oficial que cuidase de la plaza y remitiese al campo la tropa del Regimiento de Infantería y la de Húsares urbanos, que harían un total de seiscientos hombres. Sin pérdida de un instante marcharon estos cuerpos con dos cañones y sus correspondientes carros de municiones, siendo del calibre de a 8 los que llevaban los Húsares al mando del Capitán corsario D. Hipólito Mordeille. Poco después recibí un oficio del Virrey para que saliera a unírsele el Batallón de Milicias de la Plaza … ; y aunque inmediatamente los remití, hice presente a S. E. que no me quedaba un soldado, ni más defensa que cuatrocientos paisanos armados, que fue el número a que pudieron ascender los tercios de andaluces, cántabros y criollos. La tropa pasó la noche en el campo, y a la mañana siguiente (día 17) mandó el Virrey que regresase a la Plaza sin haberla empleado en algún objeto, según me informaron sus jefes”.

Esa misma noche, el brigadier Auchmuty vivaqueó en la altura detrás de la actual Punta Gorda con sus tropas, más unos 800 marinos a cargo de las tareas auxiliares de desembarco. Durante los dos días siguientes, 17 y 18 de enero, los ingleses continuaron desembarcando artillería y equipos. El brigadier Lumley ocupó las elevaciones situadas a una milla de la costa («alturas de Punta de Carretas») con un regimiento, tres compañías de rifleros y un batallón. Entre estos y la costa se ubicó una segunda línea a cargo del coronel Browne.

Por parte de la defensa de Montevideo, solo se atinó durante esos dos días a cañoneos esporádicos y algunas escaramuzas menores. Los informes ingleses hablan de un muerto y dos heridos.

El desembarco se había consumado.

Notas:

* Una milla equivalía a 1,6 kilómetros.

** Una legua castellana equivalía a 4190 metros.

***No hay concordancia entre los autores en cuanto al número de tropas de Sobremonte, que oscila entre 1.500 y 3.000. El cruce de información y seguimiento de los hechos indica que 1.500 es más cercano a la realidad.

Fuentes consultadas:

Las invasiones inglesas del Río de la Plata (1806 – 1807). Carlos Roberts.

Las invasiones inglesas al Río de la Plata (1806 – 1807). Tomo II. Cnel.(R.) Juan Beverina. Círculo Militar. Biblioteca del oficial

La invasión inglesa al río de la plata entre 1806 y 1808. Actividades británicas desde el punto de vista naval. Vicealmirante Óscar c. albino

Análisis militar del asalto a Montevideo durante las invasiones inglesas. Cap. Marcelo Díaz Buschiazzo

Un documento inédito sobre la toma de Buenos Aires por los ingleses, en 1806, y acaecimientos posteriores. Manuel Gracia Rivas. Se transcribe una relación inédita de lo que sucedió en Buenos Aires durante los ataques ingleses de 1806 y 1807, elaborada por un testigo presencial, el teniente de navío de la Real Armada don Juan de Latre y Aísa, marino oscense que por su condición de profesional de las armas, ofrece una visión de sumo interés de lo ocurrido.

Invasiones inglesas 1806 – 1807, estudio documentado. Guillermo Palombo.

La invasión inglesa y la participación popular en la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, 1806-1807. Pablo Andrés Cuadra Centeno/María Laura Mazzoni.

Los relatos historiográficos sobre las invasiones inglesas (1806 – 1807). Mercedes Giuffré.

La guerra de la frontera. Luchas entre indios y blancos 1536 – 1917. Miguel Ángel De Marco.

Historia argentina con drama y humor. Salvador Ferla.