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Contraviento

Migraciones: la Era del muro y los alambrados

2 febrero, 2025
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Las grandes migraciones siempre han generado conflictos y cambios significativos en la sociedad receptora y también en los propios migrantes. Esa conflictividad esencial*, inherente a la condición humana, ha sido descrita en relatos bíblicos y generado notables obras de la literatura.

Los modernos flujos migratorios globales superan en mucho la capacidad de asimilación y aceptación de las sociedades receptoras. Estas, tardíamente abrumadas, han comenzado a cuestionar las políticas migratorias alentadas desde organismos internacionales. La conflictividad existe y se acerca peligrosamente a un momento que pareciera culminante.

Tres grandes corrientes migratorias

Para realizar este trabajo identificamos para los últimos 200 años (+- desde 1850 en adelante) tres grandes procesos migratorios en América del Sur, que afectaron particularmente a la región del Río de la Plata. En primer lugar, la corriente migratoria europea que confluyera a la región desde 1850, hasta aproximadamente 1920/30*. Luego, un segundo proceso de características inversas desde el Río de la Plata, hacia destinos determinados como Europa; Estados Unidos; Canadá y Australia, que transcurrió entre fines de la década de 1960 y mediados de los 80. Por último, la actual corriente migratoria originada desde países caribeños hacia el sur continental (también hacia el norte), sumando corrientes migratorias específicas desde Perú, Bolivia y Paraguay hacia la Argentina.

La migración deseada

Durante el siglo XIX Argentina y Uruguay tenían extrema urgencia en poblar sus territorios. De tal manera que estimularon el arribo de parte del flujo migratorio que se movía espontáneamente desde Europa hacia América. El objetivo era atraer trabajadores europeos para poblar los nuevos territorios y desarrollar las actividades agropecuarias.

Fue un tiempo fundacional en que el Uruguay pasó de 70 mil habitantes (1830) a casi un millón en 1900. Tal revolución demográfica fue posible por la citada corriente migratoria europea, que en Uruguay fue espontánea, sumada a las altas tasas de natalidad con una drástica disminución de la mortalidad infantil, y la implementación de estímulos y patrocinios oficiales. Muestra de la importancia que para el Estado tenían aquellos migrantes es que en 1890 se dictó una ley específica que definía como emigrante a “todo extranjero honesto y apto para el trabajo, que se traslade a la República Oriental del Uruguay, en buque de vapor o de vela, con pasaje de segunda o tercera clase, y con ánimo de fijar en ella su residencia”. Se les ofrecía exención de impuestos sobre pertenencias e instrumentos de trabajo, facilidades para el tránsito, radicación y manutención inicial (cinco días). Incluso se dispuso de un gran edificio para hospedarlos durante los primeros días de su arribo.

En Argentina, bajo la premisa de “gobernar es poblar”, además de la corriente migratoria autónoma que funcionaba mediante redes de confianza, se instalaron agentes de inmigración en países del norte europeo. Estos agentes no solo eran promotores del país. También, según el caso, procuraban que el Estado se hiciera cargo de pasajes o cediera parcelas y herramientas de labranza mediante créditos blandos. Ya en territorio, a los trabajadores elegidos se les garantizaba alojamiento inicial, garantías legales y facilidades para la adquisición de tierras, si es que poseían capital.

La población pasó de 177.787 habitantes en 1869 (Primer Censo Nacional) a 1.560.986 en 1914. Por ley se definió como inmigrante a “todo extranjero jornalero, artesano, industrial, agricultor o profesor, que siendo menor de sesenta años, y acreditando su moralidad y sus aptitudes llegase como pasajero de segunda o tercera clase en una nave de inmigrantes con la intención de establecerse en la República Argentina. No obstante, el Estado no titubeaba para ejercer su autoridad entre los migrantes. Vigilaba que no se dedicaran a “actividades como la mendicidad, consideradas socialmente “indeseables”, así como más tarde el activismo sindical”. De hecho, la propia ley de 1890 sancionada en Uruguay, impuso una clara limitación al ingreso de “inmigración asiática y africana y la de los individuos generalmente conocidos con el nombre de húngaros o bohemios (Este europeo)”

No todo eran rosas. La conflictividad esencial, que mencionamos al inicio, hizo dramática eclosión en la región. Los criollos al sentirse menoscabados ante los beneficios recibidos por los «gringos» que además demostraban su mayor habilidad para desempeñar determinadas tareas y comerciar, mostraban desprecio hacia estos.

Solo mencionaré dos hechos por haberme ocupado extensamente de ellos: La matanza de vascos en Tandil (Buenos Aires) en 1872, donde una turba de unos cincuenta criollos al grito de ¡Mueran los gringos! ¡Muerte a los vascos! Asesinaron a 36 personas entre los que había niños de pocos meses. Posteriormente, la matanza de más de cien comerciantes trashumantes de origen sirio – libanés, asesinados y canibalizados por mapuches en Río Negro, Argentina, entre 1905 y 1908. Caso conocido como Los caníbales de la Patagonia. Hubo más casos aunque no tan resonantes.

Arribos rigurosamente vigilados

La segunda gran migración regional fue con destino inverso. Partía desde América del Sur hacia determinados países o regiones; preferentemente Europa; Estados Unidos; Canadá y Australia. Conceptualmente el migrante era apreciado de otra manera. Se le observaba como un potencial elemento ilegal debido a que los mencionados países sostenían una férrea política migratoria derivada de la crisis del petróleo.

Australia, al igual que la modalidad argentina que mencionamos previamente, estableció agentes de promoción en países desde los cuales esperaba recibir migrantes. Entre ellos, Uruguay y Argentina. Quienes eran aceptados en una primera entrevista como posibles migrantes debían demostrar capacidades físicas y psicológicas, ser prácticos en algunas de las actividades requeridas y poseer un dominio básico de idioma inglés. Además, de solventarse el pasaje aéreo o asumir un crédito estatal para tal fin. Similares requisitos y aptitudes exigían Canadá y países europeos, con algo menos de exigencia España e Italia, aunque también con leyes migratorias internas que ineludiblemente se cumplían.

Los requisitos de ingreso significaron que se reclutaran personas jóvenes, con buen nivel educativo y formativo provenientes de estratos medios de la sociedad. Los datos indican -según César Aguiar en “Uruguay: País de emigración”- que entre 1963 y 1975 el flujo migratorio se llevó de Uruguay unas 200 mil personas. Muchos quedaban en el camino durante la selección. Para ellos la opción era viajar igual a todo riesgo. Aprovechar al máximo los tres meses de Visa Turista para conseguir alguna tarea y alojamiento que permitiera esquivar los controles y estirar la agonía del ilegal. Era fundamental, entonces, contar con ahorros, alguna profesión o habilidad laboral y contactos.

La conflictividad esencial entre el migrante y el residente no tuvo el tremendismo que había ocurrido en el Río de la Plata. En general no se produjeron rechazos violentos por parte de la población local aunque si cierto apartamiento o desdén sin llegar a ser marginación. Contribuyó a ello el «portarse bien y ser discreto» que se asumió como norma de conducta general. Fueron muchos los que salieron y tantos los que regresaron. No fue sencillo. Lo refleja y resume muy bien, Jaime Roos, en “Los Olímpicos”: “Antes éramos campeones/ Les íbamos a ganar/ Hoy somos los sinvergüenzas/ Que caen a picotear/ Trabajador inmigrante/ Es la nueva profesión/ Al que agarran sin papeles/ Lo fletan en un avión”.

Las nuevas olas

El informe 2024 de la Organización Internacional para las Migraciones señala que en la actualidad existen unos 281 millones de migrantes internacionales, equivalente al 3,6% de la población mundial. A los que se les deben sumar 43,7 millones de refugiados, según ACNUR. La diferencia entre migrante y refugiado está en que el primero ha salido de su país de manera voluntaria y puede eventualmente retornar a él o trasladarse a terceros países. En tanto que el refugiado cruza una frontera en busca de protección y no puede regresar a su país ante riesgo real de libertad o vida. Estando por lo tanto protegido por leyes internacionales.

Ante ellos, el Estado receptor está obligado a garantizarle el acceso pleno a los servicios básicos y derechos fundamentales, entre ellos alojamiento, alimentación y medios de vida hasta que se resuelva su situación. Siempre de acuerdo a las Directrices de ACNUR sobre protección temporal o acuerdos de estanciaEn el caso de los migrantes, las directivas de Naciones Unidas indican asegurar el acceso a la atención médica, educación, a mantener la unidad familiar, libertad de circulación y acceso a albergue adecuado, derecho al trabajo y garantía de no retorno. Debiendo, además, proveerles de legalidad suministrando a los migrantes, documentación oficial. Para aquellas personas que deban trasladarse por el territorio del país de recepción se debe asegurar accesibilidad al transporte a través de gratuidad, costos mínimos o no prohibitivos.

Habíamos visto al inicio de este trabajo que en la actualidad se registra un fuerte flujo migratorio hacia el sur continental que proviene mayormente de países caribeños. Sumando, en el caso de Argentina, una migración endémica desde Bolivia y Paraguay. A diferencia de los flujos migratorios que hemos descrito, estos son autónomos, masivos, innovadores y demandantes de servicios.

Una inesperada complejidad

El panorama de este flujo migratorio es altamente complejo. El mayor grupo de migrantes ha partido desde Venezuela, atravesando Colombia y derivando hacia el corredor del Pacífico; Ecuador, Perú, Chile y Argentina. Al mismo tiempo, Colombia, saturada ya por millones de venezolanos en tránsito o en proceso de radicación, ha generado su propia corriente migratoria que se suma a los anteriores. En tanto que la vertiente del Atlántico ha resultado atractiva para los migrantes desde Cuba, del Este venezolano y Haití. Los grupos atraviesan la extensión del territorio brasileño para arribar a Uruguay. Se visualiza, también, un incremento de migrantes africanos mayormente hacia Brasil aunque cuya presencia se está manifestando también en centros urbanos de Chile y Argentina.

Las corrientes migratorias actuales se desplazan mayormente hacia terceros países con buena o mejor calidad de vida que el resto; Estados Unidos y Europa. Es tal el volumen de personas que lo pretenden, que una parte suele utilizar a terceros países como estación previa al objetivo final ya mencionado. Es que allí se les suele proveer de documentación, salud y recursos de vida. Haciendo posible acceder a Estados Unidos o Europa con tal documentación y en mejores condiciones físicas y anímicas. Este hecho a transformado a los países de América del Sur en receptores, emisores y de tránsito, todo al mismo tiempo.

Otra particularidad que se observa son los indicios de gestación de un nuevo tipo de migración dentro del flujo más numeroso y amplio. Ante la saturación de servicios y oportunidades debido al volumen migratorio, un sector pareciera asumir su condición de migrante como una constante. Es decir, no tener un determinado país como objetivo de residencia sino que instalarse provisoriamente en economías de condiciones propicias para que luego de agotadas o modificadas esas condiciones pasar a otra más conveniente.

Un elemento que no se debiera soslayar es el aumento de la delincuencia protagonizada por migrantes o extranjeros en tránsito. Situación inevitable debido a que entre ellos también circulan desde rateros hasta criminales, que aprovechan los numerosos desplazamientos de sus connacionales para cometer delitos. En tal sentido, las Fuerzas de Seguridad de Chile y Argentina exponen datos inquietantes. Solicitan a las autoridades políticas un marco legal adecuado para no permitir el ingreso y deportar con prontitud a delincuentes extranjeros. Por último, tal como ocurre en Europa y Estados Unidos, existe la posibilidad de utilización política de las migraciones masivas con la finalidad de desestabilizar países receptores. Eso aún no se ha verificado en la región.

La oscilación del péndulo

La masividad de los flujos migrantes y su acumulación a través del tiempo en países como Chile, Argentina y en menor medida Uruguay, está haciendo aflorar aquella conflictividad esencial de la que hablamos al comienzo. En el caso de Argentina se manifiesta señalando supuestos enclaves de extranjeros en el Área Metropolitana. También, en la ocupación del espacio público en áreas comerciales por grupos de extranjeros y la saturación de los centros de Salud por estos.

Dato concluyente es que en la frontera norte; principalmente Salta, Jujuy, al fijar aranceles de atención para extranjeros en la Salud Pública la afluencia se redujo notablemente. El reciente caso de intención de instalar un alambrado en un sector de Aduana generó múltiples intercambios verbales entre funcionarios de ambos países. En Chile, la situación ha comenzado a ponerse igual de tensa en la frontera norte (punto de ingreso) y también en la capital, Santiago. En Uruguay, no ha pasado de comentarios despectivos, pero todo parece ser parte del mismo proceso.

Independiente de tales tensiones, se conoce que existen borradores de proyectos en Argentina y Chile para contrarrestar los flujos migratorios no deseado hacia y desde sus fronteras. En general apuntan a establecer políticas restrictivas y selectivas para migrantes. El interés es no tener que definir situaciones en frontera, acuciados por la premura y estado del solicitante. Para lo cual se procura implementar gestionar la visa en origen y no en frontera.

Idealmente se ha propuesto establecer primero cuáles profesiones y actividades son necesarias para el país, rechazando o dilatando resoluciones sobre otras postulaciones. Otra alternativa sobre la que se ha conversado informalmente es el sistema que prevalece en los países del Golfo Pérsico y algunos asiáticos, donde solo admiten trabajadores temporales con contrato previo. De tal manera que las empresas locales que contraten asumirían su cuota parte de lo que ocurra con ese migrante. Lo anterior dependerá de cuanto de exitosa resulte la actual política del presidente Donald Trump en Estados Unidos contra la inmigración ilegal.

Notas:

*La territorialidad animal se define como la interacción tanto intra como inter específica para la demarcación de un espacio físico, el cual defenderán, bien sea de manera individual o colectiva en pro de obtener beneficios de este. La búsqueda y control del espacio físico en la naturaleza por parte de uno o varios individuos que pertenecen a la misma o diferentes especies, resulta un factor clave para el mantenimiento, desarrollo y reproducción de los mismos. Biólogo Andrés Castellanos. La territorialidad humana es muy similar, y quizás derivada de aquella, que se representa como una serie de estrategias de defensa de los recursos y subsistencia. La territorialidad humana: una evaluación ecológica. Rada Dyson-Hudson y Eric Alden Smith.

* *En el caso de las migraciones, las fechas siempre son aproximadas por la propia dinámica de los movimientos humanos. No existe día, mes o año específico para su inicio o dilución, pero observadas en perspectiva histórica puede fijarse aunque arbitrariamente un punto de inicio según el momento en que se hizo visible para el resto del mundo. Lo mismo para su finalización.

Fuentes consultadas:

Informe sobre las migraciones en el mundo 2024. ONU Migración – OIM

Dra. Laura Oliva Gerstner, en “El alojamiento de inmigrantes en el río de la plata, siglos xix y xx: planificación estatal y redes sociales”.

“Las migraciones internacionales en un mundo globalizado” Joaquín Arango. Universidad Complutense de Madrid.

“Regímenes de política migratoria en América Latina y el Caribe: inmigración, libre movilidad regional, refugio
y nacionalidad”. Diego Acosta, Jeremy Harris.

El impacto de la migración en América Latina y el Caribe. Un análisis de la evidencia reciente. Juan Blyde/Matías Busso/Ana María Ibáñez.

¿En qué situación están los migrantes en Ameríca Latina y el Caribe? BID – OCDE – PNUD.

Estimaciones de extranjeros. Servicio Nacional de Migraciones de Chile.

La migración que llegó, llega y llegará al Uruguay (2021). Walter Raymond