Predecir el futuro ha sido y es una de las aspiraciones más ambiciosas y también de las más difíciles de lograr por el ser humano. No obstante, hemos avanzado al reconocer nuestras limitaciones tal como lo hiciera el IPCC* en su tercer informe: “En la investigación y la creación de modelos climáticos, debemos reconocer que nos enfrentamos con un sistema caótico no lineal, y, por tanto, las predicciones a largo plazo de los estados climáticos futuros no son posibles”.
Mi labor en agrometeorología me permitió conocer las dificultades para captar datos de calidad y transformarlos en información confiable. Más complejo aún, tal como señala el IPCC, fue proyectar escenarios futuros sobre tales datos. Es que las variables de la agrometeorología son tantas y tan lábiles que un pequeño error de medición o en el modelaje matemático puede significar severas pérdidas económicas para los productores agropecuarios. “Le «errás» una y no «volvés» más al campo”, sentenciaba uno de mis maestros de entonces.
En ese estrecho margen se mueven meteorólogos y climatólogos: “Los fenómenos físicos del cambio climático y el tiempo se encuentran entre los más complejos de la naturaleza, y la ciencia puede decir muy poco sobre lo que harán en el futuro. Sin embargo, se ha construido un amplio marco de políticas internacionales precisamente sobre el supuesto de que sabemos lo que está sucediendo y cómo controlarlo”, como señalaron Christopher Essex y Ross Mc Kitrick, en su obra“Taken By Storm”, queriendo expresar algo así como «muchachos, tengamos cuidado con las cosas que afirmamos».
Midiendo lo inasible
El clima es un sistema dinámico en constante variación y evolución. Su complejidad requiere de reunir distintas disciplinas científicas para establecer su decurso. Los resultados de tal amplitud de métodos pueden llegar a colisionar entre sí y relativizar al conjunto. En concreto, cuando algo puede fallar, falla.
Los impulsores del calentamiento global consideran a dos factores como fundamentales para su prédica; los promedios de temperatura global y los niveles de dióxido de carbono en atmósfera. Veamos.
La temperatura de las cosas y de las personas existe. No hay dudas en ello. Pero la temperatura promedio global no es una temperatura física. Es solo un dato estadístico proveniente de miles de mediciones realizadas en distintos lugares del mundo mediante diferentes métodos y en diferentes condiciones que son seleccionados y promediados mediante modelos matemáticos. Sostener que existe una temperatura determinada para el planeta es asumir que está en equilibrio termodinámico. Es decir, que la temperatura de los polos y trópicos se compensan, resultando un clima intermedio y uniforme para todas las regiones del planeta. Sin hielo en los polos y sin calor excesivo en los trópicos. Creo que nos consta a la mayoría que no es así.
Las mediciones de dióxido de carbono en atmósfera ofrecen igual o mayor dificultad. El CO₂ existe como tal, es un gas traza**. Es un gas incoloro que está presente en la atmósfera de manera mínima y aleatoria. Tal es su complejidad que los datos resultantes son aleatorios a la hora del día y posición geográfica en que son captados porque es muy variable y sensible a diversas situaciones. A tal punto que apenas entre 20 y 50 estaciones en el mundo lo calculan, porque tampoco se puede medir, y no todas lo hacen de manera regular y sistemática. Los datos que nos ofrecen representan un promedio estadístico útil para estudios de laboratorio, pero no para signar la vida de las personas. Datos, además, a los que acceden solo los propios integrantes de los programas. Los procesos de captación y modelaje están cerrados al resto de la comunidad científica.
Lugares de captación de dióxido de carbono en atmósfera (NOAA)
En tal sentido, Christopher Essex, profesor en el Departamento de Matemáticas Aplicadas en la Universidad de Western Ontario, concluyó que los promedios obtenidos tanto en temperaturas como en dióxido de carbono dependen enteramente de la forma que se emplee para captar los datos y del modelo matemático elegido. Duele aceptar que durante las últimas décadas hemos estado discutiendo sobre dos parámetros que no existen.
En tanto, fuera de los laboratorios, las evidencias indican desde hace unos 15 mil años el planeta comenzó a dejar atrás un largo y profundo período glaciar para ingresar en un proceso paulatino de mejores condiciones para la vida. Hace unos 10 mil años las civilizaciones comenzaron a florecer sobre la Tierra y desde hace unos 2 mil años que el clima resulta estable y altamente propicio para la producción de alimentos, vida y desarrollo humano, tal como podemos apreciar a nuestro derredor.
«Emosido» engañados
Hemos visto que por necesidad política y económica en 1984 (año que pareciera paradigmático) se privilegió a una de las hipótesis científicas de la época (posible proceso de calentamiento global) para convencer a los ciudadanos de que se podía prescindir de los combustibles tradicionales. Eran tiempos del embargo petrolero de los países árabes a occidente y de los mineros ingleses del carbón jaqueando a los sucesivos gobiernos británicos.
La respuesta de la ciudadanía fue notable. Se asumió que era posible e inminente el reemplazo de combustibles caros, sucios y de provisión inestable por otros experimentales pero prometedores: energía solar, eólica, mareal y otras. Un mundo feliz. Casi 50 años después, las energías alternativas siguen siendo experimentales, limitadas y de muy alto costo. Mientras que los combustibles tradicionales han elevado su calidad y mejorado sus precios (sin impuestos). Los ciudadanos de aquel entonces solo aspiraban a disponer de energías de bajo costo, accesibles y que bajen los impuestos.
Hoy, la cuestión climática se ha transformado en una amenaza a la libertad. Promueve el pensamiento hegemónico que procura la intervención del Estado en los estilos de vida de las personas y en los sistemas de producción. No use, no coma, esto no se toca, no lo haga, aquí no, no produzca, son solo algunos conceptos autoritarios enfundados con ropaje verde, ecológico o sustentable. Quizás haya sido una irónica paradoja que la utilización política del tema climático haya nacido en 1984.
Nota: Esta tercera entrega completa el tema “Climático”:
¿Usted cree en el calentamiento global?
Origen político de la teoría del calentamiento global
*Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (Naciones Unidas)
** Gas traza es un gas que está presente en muy baja cantidad.